─ Prólogo.

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— Prólogo:

Aveces el amor siempre es inesperado, pero aveces también es un golpe de suerte, o quizás un espadazo.

La arena de Clash Royale se caracterizaba por las batallas que se daban en ese estadio, eran donde los mejores guerreros daban todos de ellos mismos para conseguir el éxito y la gloria que merecían sus esfuerzos.

El Megacaballero nunca fue la excepción, su coste de elixir era algo alto, pero era un tanque de ataque muy útil, con salpicadura y un gran daño muy útil, así que era fácil olvidar que costaba siete de Elixir.

Empezó a ser usado por el Rey Azul para su nuevo mazo, lo cual significaba empezar a entrenar en la arena real con los otros mazos y tropas, era muy normal, también entrenaba la realeza, clases nobles, clases medias, etc.

Practicaba con un cazador su salto de área con un par de estructuras, el cazador se encontraba bastante tranquilo hasta que una arquera le tocó el hombro y le dijo algo, que el Megacaballero no logró alcanzar a oír.

— Lo siento Agnar, me tengo que ir al campo de batalla, ha sido un placer, después nos veremos. —

Dijo el cazador para irse corriendo con la arquera, ya que esta también estaba en su mismo mazo.

El legendario solo puso asentir y seguir entrenando en solitario, pero claro, en solitario no puedes cubrirte las espaldas.

Eso era algo que Agnar no creía, hasta ese día.

Cuando empezó a escuchar fuertes pasos de algo pesado para después recibir un espadazo en la cabeza y caer al suelo, agradecía tener su casco, si no habría una muy fea herida.

Levanto la mirada para ver a una Pekka, no sabía mucho de ellas, pero cuando vivía en las Aldeas de Clash Of Clans solía verlas, eran máquinas de ataque pesado que estaban a primera línea de batalla para soportar los ataques del enemigo.

No iba a esforzarse en pelear con una máquina, no valía la pena.

Eso creyó el, hasta cuando la Pekka, que estaba en el suelo debido al impacto que había tenido con el Megacaballero, se levanto, tomó su espada y se inclinó hacia el Megacaballero, puso sus manos juntas y empezar a disculparse en un tono robótico.

Vaya, sin duda las máquinas estaban muy avanzadas.

Esta después de marchó entre la maleza y un par de árboles.

Había sido un encuentro fugaz, muy raro, pero quien era el ahora para decir que es raro y que no.

Siguió entrenando, pero bueno, quien sabe, quizás en el futuro tendría más de un encuentro con ese Pekka.

Y creerme, seran más de uno.

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─ Palabras: 443 ♡

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