Me fui corriendo a la habitación donde ya estaban todas mis compañeras, Jules estaba riendo con un tono muy alto mientras parecía contar alguna anécdota. Me duché y decidí irme a la cama lo más pronto posible.
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El sol apenas comenzaba a filtrarse entre los altos pinos que rodeaban la Academia del Linaje Alado. El día anterior había sido agotador, tanto física como emocionalmente. Mientras me vestía con el uniforme, mi determinación se renovó: destacar como sanadora, fallar como jinete y demostrar que mi lugar no está entre los dragones.
La primera clase del día era Hechizos y Encantamientos Básicos, y aunque no tenía grandes expectativas, sentí una pizca de emoción. Nunca había practicado magia formalmente, pero algo en mí estaba ansioso por aprender. Con paso firme, me dirigí al aula designada, un espacio amplio y austero con bancos de madera alineados y una pizarra mágica que brillaba tenuemente.
El profesor Leonard, con su distintivo brazalete azul y su mirada severa, ya estaba en la sala cuando llegamos. Su postura rígida y la energía que emanaba hacían que cada estudiante entrara en completo silencio.
—Bienvenidos a su primera clase de hechicería. Aquí no tolero errores tontos ni distracciones. Si están aquí, es porque han sido seleccionados para convertirse en la élite de nuestra sociedad. Así que comportarse como amateurs no es una opción —dijo Leonard, con su tono habitual de desaprobación.
Nos sentamos rápidamente mientras él empezaba a explicar las bases de los encantamientos. Cada palabra era precisa, directa y un tanto intimidante. El primer hechizo que debíamos aprender parecía sencillo: encender una vela con un movimiento de la mano y un susurro mágico.
Nada podría salir mal, ¿verdad?
Cuando llegó mi turno, repetí las palabras con cuidado y moví la mano siguiendo las instrucciones. La vela, en lugar de encenderse con una llama, lanzó una chispa que explotó en un destello de luz. Un grito ahogado escapó de mi garganta mientras me echaba hacia atrás, y risas se extendieron por la clase.
—Silencio —ordenó Leonard, fulminando a los estudiantes con la mirada antes de dirigirse a mí—. Bronson, si no puedes manejar algo tan básico como esto, tal vez deberías reconsiderar tu lugar aquí.
Sentí cómo mis mejillas se encendían, pero me obligué a mantener la compostura.
—Lo intentaré de nuevo, profesor —dije con voz firme, aunque mis manos temblaban levemente.
Esta vez, concentré toda mi energía en la vela, repitiendo el hechizo con más cuidado. Una llama tenue apareció en la mecha, parpadeando antes de estabilizarse. Lo logré.
Leonard no dijo nada, simplemente me observó durante un largo segundo antes de pasar al siguiente estudiante. Aunque había logrado encender la vela, la sensación de fracaso inicial aún pesaba en mi mente. ¿Por qué siempre tengo que fallar primero?
Cuando la clase terminó, el grupo se dispersó rápidamente hacia sus siguientes actividades. Me quedé unos segundos más, ordenando mis cosas, intentando calmarme. Fue entonces cuando escuché una voz detrás de mí.
—Espera —era Nolan, el estudiante de segundo año con su sonrisa amigable y el aire despreocupado que parecía acompañarlo a todas partes.
Me giré, sorprendida de que se dirigiera a mí otra vez.
—Hola, Nolan. ¿Qué pasa?
—Vi tu pequeño... incidente con la vela. No te preocupes, a todos nos pasa. La primera clase de hechicería es un desafío para casi todos —dijo con una sonrisa tranquilizadora.
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Entre el cielo y el legado
FantasyAlice, 19 años, casi curandera, amante de los animales y de la historia. Hija única pero muy mimada por sus padres Jake y Hada. Acaba de recibir su carta de admisión en la Academia del linaje Alado, donde deberá presentarse a tres pruebas para conoc...