🌹 Capítulo 1 🌹

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El deseo de Layla era tener una muerte perfecta; si era posible, sería mejor morir sin dolor, pero como era imposible, quería morir limpiamente para no sufrir.

Rogaba, que apareciera un asesino amable y le matara. Siempre rezaba a Dios para que apareciera un salvador que se apiadara de ella y le quitara la vida.

Al haber nacido con un cuerpo maldito, era irónico creer en Dios, pero eso era lo que Layla quería de todos modos, que alguien la matara... Y finalmente el salvador de Layla apareció.

Un hermoso y cruel salvador que le quitará la vida.

❧❧❧❧

Cerca de una hora en el camino de la montaña, y otros 30 minutos en las llanuras donde nadie vive, al fin se veía a lo lejos la casa del Barón, solo había que avanzar otros diez minutos para llegar a la entrada de la casa, cuando se caminaba desde la cabaña donde vive Layla.

Desde la distancia, pudo ver la entrada de la casa, y la mirada del guardia frunciendo el ceño.

Layla estudió su ropa antes de llegar.

Sabía que nadie la miraba, pero siempre se revisaba de nuevo, no quería parecer más desaliñada aquí.

A medida que se acercaba a la casa, la expresión del guardia se volvía más ceñuda. La apariencia de Layla le causó impresión.

Era una cara que no era inexpresiva, pero ahora era dura como un hombre hecho de una roca masculina.

-¡Vaya! ¿A qué demonios huele? Creo que voy a vomitar.

Las palabras del guardia le detuvieron los pasos, pero luego los impulsó y finalmente llegó hasta él.

-Oye, oye, detente ahí.

El guardia de la entrada bloqueó el frente de Layla con la lanza que sostenía.

-Este no es un lugar al que entra nadie. Es la casa del Barón. Entiendes... ¿Sí?

La nariz del hombre se agitó, dando una impresión sombría y gruñendo a Layla, luego frunció el ceño y dio un paso atrás.

-¡Vaya! ¡Qué demonios!

El hombre se sintió enfermo y con náuseas mientras Layla lo miraba desafiante.

-¿Estás en una alcantarilla o estás aquí para divertirte con un cadáver o qué?

El guardia se quedó mirando a Layla alerta como si se enfrentara a un zombi que hubiera vuelto de la tumba.

Sus ojos estaban bordeados de asco y repugnancia.

-Aleja esa lanza-. La lanza que daba a su nariz no era su medida, pero Layla le dijo al guardia.

-Tú y ese cuerpo que huele a podrido salga de aquí ahora mismo -o como si fuera a apuñalarla de inmediato, dijo el guardia.

En ese momento, Layla estaba en conflicto.

«¿Se enfadaría más? ¿Me dejaría entrar? ¿Haría lo sagrado que es atravesar esa afilada lanza en mi cuello?

Entonces, ¿podría liberarme por fin de este cuerpo maloliente y podrido, como él dice?»

Si eso pudiera hacerse, estaría dispuesta a fingir que está loca, y no importaría que la hubiera maldecido el guardia.

-Estás loco... -Fue el momento en que Layla trató de maldecir al guardia como si estuviera loca.

-De alguna manera siento un mal olor.

Una voz aguda como una espina llegó desde el interior de la casa.

Layla, que estaba a punto de hablar, miró también al guardia que estaba a punto de maldecir, y cerró la boca.

"La flor del tlacuache "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora