•|Capítulo 01: Una visita|•

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Las nubes se iban separando poco a poco dejando ver nuevamente el deslumbrante sol que animaba a la gente a salir para seguir adelante.

Una joven caminaba por las calles teniendo cuidado de los charcos que dejó la lluvia, en su mano llevaba bolsa con alimento para animales domésticos.

Mientras caminaba paso por al lado de unos chicos que parecían ser del instituto cercano, pero no  le dió tanta importancia. Después de caminar unas cuadras más la chica llegó a una vieja casa, con cuidado abrió el portón y lo cerró detrás suya escuchando como los perros empezaban a ladrar, la chica sonrió al escucharlos y se acercó a la puerta para tocar el timbre, cuando lo toco se escucharon pasos y la puerta abrirse.

—Oh, mi suki, querida–Dijo abriendo la puerta una señora que parecía ser de la mediana edad.

—Hola, señora Mei–Dijo Natsuki extendiendo la bolsa con alimento—Le traje comida a sus hijos perrunos y gatunos–sonrió con su típica amabilidad.

—Pero no deberías molestarte, Suki–Dijo intentando rechazar su regalo.

—Por favor, señora Mei, es un regalo–Insistio Natsuki extendiendole la bolsa, con un suspiro Mei no le quedo otra opción que aceptar el regalo.

—Bien, pero pasa, pasa, que hace frío–Natsuki asintió y entro con Mei a la casa.

Al entrar Natsuki tuvo la agradable bienvenida de los perros y gatos de Mei los cuales le sacan risas todo el tiempo, fue saludando uno a uno cuando Mei les dió de comer.

—Haré café ¿Te gustaría también?–Le pregunto Mei a Natsuki.

—Claro, no estaría mal un poco–Sonrió y se sentó en el sofá de la sala—¿Él señor Rentaro sigue en la cafetería?

—Sí–dijo Mei volviendo a la sala con un tarro de galletas, dejo el tarro sobre la mesa y se sentó en el sofa—Sabes como es él, además que parece que hasta que no consiga a alguien de confianza para contratar no querrá dejar el local.

—Que espíritu trabajador tiene Rentaro–dijo Natsuki soltando una pequeña risa.

—¿Cómo está Ulises y los demás? ¿Ulises ya pudo terminar la mudanza?–Pregunto tomando una galleta.

—Sí–asintió con la cabeza sonriendo—Están bastante bien, insoportables pero bien–solto una risa Igual que Mei.

—Ya veo, espero pronto verlos–se levanto al escuchar el ruido de la cafetera–Por cierto ¿Por qué no le dices a Rentaro que te contrate en la cafetería?–Dijo Mei desde la cocina.

—Eh.. no creo ser buena para ello...–se rió nerviosa ante la propuesta.

—Vamos, Suki, eso te ayudaría con tu experiencia y ganancia de dinero–Volvio con el café de ambas y lo puso en la mesa.

—Hum... No lo sé... Pero lo pensaré–Natsuki sonrió y tomo su café mientras que Mei sonreia.

Las horas pasaron volando para Natsuki, el cielo ya estaba oscuro  pero un ligero azul se dejaba ver lo cual lo hacía ver cómo un bello mar oscuro, la luna ya estaba saliendo para marcar el fin del día y el inicio de la noche.

Natsuki iba de regreso a su casa cuando decidió aprovechar para buscar algo en la librería, tenía un momento para ir a buscarlo así que se apuro a llegar. Al llegar suspiro y entro, busco el libro pero se dió cuenta de algo.

—«¿Cómo se supone que alcance si está tan alto?»–Pensó con algo de molestia—«Tendré que pedirle ayuda a alguien... Que vergüenza»–Pensó girandose cuando viendo a un chico viendo unas canciones.

Con vergüenza y nervios se acercó a él y le tocó levemente el hombro llamando la atención del chico, el chico se volteo a verla cruzando miradas por un momento cuando Natsuki desvío la mirada apretando los puños, el chico la miro esperando sus palabras cuando noto un leve sonrojo en ella.

—¿Pasa algo?–Pregunto el chico con curiosidad cuando vio que la chica abrió la boca para decir algo.

—Es que... No alcanzo un libro de literatura...–Dijo Natsuki bajando la cabeza con vergüenza.

—Ya veo–sonrió con una pequeña diversión, se acercó al estante y tomo el libro que Natsuki quería—deberían considerar la altura de la gente chaparra–le extendió el libro riendo levemente.

—Gracias.. eh..–dijo sin saber su nombre.

—Soy Iura–dijo Iura poniendo su mano en la nuca cuando uno de sus amigos lo llamo—Oh... Me llaman, adiós~–Se despidió con la mano mientras que Natsuki le hizo una reverencia.

Después de lo sucedido Natsuki pago el libro y siguió su rumbo la casa con sus mejillas sonrojadas por la avergüenza.

Al llegar suspiro y se fue directo a la cama.

—Que día tan cansado...–murmuró quedándose dormida.

–murmuró quedándose dormida

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