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┈┈CINCUENTA CINCUENTA┈┈
— Byun Sae-rom, Kang Mi-rae —habló él frenando nuestro andar provocando que giráramos hacia su dirección—. Por casualidad... ¿fueron a la secundaria Jaryong —su mirada viajó de Mi-rae hacia mi paralizándome.
— ¿Que? Dijo mi amiga, mis labios se habían sellado y en mi garganta un inmenso nudo se había atravesado, ¿en verdad era él? Después de tantos años lejos, ¿nos había reconocido? Peor aún, recordando como había terminado todo, ¿sería tan cruel como para revelar el secreto de Mi-rae?
¿Qué se suponía que debía hacer? No era la única que se había quedad inmóvil, a mi lado Mi-rae tan solo podía mirar al chico, mientras yo me concentraba en no hacer notorio el temblor en mis rodillas.
— ¿Secundaria? —después de obligarme a deshacer el nudo en mi garganta y abrir mis labios por fin hablé, aunque no tenía ni la más mínima idea de que decir, me sentí una tonta después de escuchar lo que salió de mi boca, pero si quería seguir con el plan de los desconocidos debía dar mi mayor esfuerzo, aunque posiblemente este tenga un fracaso seguro.
Pasé saliva después de ver como Kyung-seok dejaba de turnar su mirada de mi amiga hacia mi para dejarla estática en mi cara, ¿tan absurda había sido mi pregunta?
— Olvídenlo —dijo por fin rompiendo el incómodo silencio que se había creado a nuestro alrededor—. Se llaman igual a un par de amigas que conocí —y después de eso, salió del lugar pasando por un lado mío, me fue imposible no seguirlo con la mirada.
— Lo sabía —la preocupación de Mi-rae salió a relucir en aquel susurro—. Es ese Do Kyung-seok.
— Creo que era algo obvio —sorbí mi nariz por los nervios—. Pero te aseguro que de su boca no saldrá ni una sola palabra —Mi-rae giró hacia mí con preocupación.
— Nunca le agradé, él puede decirle a todos la verdad sin dudarlo.
— Te prometo que haré todo lo posible para que eso no pase, él no dirá nada —era una promesa que cumpliría a diestra y siniestra.
— Para asegurarnos que no diga nada tendremos que acercarnos a él, Sae-rom, no podemos estar seguras de que no lo hará si ni siquiera lo conocemos, sabemos quien es, pero en realidad no sabemos quién es ahora.
— ¿Alguna vez lo hicimos? —aquellas palabras habían salido de mi boca como acido quemando en su camino y lastimando aún más mi corazón.
— Sae-rom... —la lastima en su voz era muy notable.
