🌹Extra 07🌹

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—¡Ah..!

Un suave gemido escapó de los labios de Layla cuando Biost le pellizcó suavemente el cuello, y su aroma se hizo un poco más intenso.

Alargó la mano por detrás y tiró de los finos tirantes de su espalda, bajando el delgado camisón que abrazaba su cuerpo, revelando una carne pálida y suave.

Mordisqueó la nuca de Layla, y el cuerpo de ésta se estremeció, cayéndosele el pelo hacia atrás.

Biost se arrastró sobre el cuerpo de Layla con el gesto de un depredador con el estómago lleno.

Sobre la almohada blanca, su pelo rubio estaba revuelto en todas direcciones, y en el centro de todo estaba el pequeño rostro blanco de Layla, con sus ojos azules mirándole fijamente.

Y en medio de todo, unos ojos Dorador que le devolvían la mirada. Con una mirada de deseo y amor.

—Biost.

Layla llamó a Biost. Y una pequeña mano apretó su mejilla.

—¿Y tú?

Los ojos azules se clavaron alternativamente en los dorados de Biost, como si trataran de calibrar la verdad.

—¿No te gusto más entonces? Dijiste que ahora no huelo como el antiguo yo.

Ante la pregunta de Layla, Biost bajó la cabeza y acercó suavemente sus labios a los de ella. Cuando sus labios se encontraron suavemente, Layla abrió la boca por costumbre.

La lengua de Biost se deslizó entre ellos como una serpiente. Pasó suavemente por los labios de Layla y luego tocó el paladar, presionando deliberadamente con fuerza contra las puntas de sus dientes.

Froto el punto duro unas cuantas veces y luego introdujo la lengua más profundamente. Layla ronroneó al sentir la dureza de su lengua en su delicada carne, y la bloqueó con la suya.

Entonces, como anticipándose, Biost envolvió su lengua alrededor de la de ella. Aspiró hondo, provocando la pequeña lengua de Layla con su rudeza.

La respiración de Layla se hizo cada vez más agitada y sus manos subieron para rodear el cuello de Biost. Estaba sin aliento, pero no quería perderse este placer.

—Haah... haah...

Sus labios se separaron, y sólo fue porque Biost luchó por apartar su cara de la de Layla por si le dolía.

Era una cara preciosa, embriagada por el placer que le había dado.

Le encantaba cómo le miraban esos ojos, suplicantes.

Aquellos labios, brillantes de saliva que no reconocía, eran insoportablemente bonitos.

—Es cierto que al principio me atrajo tu olor, fue mi instinto.

Biost volvió a bajar los labios. No a los labios aún jadeantes de Layla, sino a su nuca.

Al besar la esbelta y blanca nuca, las manos de Layla se alzaron en respuesta. Sus dedos se enredaron en su pelo, enredándose y agarrándose a la cabeza de Biost.

Como si fuera suyo, como si nunca se lo fueran a quitar.

El mero hecho de agarrar su cabeza le conmovió y, con un toque apresurado, tiró de la prenda que aún cubría a Layla por la mitad.

Y luego apretó la cara contra la carne inmaculada que tenía delante. Marcas rojas de labios salpicaban la carne de Layla, como un campo blanco de nieve donde nadie hubiera pisado.

—¡Ah!

Y con cada marca, un pequeño gemido o grito escapaba de los labios de Layla.

~Pero Layla, no es ese instinto el que me hizo enamorarme de ti.

"La flor del tlacuache "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora