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Yoongi

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Yoongi.

—¿Estás seguro de que esto va a funcionar?

Termino de aplicar una capa de lápiz labial rojo, haciendo que mi reflejo se vea nervioso en el espejo retrovisor del Chevy noventa y nueve de mi hermano.

—No lo sé. Pero tengo que intentarlo. —Reemplazo el lápiz labial de mi bolso y me desplomo en el asiento del pasajero. —Lo que sea que evite que nuestro padre me entregue a Banner.

Mi hermano, Jimin, se gira en el asiento del conductor, con los ojos bien abiertos tras unas gafas de montura gruesa. —Si, pero según todos los indicios el hombre al que planeas seducir es un loco. Puede que no reaccione bien a que juegues con él, Yoonie.

Mi pierna derecha comienza a rebotar, llamando mi atención sobre el escandaloso dobladillo del minivestido rojo y ajustado que compré para la misión de esta noche. Es algo que nunca me pondría. Soy más bien un chico de pantalones cortos y camiseta, pero para lograr mi objetivo, necesito rezumar sexo.

Lo que sea que eso signifique.

—He investigado sobre Jungkook Semenov. —También conocido como el hombre al que le voy a quitar los pantalones cortos esta noche. —Podrían llamarlo The Madman of MMA, pero no hace daño a la gente fuera del octágono. Solo dentro. —Señalo mi entrepierna. —Además soy un chico.

Jimin se ríe de mis payasadas, pero se pone serio rapidamente. —Bien, repasemos el plan de nuevo.

—Bien. —Respiro profundamente y cuadra mis hombros. —Voy al gimnasio de entrenamiento y hago de damisela en apuros. La naturaleza protectora de Jungkook se eleva a la superficie. Y una vez que está comiendo de la palma de mi mano, le digo que si pierde la pelea mañana por la noche, me veré obligado a casarme con el ganador.

—Y entonces mañana por la noche, se negará a perder.

—Es una posibilidad remota. — Afortunadamente, miro mis copas B. —Pero nos quedamos sin opciones. Le he rogado a papá que lo reconsidere, pero debe demasiado dinero a los prestamistas. Banner aceptó pagar las deudas si me casaba con él. —Me quejo un poco. —No lo entiendo. ¿Por qué yo?

Jimin resopla. —Eres absolutamente hermoso, Yoongi. Tampoco te interesan por completo los hombres. Los vuelve locos. Esta es la única forma en que Banner puede tenerte. Soborno.

—¿A papá no le importa que Banner haya estado tras de mi desde que tenía dieciséis años?

—Obviamente no. Y ahora que tienes diecinueve años, está pisando el pedal a fondo.

Finjo morder mi dedo. —Asqueroso. ¿Qué hora es?

Jimin revisa su teléfono. —Las diez en punto.

—Bien, Jungkook debería estar allí solo ahora. Dedica horas extras antes de la pelea de mañana por la noche. —Me abanico mi cara sonrojada. —Deséame a mi y a mis copas B buena suerte.

𝗞𝗢𝗧𝗜𝗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora