Hogwarts Legacy y el Torneo de los Tres Magos

13. La Mina

Nota: Otro capítulo traducido, espero que os guste. Cuando acabe de subir las traducciones, me pondré a continuar con la original e intentar subir 2 episodios más. 

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Era una mañana soleada, rara luz del sol que se reflejaba en las ventanas de las torres del castillo pero ni un solo rayo de luz alcanzaba las profundidades de la sala común de Slytherin. Lana se miraba en el espejo de la vasija que había cerca de su cama, deseando que ese día fuera el día. El día en que por fin vería otro mensaje de Sebastian. Lo deseaba tanto, que incluso creó vapor accidentalmente con la alta concentración que logró reunir. Creando hechizos en su mente, hechizos sin varita que se debían a ese anhelo en su corazón. Tal vez eso le daría éxito académico a cambio. Estar tan obsesionada con algo le daría alguna recompensa. La profesora Hecat se sorprendió gratamente cuando fue la primera de la clase en hacer levitar el barril lleno de objetos pesados ​​sin varita, como nadie había sido capaz de hacer antes.

Despertó admiración y envidia a partes iguales.

La semana transcurrió con bastante normalidad, prácticamente como si nada estuviera pasando pero Natty y Poppy ya estaban preparadas para la siguiente mudanza. La siguiente gran aventura. Lana pasó esos días en silencio, estudiando y haciendo la cantidad de tareas de Pociones que el Profesor Sharp le había ordenado para toda la semana. Sentía que le hacía bien tener la mente ocupada. Era la primera vez en mucho tiempo que prefería estar en clase en lugar de pasar tiempo rodeada de gente. Encontrarse entre pergaminos, el olor a tinta y a libros la hacían sentir genial. Ciertamente, el exquisito silencio en sus sesiones de estudio en la biblioteca la hacía calmar todos los malos pensamientos que alguna vez pudo tener durante muchas horas.

Pero los días pasaban, y ella se sentía un poco ansiosa y abrumada por lo que iba a pasar en poco tiempo. El pequeño viaje fuera de los terrenos de Hogwarts.

Era sábado, lo que significaba que finalmente tenía un descanso o no... que esta noche había prometido encontrarse con Natty para ir a explorar las Minas llenas de duendes, cazadores furtivos y Ashwinders junto al lago Marunween. Garreth había insistido en que no debía ir, ya que el director Black había dejado muy claro que en nombre del Ministerio de Magia estaba prohibido aparecer o ir a cualquier otro lugar que no fuera Hogsmeade con la autorización expresa de los jefes de cada casa. Pero Ominis, aunque estaba en contra de la idea de correr cualquier riesgo, finalmente cedió y optó por seguirla a donde fuera. Casi parecía haber igualado la terquedad de Sebastian y no iba a dejarla sola en esto. Por otro lado, Anne tomó la decisión de quedarse tras los muros de Hogwarts. Aunque antes le gustaba la acción, la maldición la hacía más cautelosa de lo que era antes.

Puso los pies en el suelo, mirando hacia abajo, jugando con los dedos de los pies y con la cabeza girada hacia un lado sin pensar en nada. Silencio de nuevo. Cerró los ojos. Esa noche no había dormido más de dos horas seguidas y sentía una extraña energía creciendo en su interior. Emocionada como una niña en víspera de Navidad, esperando... Siempre esperando... Deseando volver a verlo... Pensó que si tenía suerte, él estaría allí. Probablemente dejaría que intentara matarla de nuevo si quería, si lo necesitaba. Esa era la única razón por la que acompañaría a sus amigos en una misión suicida. Porque quién sabe qué será del destino. Tal vez lo convenza, pero... ¿A quién estaba tratando de engañar? Era una completa locura.

Nadie en su sano juicio entraría en una mina llena de magos oscuros para tratar de encontrar a alguien que muy probablemente quería acabar con tu vida.

Con la mirada vacía, se vestía sin expresión en el rostro. Una manga, luego la otra. Deslizó la tela por sus brazos. La camisa, la corbata de la casa y luego la capa. Subió las escaleras de la cascada con pequeños saltos hacia arriba y salió por la gran puerta de la serpiente dorada. Luego subió las escaleras torcidas y más tarde cruzó los pasillos hasta llegar al Gran Comedor. Comió un gran trozo de pan con salchicha y huevos, servido junto con un gran vaso de jugo de calabaza. Su favorito.