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— dale cochi, dejala que vaya conmigo, no te ponga' la gorra.
Hace como quince minutos Danilo le está rompiendo las bolas a mi hermano para que me deje salir, pero el cochi se seguía negando.
— nosea' gil cochi, yo te la voy a cuidar a la nena, en una sola pieza te la traigo, intacta — insistió otra vez, pero seguía siendo al pedo.
— no uruguayo, la Julieta ya sabe que está en capilla y que no tiene que salir, ahora que lo mataron al pincha menos — el uru suspiró, pero no se rendía fácilmente.
Hace dos días atrás me había escapado de casa para ir a verlo al uruguayo y al carlos jugar a la pelota en la canchita del barrio, mi hermano se enteró porque me vió uno de sus compinches ahí y bueno, fue a boquearla. El cochi me re cagó a pedo y me dijo que no salía más, que nunca le hago caso y todo eso.
Alta bronca me dió, no me deja salir nunca el viejo choto, todo por los quilombos que tiene. Dice que me pueden hacer algo por hacerle un daño a él, como una vez que me quisieron dar un tiro por pegarle a él.
— y por qué no puedo salir, qué tiene que ver lo del pincha, si a mi no me van a hacer nada — me defendí, ganándome una mala mirada por parte de mi hermano.
— el problema no es lo que le pasó al pincha Julieta, el problema es lo que te pueden hacer a vo' wacha, me entende' — miré a jorgito con cara de me estás jodiendo vos.
— y pero yo qué tengo que ver con lo que le pasó al otro, si la quedó él no yo.
— basta Julieta, anda, anda, no vuelvas tarde y no te hagas la pajera me escuchaste, portate bien — sonreí cuando mi hermano ya se había cansado de mi insistencia y cedió — ey vos — señaló a Danilo — me la cuidas entendiste, a mi hermana le pasa algo y te vas a ir a tomar mates con el pincha — amenazó, con una sonrisa en su cara.
— ma' vale que la voy a cuidar, si yo siempre la cuido vo' sabe' — le dijo contento. Que mentiroso, siempre la cuido dice.
— bueno, toma plata por si te quere' comprar algo, que no comiste nada.
Me dió un fajito de plata y salí contenta junto a Danilo — vite' que lo convencí — soltó orgulloso, me reí.
— anda, si ni lo convenciste, me dejó porque le rompimos las pelotas nomas.
— para, acompañame hasta mi casa un toque, te quiero mostra' algo — me miró con una sonrisa y fruncí el ceño.
— tus sorpresa me dan miedo uru — contesté caminando atrás de él
— qué gila que so, ahora cagate no te muestro nada.
