capitulo 4

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En el corazón palpitante de la vasta arena de combate, se pueden ver dos figuras distantes, Anastasia y Sairaorg. Se encuentran en el epicentro de este coliseo de batalla, sus siluetas bañadas por la luz tenue que se filtra desde el cielo. Están completamente preparados para su inminente duelo, cada uno impasible esperando la señal que de inicio al duelo .

Anastasia, con el impresionante y dominante poder de la destrucción simbolizado por un color morado intenso que emanaba de sus manos, se movía con la ferocidad y la intensidad de una bestia hambrienta, lista y dispuesta para aniquilar a su enemigo sin piedad. A pesar de la intensidad de la escena, llena de tensión y peligro, Anastasia se mantenía en su lugar con una gracia y elegancia que parecían desafiar la seriedad del combate.

Sus ojos morados, brillantes y penetrantes, parecían reflejar el vasto y abrumador poder que dominaba. Estaban llenos de una resolución inamovible y una calma inquebrantable, lo que demostraba un auto control bastante impresionante para alguien de su edad. Su cabello rubio, largo y sedoso, ondeaba con el viento; cada hebra parecía bailar en la brisa, dando la impresión de una diosa de guerra en su máximo esplendor, lista para la inminente batalla.

Por otro lado, Sairaorg, con su camisa apretada que dejaba expuesto su marcado cuerpo y sus brazos tan anchos que parecían estar compuestos de acero puro, se posiciona con una fuerza y un poderío que son innegablemente palpables. Su rostro está marcado por una sonrisa, una sonrisa que no esconde la emoción del inminente combate. Sus ojos, llenos de una pasión intensa y ardiente, parecen brillar con un fuego interno que sólo puede ser alimentado por la emoción del combate.

Su presencia es imponente, como la de un guerrero forjado en las llamas de innumerables batallas, un guerrero que no conoce el miedo y que está siempre listo para enfrentarse a cualquier adversidad. Su aura es tan intensa que parece llenar todo el espacio a su alrededor, impregnándolo de una energía que promete un combate memorable.

Están posicionados uno frente al otro, sus miradas se encuentran, creando una tensión palpable que llena todo el campo de batalla. La distancia entre ellos no es más que un espacio vacío, esperando ser llenado por el choque de sus puños y la colisión de sus voluntades.

El silencio previo a la batalla es casi ensordecedor, como la calma antes de una tempestad.

Cada uno de ellos llena la arena con su presencia única, sus auras se mezclan y chocan en el aire, creando una atmósfera de anticipación eléctrica. Cada respiración, cada movimiento, cada parpadeo es un preludio de la tormenta de batalla que está a punto de desatarse.

Tras un instante de incertidumbre y tensión que podía palparse en el aire, Zekram, el respetado y temido árbitro de la contienda, se adelanta. Su figura imponente, como un faro en medio de la tormenta, se destaca en la arena que se encuentra en un silencio sepulcral. Con un ademán autoritario de su mano y una voz profunda y resonante que parece llenar cada rincón del coliseo, da inicio a la esperada batalla.

"¡Que comience la batalla!"

Aunque ya habían dado inicio al combate, Anastasia y Sairaorg se tomaron un momento para analizarse mutuamente. No se trataba de un simple vistazo superficial, sino más bien de un estudio detallado y meticuloso en el que intentaban descifrar las debilidades y fortalezas inherentes del otro.

Este nivel de análisis no era algo que se hiciera a la ligera, implicaba un escrutinio profundo que incluía evaluar la postura del oponente, leer e interpretar sus movimientos, y anticipar las tácticas que podrían emplear.

Todo esto se hacía con un único objetivo en mente: obtener cualquier ventaja, por mínima que fuera, en la batalla que se estaba desarrollando. Esta atención al detalle, este profundo análisis, era la clave para decantar la balanza a su favor.

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⏰ Última actualización: Jan 23 ⏰

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la heredera baelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora