PRESENTE
Blanca y yo caminamos por la sala principal de la escuela de valquirias a
un ritmo normal. El rostro de Blanca mantiene el mismo semblante de
siempre, pero se pueden notar ápices de seriedad.
Las demás valquirias continúan con su camino como si no estuviéramos
ahí, y me fijo en la balanza. Cada vez está más inclinada; el mal está
aumentando y tenemos que hacer algo.
Abro la boca para preguntar a dónde me está llevando, pero
inmediatamente la cierro cuando me dice :
—Lo sabrás cuando lleguemos, todo a su debido tiempo.
Subimos las escaleras, y recorremos un interminable pasillo de más
habitaciones hasta que llegamos al final. Algo dentro de mí se estremece
de la sorpresa y el nerviosismo. Sé perfectamente que sala es esa y que en
esa sala no suelen entrar muchas valquirias. Solo las más importantes o las
que han sido elegidas tienen el derecho de pasar la puerta.
—Espero que seas consciente del honor que es poder entrar aquí aunque
sea un día —me dice Blanca.—¿Vamos a ver al consejo?
—Sí —asiente—. Tenemos algo importante de lo que hablar y tú estás
interesada en saberlo.
—¿Y cómo lo has conseguido? —pregunto atónita.
—Ya te lo dije alguna vez. Soy parte del consejo, y eres parte del tema de
lo que hay que hablar.
—¿Yo? —Los nervios me aumentan. Espero que no sea algo malo.
Antes de que pueda seguir preguntando, Blanca tira de mi brazo y nos
adentramos en la sala que cierra a sus espaldas nada más entrar. A veces
me sorprende la paciencia de Blanca. Me paso muchísimo tiempo
preguntándole cosas y aunque está cansada en algunos momentos, guarda
su compostura y me las responde siempre con educación, respeto y
ternura. Seguro que no ha tenido a nadie tan pesada como yo en cuanto a
las preguntas, y aún así, nunca se ha cabreado conmigo.
La sala que veo no es súper amplia, pero es más grande que los
dormitorios. Los colores de las paredes y suelos son exactamente iguales
al resto de la escuela, y en el centro, hay una enorme mesa de lo que
parece madera de roble que rompe un poco la estética del blanco, junto a
otras estanterías con libros, hechas de la misma madera, pegadas a la
pared. De cualquier forma, dentro de esa sala me inundan sensaciones de
armonía tanto como en toda la escuela.
Mis ojos van directos a las figuras que hay sentadas frente a la mesa. La
primera que veo tiene el pelo castaño chocolate rizado y le termina en
los hombros. Su expresión emana mucha seguridad y algo de seriedad, y
sus ojos, color violeta como las lilas, me transmiten confianza. Tiene una
ropa bastante elegante y perilla, que lo hace parecer menos joven. La segunda tiene una larga melena pelirroja algo ondulada y unos ojos cuya
iris está coloreada de un color parecido al oro. Sus labios perfectos
pintados de negro expresan todo lo contrario a las inocentes pecas que
descansan entre sus ojos y pómulos. Su vestimenta, muy oscura también
con tonos rojos como la sangre, me hace pensar que tiene una especie de
obsesión con esos colores. Pero hay algo que destaca en ellos, la presencia
de alas a sus espaldas. Son ellos. Los seres superiores: los ángeles y
demonios.
Poco después de entrar, la figura del pelo más corto se nos acerca con paso
decidido y elegante, y me tiende la mano. Contengo los nervios,
intentando que la mano no me tiemble, para que la figura desconocida me
vea tan segura como él lo está, y la estiro, a lo que la figura responde
dándome un apretón de manos.
—Encantado. Soy Calisto, máxima autoridad de los ángeles.
—Máxima autoridad —dice la otra figura, imitándolo—. ¡Qué fino! No
valía con presentarte y ya está.
La segunda figura se mantiene sentada en la silla con cara de molestia.
—Ceres, haber si aprendemos modales —la reprende.
La tal Ceres abre la boca como quejándose, pero no dice nada en voz lo
suficiente alta como para que la escuchemos.
—Daila, ella es Ceres, la jefa de los demonios.
—¿Me conoces? —pregunto incrédula.
—Has sido de gran ayuda con tu habilidad recién descubierta —me dice
Calisto—. Mis felicitaciones por ello.
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VALQUIRIAS: El brillo Prometedor De Los Claveles
FantastikTras desvelar la segunda parte de una profecía más famosa y secreta a la vez, Daila, una escribiente poco experimentada, emprende un viaje en busca de la esencia del equilibrio, un artefacto que parece ser la solución para ganar la guerra contra la...