capitulo 3 "¿Demonio dulce?"

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Alex observaba cómo Charlie se movía nerviosa de un lado a otro, hablando apresuradamente sobre el exterminio. Mientras tanto, él estaba sumido en sus propios pensamientos, disfrutando de la libertad de poder decir lo que quisiera en el infierno.

**Alex**: "No es tan mala idea quedarme aquí para siempre... —se rió para sí mismo—. Jajaja."

**Charlie**: Bueno... en vez de un año, son seis meses. Solo son ángeles que matan demonios, y si trato de salvar a todos, podremos hacerlo, ¿no?

**Vaggie**: Sí, podremos.

**Angel Dust**: Ay, por favor. Tenías pocas posibilidades de éxito cuando empezaste con todo esto del hotel, y ahora... —miraba su celular— no quedará nadie vivo para esa mierda.

**Charlie**: No te desanimes... sé que hay una manera. Podemos lograrlo.

**Angel Dust**: Bien... mientras hablamos, todo el infierno está como loco. La gente ya está perdiendo la cabeza por la noticia. —Le mostró su celular—. Mira lo que está pasando.

**Charlie**: ¿Por qué dice que te van a usar como mula?

**Angel Dust**: Ah, no es nada. Es solo que Val también está mal por esta noticia. —Su tono nervioso lo delataba.

**Alex**: ¿Valentino? Ah... "ese loco por el sexo."

**Angel Dust**: Exacto, él...

**Alex**: ¿Es tu jefe? Mmm, guao... bueno, si te hace algo, avísame. —se inclinó para susurrar—. Puedo... eh, *avisarle* que no lo vuelva a hacer.

**Angel Dust**: Gracias...

**Vaggie**: Bueno, era obvio que todos íbamos a volvernos locos con esta noticia. La gente está desesperada, tal vez lo suficiente como para venir al hotel.

**Charlie**: ¡Eso significa que este es el momento perfecto para reunir a las almas pecadoras para el hotel!

**Angel Dust**: ¿En serio piensas buscarlos en este estado? —volvió a mostrarle su celular, con imágenes de demonios completamente desquiciados—.

**Charlie**: Si no lo hago, la gente no va a venir de la nad-AHH...

Antes de que Charlie pudiera terminar, un fuerte sonido resonó, y todos miraron en dirección al origen. Un agujero se había abierto en la pared, lanzando escombros al suelo. Alex reaccionó de inmediato, poniendo a Charlie detrás de él, su expresión se tornó fría y calculadora.

**Alex**: No puede ser... ¿nunca se cansa? —murmuró con frustración—. Saben algo, si pasa algo realmente urgente... me llaman. Adiós.

Y sin más, Alex desapareció, dejándolos con la tensión palpable en el aire. Sabía lo que venía, pero prefería no enfrentar lo inevitable... al menos no aún.

Alex observaba desde la ventana, sus ojos fijos en la escena caótica que se desarrollaba afuera

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Alex observaba desde la ventana, sus ojos fijos en la escena caótica que se desarrollaba afuera. El pecador que siempre causaba problemas finalmente estaba recibiendo su merecido. Alastor, como de costumbre, había tomado el control de la situación, y aunque el ambiente era denso y oscuro, Alex apenas reaccionaba. Solo lo veía todo como un espectáculo distante, como si fuera un mero observador en una obra macabra.

Un aire frío se colaba por la ventana abierta, pero él apenas lo notaba. Sus pensamientos vagaban, envueltos en una calma inquietante. Entonces, su teléfono sonó, rompiendo el silencio.

**Alex**: ¿Hola? ¿Velvet? No esperaba tu llamada...

La voz del otro lado sonaba urgente y agitada, completamente en contraste con el tono apático de Alex.

**Velvet**: ¡Ah, menos mal que estás ahí, polla grande! Escúchame, necesito que vengas ahora mismo para calmar al estúpido de Valentino. ¡Agh, Vox también vendrá, pero si ambos están ahí, estará más que feliz! Y además... ese hijo de pu... está a punto de matar a mi mejor modelo.

Alex cerró los ojos un momento, suspirando, como si el mundo a su alrededor fuera demasiado pesado, incluso para molestarse en responder rápido.

**Alex**: Ahh... estaré ahí en un momento.

Cortó la llamada, el eco de la conversación aún resonando en su mente. Se quedó un segundo en silencio, mirando el horizonte gris desde la ventana, donde el caos seguía rugiendo en el fondo, pero nada parecía afectarle realmente.

**Alex**: Aquí también todo es un fastidio... —murmuró para sí mismo, con una mezcla de resignación y desencanto en su voz.

Con un movimiento lento, casi fantasmal, Alex se apartó de la ventana, su silueta difuminada por las sombras que lo rodeaban. Parecía un hombre atrapado en una obra de teatro que nunca terminaba, con un pie en cada mundo, pero sin pertenecer realmente a ninguno.




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