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—Oye Dazai, ¿No te dije que hicieras tu papeleo hace una hora?.

El castaño estaba recargado en su silla giratoria, con una pierna sobre la otra en una pose casual, soltó un largo bostezo mientras se acomodaba mejor.

—Si, me lo dijiste— contestó abriendo un ojo, con las manos detrás de la cabeza—. Pero no puedo hacerlo.

Kunikida arqueó una ceja mientras se cruzaba de brazos, intrigado por saber la razón de por qué el detective no podía hacer su trabajo.

Dazai no había dicho nada más después de eso, el silencio se prolongó y los minutos siguieron pasando, cuando el rubio abrió la boca para preguntar al respecto, el suicida uso sus pies como propulsores para girar rápidamente en su silla.

Extendió sus manos muy alto y sus ojos resplandecieron.

—No puedo hacerlo porque es ¡Taaaaaan aburridoooo!— alargó las últimas vocales—. ¿Sabías que hay personas que son alérgicas al aburrimiento?.

Doppo arqueó una ceja, sin creer mucho en las palabras de su compañero, el aburrimiento es una emoción en si misma, y era imposible ser alérgico a algo como eso ¿Cierto?.

—Y yo, soy una de esas personas— agregó tentativamente.

Kunikida lo miró largamente para finalmente deslizar el puente de sus gafas sobre su nariz—. No te creo nada.

El castaño llevó sus manos a sus mejillas, su boca se abrió en forma de "o" mientras emitía un jadeo sorprendido y casi ofendido.

¿Kunikida finalmente había dejado de ser lo suficientemente idiota como para no caer en sus bromas?

"¡Imposible!" Pensó determinado, se levantó abruptamente y analizó más de cerca al rubio de gafas, Kunikida siempre creía en lo que decía, de alguna manera, por muy irracional y absurdo que sonara.

—Bueno— respondió despreocupado, (que no cunda el pánico), suspiró dejándose caer en la silla—. Supongo que tendré que arriesgarme al brote de las ampollas en todo mi cuerpo cuando toque esa montaña de papeles— exclamó—. Ooh... Pobre de mí...

Miró al rubio de reojo, no hay reacción.

Entonces acercó su mano lentamente al peligroso papeleo pendiente, dándole una furtiva mirada a Kunikida, notó que su semblante había cambiado un poco, y a juzgar por la gota de sudor que se deslizaba desde la sien, estaba dudando.

"Eso es, Kunikida-kun..." Pensó saboreando otra victoria, su plan malévolo de no trabajar era casi una perfección.

—¿De.. verdad te salen ampollas? ¿Eres alérgico al aburrimiento?

Ja, iluso.

Parece que lo había sobreestimado.

Dazai sonrió internamente, siguiendo con su teatrito, digno de un Óscar, llevó una mano a su frente con una expresión adolorida:

—Desgraciadamente si, ¿No lo sabías?— dramatizó con fingida sorpresa—. Hay muchas personas como yo en el mundo, sufriendo de este terrible mal.

Dos horas más tarde, Ranpo entró por la puerta principal seguido de Atsushi, el prodigio arqueó una ceja al ver a Dazai descansando en el sofá plácidamente, delante de Kunikida, quien actualmente estaba tecleando cosas en el ordenador y comparando los expedientes.

Agarró una paleta de su infaltable compartimento de golosinas— Kunikida-kun.

—¿Que sucede?— respondió el aludido sin despegar su vista del ordenador.

Corruption. | SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora