PRESENTE
Las únicas personas que emprendemos el camino dentro del submarino
somos yo, Bethia y el conductor, que simplemente nos lleva para acabar
volviendo a su lugar después de hacer su tarea.
Bethia, mi compañera, o Beth como le gusta que la llamen, parece ser una
chica muy animada, porque durante todo el tiempo que dura el viaje no se
calla y me está preguntando sobre si coger un camino u otro, si elegir un
itinerario u otro, para llegar a nuestro destino, mientras se toca su media
melena con ondas de un tono violeta tan oscuro que parece negro, sin
apartar sus ojos bicolores, uno marrón café y otro azul, del mapa. La
verdad que es la primera vez que veo a alguien con los ojos como ella, lo
leí una vez creo. Se llama heterocromía. Es algo curioso conocer a alguien
así. Yo me mantengo callada, pensando, no porque no confie en ella, ya
que después de conocer a la señorita Cuervo y de conocer a todas las
personas en La Escuela de Valquirias, he recuperado la confianza en que el
ser humano pueda ser bueno. El motivo es diferente. Estoy en silencio
porque estoy intentando concentrarme para que los nervios no me
aumenten. Solo se escucha su voz, hasta que decido romper mi mutismo :—Beth, es una misión, no un viaje para ver sitios y calles —le recuerdo—.
Con elegir el camino más corto valdrá.
—No seas aguafiestas, también podemos pasarlo bien.
—O podemos morir —digo y ella se coloca bien las gafas y me mira con
mala cara.
—No me seas pesimista, va a salir todo bien.
Empiezo a entender a qué se refería Calisto cuando decía en la reunión que
Beth se lo pasaba como Ceres. Sin embargo, Calisto exageraba un poco y
Beth seguro que puede mantener la situación cuando hay que tenerlo todo
bajo control. Nunca he creído que el hecho de que te guste la fiesta y
charlar tenga que influir en el incumplimiento de las obligaciones.
—Bueno, lo que tú digas —le digo recuperando mi concentración, y ella
sigue hablando.
🌺🌺🌺🌺🌺
La llegada a Nantes se me hace inesperada cuando el conductor nos dice
que hemos llegado.
El viaje en submarino no ha sido tan largo como yo pensé, lo que significa
que o la isla en la que se esconde La Escuela de Valquirias no está tan lejos
de Europa, o el submarino va muy rápido. Blanca lo habría llamado
tecnología de nuestro mundo si le hubiera preguntado, pero no pude
hacerlo porque no nos acompañó.
Beth me enseña la salida del submarino con el mismo entusiasmo con el
que me habla de la misión. Un punto específico del submarino en el cual,
un tubo baja repentinamente al pulsar un botón. Este me atrapa y me
asciende hasta la superficie.Simplemente, la tecnología de hoy en día.
La costa y las aguas cristalinas me parecen fascinantes, al contrario que los
interiores que, ya van dejando entrever toda la destrucción que comenzó
años anteriores: casas y edificios destruidos, basura, calles desiertas. En
todo esto es en lo que queda nuestro mundo ahora, y cuanto más veo, más
miedo tengo de que todo esto no tenga solución, o de no conocer ya ni mi
planeta, pero me obligo a seguir caminando por los pueblos y ciudades por
el bien de la misión.
Malditas revoluciones violentas.
—Ya estamos aquí —Beth se estira y vuelve a sacar su mapa—. Creo que
estamos listas para todo.
—¿Por qué no sacas el mapa del teléfono y ya está? ¿No sería más fácil?
—Lo sería si tuviera teléfono, pero no soy muy de divertirme con
teléfonos.
—No me refería a ese tipo de uso del teléfono —digo, y decido no seguir
con el tema ante la cara de desconcierto de Beth—. Bueno, supongo que
me contarás como Blanca quiere que lleguemos tan lejos andando.
—¿A qué te refieres Daila? —pregunta.
—No sé. Blanca me dijo que no me preocupara por la larga distancia, que
tú tenías la solución —digo con duda—. ¿Esa es tu habilidad? ¿Volar o
hacer el camino más corto de alguna manera?
—Que va. Yo genero terremotos.—Ahh —Empiezo a entender muchas cosas. Por eso Calisto no quería que
me acompañara ella, porque su habilidad puede hacer mucho ruido y
descubrirle a personas normales el secreto de las valquirias—, muy
interesante.
—Se referiría a otra gran habilidad —dice Beth sonriendo con cara de
travesura.
—No sabía que las valquirias pudieran tener más de una habilidad. Me
sorprende que Blanca no me haya dicho nada.
—Y no las tenemos, es otro tipo de habilidad más humana —dice y espera
unos segundos en silencio esperando a que la adivine, y ante mi silencio,
agrega—. Sé conducir y tomar prestados coches.
—Ahh —digo, asintiendo varias veces con la cabeza. Robar coches, quería
decir. Supongo que es algo que algunos saben hacer en estos tiempos—,
muy bien.
—Bueno, pero dejemos de hablar de mí. Todo el mundo me dice siempre
que no dejo a la gente hablar.
—Ya veo, ya veo, ¿no te gusta mucho el silencio, verdad?
—No, la verdad —se ríe enérgicamente—. ¿Es verdad lo que me contaron
de ti?
—No sé. ¿Qué te contaron?
—No te hagas la tonta —me da un codazo y añade—. Eso de tu infancia,
tuvo que ser interesante.Al momento entiendo perfectamente a qué momento de mi vida se refería.
Las personas de la escuela son amables, pero no tienen sentido de la
privacidad por lo que veo.
—No, interesante lo que viene siendo interesante, no. Creo que más bien el
adjetivo adecuado sería aterrador —le digo con algo de sarcasmo.
—¿Entonces, es verdad?
Afirmo y ella me sigue hablando mientras caminamos por un callejón muy
largo que parece vacío, en el que nos hemos metido para que solo puedan
escucharnos los que se adentren en él.
—¡Menuda aventura! ¡Qué alucinante! —exclama Beth.
—¿Nunca eres consciente del peligro de algunas situaciones? —pregunto
con seriedad.
—¿Y tú no lo eres del subidón que te da la aventura?
—Bueno, empate —termino diciendo ante su sonrisa que me decía que no
aceptaba la derrota en esta cuestión—. Y tú, con lo que parece encantarte
esto de la aventura, ¿no te pasó algo en tu infancia?
—No me suena. Vivía casi siempre con mi madre. Jugaba con mis juegos
muy feliz, hasta que comenzaron Las Revoluciones Violentas y acabé
conociendo a Blanca con doce años.
—Supongo que cada uno vivió la crisis del mundo de una manera. Yo
tenía once cuando pasó todo —le comento—. ¿Y a tus padres no les
importó que te fueras con Blanca?—En aquel momento ya no había nadie más en mi casa. Viví sola durante
un tiempo —dice mientras sus ojos miran para arriba como si recordara
algo lejano—. Era bastante independiente.
—Vivir sola desde tan joven también se puede considerar una aventura.
Durante unos segundos, no la escucho hablar y se me hace raro. El sonido
de sus botas no es tan alto como hace breves momentos, y decido mirar a
mi lado, pero no la veo. Beth no está. Abro la boca con la intención de
llamarla e intento moverme para mirar atrás por si se ha quedado parada
por algo, pero antes de que lo consiga, siento un golpe en la cabeza, y un
dolor que comienza a cubrirme toda la parte en la que he sentido el golpe.
Habíamos hecho mal en relajarnos tanto y perder la concentración entre
tanta conversación. Habíamos hecho mal en confiarnos y pensar en que
todo iba a ir bien, en ser demasiado positivas, aunque yo más bien estaba
siendo realista. Siento como mi cuerpo cae, y todo se apaga, como aquel
día.
Ya era tarde, un peligro inminente nos había acechado y no podíamos
hacer nada para solucionarlo.
Estábamos en peligro. Era una verdad absoluta.
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VALQUIRIAS: El brillo Prometedor De Los Claveles
FantasíaTras desvelar la segunda parte de una profecía más famosa y secreta a la vez, Daila, una escribiente poco experimentada, emprende un viaje en busca de la esencia del equilibrio, un artefacto que parece ser la solución para ganar la guerra contra la...