La luz resplandeciente de los dorados

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El santuario estaba cubierto por una capa de tensión palpable. Los combies entre los Caballeros Dorados y los Celestiales permanecieron ferozmente en todas las direcciones, pero la confrontación más esperada apenas comenzaba. En el centro de la plaza, Seiya y Marte estaban mirando, su cosmos creaba un torbellino de energía a su alrededor.

Marte, con una mirada segura, provocó: "¿Todavía se aferran a las esperanzas, Sagitario Knight? ¿Incluso ahora, frente a la inevitable derrota?"

Seiya, sin sacudir, respondió: "Mi determinación nunca se ha basado en la esperanza ciego, Marte. Ella proviene de la certeza de que siempre lucharé para proteger a los que amo".

Marte, criando su cosmos aún más, se lanzó a Seiya. Pero Seiya, prediciendo el ataque, se desvió en el último segundo y contrarrestó con una serie de golpes rápidos. Marte, sorprendido por la agilidad de Seiya, se retiró por un momento, evaluando a su oponente.

"Interesante", dijo Mars, "parece que la armadura de oro te ha dado más que una defensa mejorada".

Seiya, respirando hondo, dijo: "No es la armadura la que me hace fuerte, Marte. Es el corazón, la determinación y el duro entrenamiento que recibí".

Los dos guerreros se lanzaron nuevamente entre sí, sus movimientos tan rápidos que eran casi imperceptibles a los ojos de los demás.

Saori, observando la batalla a distancia con Kouga a su lado, susurró: "Seiya ...".

Kiki, enfrentando a su propio oponente, pero con un ojo en la batalla central, pensó: "Seiya siempre ha sido los corazones de los Caballeros. No puede perder".

La conmoción entre el cosmos de Seiya y Marte fue tan intenso que creó pequeñas grietas en el piso a su alrededor. Cada golpe, cada defensa, fue la culminación de años de entrenamiento y determinación.

En un momento crucial, Mars logró golpear un poderoso golpe a Seiya, arrojándolo al suelo. Parecía que el Caballero Sagitario fue derrotado. Pero con una increíble exhibición de resistencia, Seiya se levantó, su armadura brillaba más que nunca.

"¿Crees que un golpe puede derribarme?" Seiya gritó, levantando su cosmos al máximo. "Por Athena, para mis amigos y para el santuario, ¡no me rendiré!"

Marte, que se dio cuenta de la determinación inquebrantable de Seiya, se preparó para el próximo choque. La batalla final estuvo lejos de terminar.

Seiya, aún recuperándose del golpe devastador, comenzó a respirar más profundamente, enfocándose. Recordó los tiempos difíciles, el entrenamiento, las batallas anteriores y las veces que superó lo imposible.

Marte, viendo una oportunidad, se burló: "¿Volviendo de nuevo, Pegaso? Tu espíritu es admirable pero inútil".

Seiya, con un brillo renovado en sus ojos, respondió: "Marte, cada vez que me caí, aprendí algo nuevo. Y siempre encontré fuerza para levantarme".

Rápidamente, Seiya comenzó a moverse de una manera nunca antes vista, utilizando una técnica que sorprendió a Marte. Fue una combinación de las enseñanzas de todos los Caballeros Dorados y su propia experiencia como Caballero de Pegaso.

Mars trató de reaccionar, pero Seiya siempre estuvo un paso por delante. Con movimientos fluidos y precisos, Seiya logró golpear varios golpes rápidos, equilibrando la batalla.

"Esto ... ¡esto es imposible!" Mars exclamó, retirándose por un momento.

Seiya, con su firme postura, dijo: "Lo único imposible aquí es ganar mientras todavía puedo pelear. Es hora de terminar eso".

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