Bram Stoker

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Mentiría si dijera que nunca me había vuelto acompañado por algún desconocido a casa desde un bar, pero este chico era distinto, tenía unas maneras muy particulares de hacer todo, moverse, hablar, sonreír; algo en él me hacía sentir demasiado traído y era ese mismo algo lo que me producia a la vez, cierto temor.

Yo vivía solo en el último piso de un edificio en plena capital de Buenos Aires.
desde allá arriba siempre era algo tormentoso el viento, parecía que las ventanas iban a estallar.
sin embargo en cuánto Francisco cruzó la puerta el viento se detuvo y había un silencio que quién conoce la Avenida Corrientes sabe, es imposible.

Entró a la sala y caminó por ella con curiosidad; se detuvo solo ante la biblioteca que era mi máximo tesoro y repasó los lomos de los libros con sus dedos, tan pálidos y largos como todo su cuerpo.

-Bram Stoker-dijo. yo estaba parado a una distancia prudencial, algunos metros más atrás-Drácula-dijo sonriendo con el libro entre las manos.

-soy...un poco aburrido

Me miró sin expresión pero sonriendo todavía y abrió una pagina al azar

-"Recuerda, mi amigo, el conocimiento es más fuerte que la memoria y no debemos confiar en lo débil"-leyó en voz alta-no debemos confiar en lo débil-repitió ahora mirandome

-¿te gustan las historias de vampiros?

él me miró de nuevo y dejó caer el libro al suelo.
yo quería quejarme, era un tomo caro, pero no tuve tiempo, en un parpadeo lo tuve encima mio, empujandome contra la pared

-y vos-susurró a mi oído-¿confiar en lo debil?

-¿que...

En ese momento Francisco me besó.
sus labios eran fríos pero su lengua parecía sedienta de la mía, la buscaba,la enredaba en la suya con una destreza agobiante.

yo le segui el ritmo, apoyé las manos en su cadera y buscando tener algo de control, lo empuje al sofá.
Podía sentír sus dedos recorriendo mi espalda mientras yo estaba sentado sobre sus piernas.
el beso empezó a intensificarse, volverse sucio y húmedo, y a medida que lo hacía  nos desvestimos.

Él rompió mi camisa y besó mi pecho con desesperación mientras yo le abria el pantalón.
rápidamente nos enredamos entre los almohadones y logré dejarlo debajo de mi cuerpo, metiendome entre sus piernas abiertas.

Lo miré allí, sin remera, con el pantalón abierto, el pelo revuelto y los ojos verdes más intensos que haya visto jamás.

Estiró su mano acariciando mi pecho que ardía, no me di cuenta que lo había mordisqueado, y bajó sus dedos hasta mi cinturón, abriendolo

-realmente sos hermoso-le dije. me sentía algo mareado, como en un sueño pesado

-vos también lo sos-murmuró metiendo su mano dentro de mis pantalones

sus dedos llegaron a mi hombría y empezaron a acariciarla lento, haciendo un contacto visual todo el tiempo.
yo me agarré del respaldo del sillón y cerré los ojos dejandolo hacer, el placer recorría mi cuerpo cómo la misma sangre.

Él agitaba la mano, dibujaba círculos en la punta y presionaba en los lugares correctos, arrancandome los más escandalosos gritos.

Cuándo sentí que iba a acabar le avisé pero él siguió y en breve todo mi semen le había salpicado el pecho.

-perdón...-le dije intentando levantarme para limpiarlo

Él se acarició la humedad y llevó esos dedos pegajosos hasta los labios, chupandolos.

-son ricos ustedes-dijo saboreando los restos

-¿nosotros?

-llevame a tu cama-pidió y yo, que parecía no tener voluntad, lo hice.

●●●

En la cama terminamos de desnudarnos.
lo besé entero, desde su frente hasta sus tobillos.
su piel era suave, adictiva.
Marcando caminos de besos llegué hasta su miembro y me encargué de devolverle el placer que me había regalado en la sala; lo envolvi con mis labios y moví la cabeza al ritmo que él me exigía dirigiendome con la mano, escuchando sus gemidos invadiendo el cuarto.

Aquella noche, Francisco y yo hicimos el amor en todas las formas posibles, su cuerpo se adaptaba al mío, se conectaba,  se movían juntos como si hubiesen nacido para pertenecerse.
Fue una de las experiencias más intensas en toda mi vida, no solo por el placer que sentí si no porque todo parecía suceder dentro de un sueño, rodeados de neblina, nada parecía real, me sentía dormido y despierto a la vez.

Poco antes del amanecer, él se movía encima mío.
recorría mi cuerpo con sus manos y se inclinaba para dejarme mordidas, me había mordido y dejado chupones rosados en varias partes.
Cuándo sus manos llegaron a mi cuello lo presionaron un poco, al mismo instante en el qué yo acababa por no sé cuál vez, adentro suyo.
se inclinó y besó mi frente, levantó su cadera haciendome salir de él y corrió mi cara a un costado.
Besó mi mandíbula delicadamente y luego, en un recorrido de besos cortos, llegó a mi cuello.

Sentí su lengua paseándose por ahí y sus labios abriéndose.
pero esa mordida no fue como las demás, esa me dolió mucho, era como tener un enorme mosquito picandome con odio.

Quise moverme pero no pude hacerlo, lo tenía encima inmovilizandome, mordiendo, desgarrando.
En ese momento,caí dormido.

●●●

Varias horas después me desperté en la cama.
Francisco se había ido y no me acordaba cuándo le abrí la puerta.
el sol iluminaba todo y yo me sentía débil, como si me hubiese pasado un tren por encima.

Desesperado por un cigarrillo volvi a la sala y en la mesa de living había una nota: "¿Crees en el destino? ¿Que el hombre con más suerte en este mundo es aquel que encuentra el amor verdadero?"

Bram Stoker, Drácula, lo supe entonces y no me hizo falta buscar el libro, sabía que lo había guardado.

Aturdido fui al baño y me lavé la cara, el agua fría me ayudó a despertar del todo.
me miré al espejo y me veía terrible, tenía el pelo revuelto y dos ojeras que me llegaban hasta el piso.
sin embargo, lo peor de todo no estaba en mi cara.
Lo peor de todo eran esos dos agujeros rojos marcados en mi cuello.

Vampi: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora