Siempre era muy organizado para la escuela. Empacaba todos los libros, cuadernos, y utensilios que necesitaría para mis clases diariamente.
-Hoy vamos bien preparados. -Me dije a mí mismo al agregar en mi mochila la primera novela que había leído.
Todas las mañanas veía a la bonita alumna del grupo B, y sabía que quería hablarle. Pero no sabía cómo hacerle conversación, así que pasé una hora entera practicando en mi cabeza lo que le diría cuando la viera.
-Hola Eloína, buenos días. Me quedé pensando en lo que dijiste ayer sobre recomendarte un libro, te traje mi favorito...de nada. -Decía yo en voz baja frente al espejo de mi baño cuando terminaba de lavarme los dientes.
-¿Alec? -Escuché a mamá llamándome desde abajo. Di un nervioso respiro apurándome a bajar las escaleras.
-Te veo en la tarde. -Dije al pasar a su lado dando un beso en su mejilla.
-Ten en un buen día, cielo. -Me dijo ella sonriendo.
-¿todo listo, amigo? -Me preguntó Jeff. Le asentí sintiéndome un tanto avergonzado, presintiendo que podían leer mi mente y sabían lo que había estado pensando toda la hora en la que me arreglaba y desayunábamos.
-A ti se te olvida esto, mi amor. -Rio mamá entregándole su almuerzo a Jeff quien asintió de acuerdo y ambos salimos de la casa.
Llegando a Hawtz, me apuré a mi casillero, y sonreí al notar a Eloína mirando justo hacia la entrada del pasillo por la que yo iba entrando. Se había rizado las puntas de su largo cabello castaño oscuro, usaba un brillo labial diferente y me sonrió de inmediato.
-Alec, buenos días. -Saludó ella.
-Buenos días. -Dije acercándome a ella.
-Quería...
-Me quedé pensando...-Dije al mismo tiempo que ella había dicho algo. -Perdona ¿Qué decías? -Pregunté de inmediato, pero ella negó.
-No, nada ¿me ibas a decir algo? -Preguntó dando un paso más hacia mí.
-Ah...ya se me olvidó que era. -Admití.
-Oh...-Dijo ella. -¿No era algo sobre...el baile, quizás? -Preguntó ella ¿Qué baile?
-Era sobre ¡ah! Ya me acordé. Te traje un libro. -Dije apurándome a bajar la mochila de mi espalda.
-¿Un...libro...? -Preguntó ella menos sonriente. Quedé quieto.
-¿es mala idea? -Apenas entendí. Ella me miraba confundida, pero sonrió un poco.
-¿Me trajiste un libro a mí? -Preguntó recuperando esa sonrisa y dulzura en su expresión. Me sentí más tranquilo. Asentí apurándome a sacar mi vieja copia de Frankenstein.
-Porque me ibas a compartir de tus galletas ayer, gracias. -Le dije yo. Hizo una mueca.
-Apenas y las probaste. -Dijo ella. Me encogí de hombros.
-Me encantaron. Gracias por compartirlas. Dijiste que querías empezar a leer. Esta fue la primera novela de verdad que leí. Creo que es buena para empezar. -Le dije entregándole el viejo libro. Ella sonrió aceptándolo. Miró la portada. -Ah está un poco vieja porque me la regaló mi padrastro cuando cumplí ocho años, y la he releído algunas veces entonces...se ve más vieja de lo que es por el uso. -Dije de pronto notando la copia cada vez más vieja en sus manos.
-¿Ocho años? -Preguntó Eloína sonriente. La miré a la cara de inmediato. Era tan bonita que casi no podía respirar en su presencia. Asentí. Ella bajó la atención al libro que hojeó rápidamente.
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Mi Alec
ChickLitAlec Rutz no tiene suficiente dinero para la universidad, su madre ha sido detectada con cáncer, y su hermano mayor le robó la novia. Su suerte cambia cuando consigue una beca para la mejor preparatoria de la ciudad acercándolo a dos de sus sueños...