La segunda parte de la profecía

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PRESENTE, AÑO 2053

La habitación blanca para proporcionar mayor luminosidad, como todas
las demás, está en completo silencio para evitar distracciones. Blanca
cierra la puerta para que nadie no autorizado entre, y se sienta a mi lado.
Mis respiraciones son tranquilas, y busco en mi cabeza lo que tenía que
haber salido y todavía no lo ha hecho.

«Venga vamos, que yo puedo», me animo y siento como si fuera la
primera vez que confío en mí misma.

—Concéntrate Daila —me dice Blanca muy bajito al oído—. Mente en
blanco. Deja que todo fluya.

Con los ojos cerrados, hago desaparecer cualquier imagen de mi mente, los
estímulos externos se vuelven tenues y siento que solo existimos mi mente
y yo. Lo único que me mantiene atada a la realidad es la tierna voz de
Blanca.

Llega la hora de demostrar lo que valgo, de demostrar que soy una
valquiria como ellas, de demostrarle a Blanca que tuvo razón al decirme
que yo era una de ellas. No la voy a decepcionar. No después de toda la
ayuda que me brindó nada más llegar a la escuela de valquirias, no
después de darme un nuevo hogar y ser un gran apoyo.

—¿Has decidido escucharme por fin? —susurra una voz casi inaudible y
yo la escucho sin saber quién es—. Llevo aquí siempre, escúchame ya.

Un ligero temblor recorre todo mi brazo derecho, pero no le hago caso, y
continuo dejándome llevar por la desconocida voz. No sé quién me está
hablando pero no puedo evitar fiarme y seguir escuchando, porque la
calidez y tranquilidad que me hace sentir la voz me relaja, me hace olvidar
todo suceso externo a mi mente.

—No tengo mucho tiempo ahora, así que escucha bien —musita. Su voz
es como si te hechizara y no puedes parar de oírla—. Tenéis que buscar la
esencia del equilibrio antes de que la encuentren las sombras, en las
grandes llanuras, en Alemania, donde la vida vive todo lo que no vivieron
en cualquier otra zona. En la esencia encontraréis ventajas para ganar la
guerra. En la esencia encontraréis la solución para restablecer el bien y el
mal.

—¿Quién eres? —Intento comunicarme y lo consigo.

—Soy tu guía —responde—. Nos veremos.

—Espera, no te vayas —digo pero ya nadie me responde.

Abro mis ojos grises, sintiendo como si todo hubiera sido un sueño, y me
sorprende ver que tengo un lápiz en la mano derecha y una libreta con
mensajes escritos. Las mismas palabras que me dijo la voz, las mismas
palabras que dije yo adornan la fina hoja. Un pequeño dolor me martiriza
el cráneo, pero no es nada que no pueda resistir.

—¿Qué es esto? —pregunto extrañada.

—Querida pequeña escribiente, creo que acabas de ayudarnos sin siquiera
darte cuenta —comenta Blanca sonriendo.

—¿Perdón?

—Eres una escribiente —La miro con duda—. Los escribientes escriben
información que desconocían, y esta información se la transmiten unos
espíritus.

—Entonces, es verdad que soy una valquiria.

—Te dije que tenías potencial —dice con voz cantarina—, y tu
descubrimiento no pasará desapercibido. No sabes cuanto tiempo llevamos
esperando esta pista.

—¿De qué hablas?

—De lo que has escrito. Nos has dado la pista que nos faltaba para
completar la profecía.

—No me has hablado de ninguna profecía en los meses que llevo aquí.
Me sorprende que Blanca no me haya contado algo que se supone que es
tan importante.

VALQUIRIAS: El brillo Prometedor De Los ClavelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora