⸸ Capítulo 8 ⸸

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Negar que Derek estaba nervioso era mentir porque claro que lo estaba, hoy era sábado finalmente y desde que el día había comenzado no dejaba de retorcerse los dedos de las manos en un mal habito por no poder hacer otra cosa para controlarse y es que ¿Cómo podía?, si sabía que aquel día haría algo que lo cambiaria todo en su vida, bueno, en realidad, algo cambio cuando comenzó hace unos días los tramites de su divorcio con Lydia pero ¿Esto?, esto era mil veces peor.

--Bueno ya, detente por favor-- Lydia lo intercepto

Frunció el ceño al ser interrumpido en su pequeño momento de crisis

»Solo cálmate un momento, ¿Si?, todo saldrá bien, hemos repasado esto lo suficiente como para estar seguros de que nada malo ocurrirá, solo debes hacer todo lo acordado, ¿Esta bien?-- reconforto mientras acariciaba sus brazos

Derek dejo escapar un pesado suspiro aflojando la tensión en sus hombros mientras asentía lentamente con su cabeza.

--Lo siento, esto es un poco abrumador aun-- se disculpo cabizbajo

Lydia lo abrazo  

--Lo sé cariño, pero piensa que lo haces por tu propio bien y por nadie más que tu mismo, no hay sentimientos en todo esto por lo que nadie saldrá lastimado-- aconsejo nuevamente

Derek asintió y se separo de la mujer

--Iré a cambiarme-- murmuro

La pelirroja asintió

--Yo igual, no hay que demorarnos-- avisó

Derek no respondió, solo le dio la espalda y se encamino a su dormitorio para cambiarse de ropa ya que solo quedaban horas para el evento de esa noche.

Una vez más se sintió ajeno así mismo al verse con aquellas prendas sobre su cuerpo pero aun así no podía dejar de sentirse sexy y elegante a la vez, sin duda Lydia había hecho un gran trabajo eligiendo su ropa

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Una vez más se sintió ajeno así mismo al verse con aquellas prendas sobre su cuerpo pero aun así no podía dejar de sentirse sexy y elegante a la vez, sin duda Lydia había hecho un gran trabajo eligiendo su ropa.

--¿Ya estas?-- oyó que Lydia le pregunto del otro lado de la puerta

--Ya casi-- informo

No tuvo respuesta por parte de la mujer por lo que se dedico a terminar de arreglarse, fue hasta su baño privado y como pudo acomodo su indomable cabello rebelde, se esparció colonia por su cuello y parte de su pecho y por último se humecto sus labios con un protector hidratante que le dejaba un suave aroma a cerezas y le daba un toque rojizo casi natural a sus labios, siempre había sido amante de cuidar sus labios, no sabía porque pero lo hacía.

Finalmente, cuando estuvo listo, salió del baño y fue a buscar la dichosa máscara que debía usar y por la cual tenía cierto repudio ya que Lydia le había informado que las máscaras debían representar a un animal y en su caso, la que él tenía era una máscara dorada con algunos detalles mínimos y unos cuernos por encima, según su ex mujer, su máscara era de un lobo, cubría lo suficiente para no ser reconocido y dejaba descubierto únicamente sus labios, la parte esencial que debía dejar a la vista.

Pecando con el sacerdoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora