Capítulo 3

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 Melian Lins

Pasó una semana desde que hablé con mi tío, no había podido dejar a Mateo, porque cuando lo intenté comenzó a contarme que últimamente las cosas en su casa iban bastante mal y me dio las gracias por estar con él aún cuando me había tratado mal.

- ¿Estás preparada para el examen de Matemáticas? - Lucia y yo llevábamos preparándonos para examen desde hace casi un mes – No me puedo creer que este vaya a ser nuestro último examen de Matemáticas este año ¿Y tú Meli?

Lucia y yo nos conocemos desde que somos pequeñas, siempre hemos estado juntas y junto con nuestra amiga Ruth, la gente nos suele decir que somos el grupo más sano de tres que existe.

Ruth es también una de mis mejores amigas, lo que pasa es que se tuvo que ir a su pueblo por un problema familiar.

- No, no estoy preparada, voy a volver a suspender matemáticas – me apoyé en el hombro de Lucia – no he dormido nada, no puedo más.

- Siempre dices eso y luego apruebas, eso es lo que va a pasar – me sujetó por los hombros y me colocó delante de ella para que quedáramos cara a cara – y si no, no pasa nada, estudias más y a la próxima apruebas.

- Si claro, ahora dile tú eso a mis padres, me prohíben volver al gimnasio.

- Ya encontraremos una forma de que eso no pase – miró el reloj – ahora vamos, que el examen ya va a empezar y no quiero llegar tarde.

Sin duda, este examen lo iba a suspender, no sé por qué últimamente no podía centrarme en nada, la profesora avisó de que quedaban diez minutos para que se acabara el examen y a mí aún me quedaban cinco ejercicios por hacer y lo único en que podía pensar era en la gente que pasaba por mi lado y entregaba el examen.

- No me puedo creer lo mal que me ha salido – encontré a Lucia al lado de la puerta de los baños - ¿cómo te ha ido a ti?

- Sin más, supongo que aprobado, pero no con buena nota.

- Bueno, por lo menos...

Odio matemáticas, no, mejor dicho odio a la profesora de matemáticas, la asignatura me gusta, siempre se me ha dado bien, pero este año cada vez voy a peor.

- Hola mi amor – Mateo se acercó a nosotras dándome un beso, que duro lo que tardó Lucia en carraspear para llamar nuestra atención – hola Lucia.

- Hola.

- Necesito hablar contigo ahora – Mateo me cogió de la mano para alejarme de Lucia – es importante.

- ¿Ahora? Es que ya son las doce y media y siempre llamamos a Ruth a esta hora para hablar las tres.

- Lo sé, no te lo pediría si no fuera importante.

- Mateo, esto es importante para nosotras, por favor, espera un rato y hablamos – la verdad es que lo último que me apetecía era estar con él a solas.

- ¡Joder Melian! - varias personas se giraron a vernos - ¿Puedo ser tu prioridad por una vez en la vida?

- ¿No te enteras? - Lucia se metió en la conversación – No te queremos aquí, así que vete ya – Mateo me miró esperando que lo defendiera, pero no podía.

- Vete a la mierda Maelian y de paso llévate a tu amiga Lucia.

- ¿Qué?

- Hemos roto – estaba tan enfadado que parecía un tomate de lo rojo que estaba – no te quiero volver a ver nunca, ya veré que hago con el atletismo.

Cuando Mateo se fue no pude evitar reírme, no porque me hiciera gracia, sino porque no sabía qué hacer, ni decir, ni nada.

- Odio a ese idiota – Lucia me pasó su brazo por encima de mis hombros para abrazarme – me alegra que lo hayáis dejado, ojalá lo hubieras dejado tú, pero ya te lo has quitado de encima.

Llamamos a Ruth y nos asustamos al verla llorar, pero al ver como nos preocupó nos debeló que eran lágrimas de alegría, que por fin algo le salía bien y que si las cosas seguían como iban nos veríamos más pronto de lo que pensábamos, de la emoción nosotras también acabamos llorando porque Ruth nos es necesaria en nuestro día a día y sabíamos que lo estaba pasando mal y que por mucho que quisiéramos no podíamos hacer nada para ayudarla. También le contamos lo de Mateo y aunque se preocupó por mis sentimientos, se alegró de que lo hubiéramos dejado.

- La echo de menos – le dije a Lucia cuando terminamos de hablar con Ruth.

- Yo también, pero pronto volverá y volveremos a estar juntas.

- Lucia, voy a por Anna que nos tenemos que ir a casa y encima hoy trabajo en el club también, nos vemos – le di un beso en la mejilla y salí corriendo.

Cuando encontré a mi hermana nos fuimos las dos juntas a casa, ella me iba contando como había sido su día y yo solo la escuchaba, mi hermana es una de las personas más felices y agradecidas del planeta.

- Anna, Mateo y yo lo hemos dejado – me miró como si le hubiera dado la peor noticia del mundo y, por una parte lo entiendo, porque ella le había cogido mucho cariño a Mateo – últimamente no estábamos nada bien y me hablaba de una forma...

- ¿Estás bien? - me interrumpió a lo que yo asentí – eso es lo importante, pues si te trataba mal es un idiota y ha perdido a una de las mejores personas del mundo, dos si me cuento a mí porqué yo no le voy a volver a hablar nunca.

Abracé a mi hermana con todas mis fuerzas y dejé escapar un par de lágrimas que había guardado desde la discusión que tuve con Mateo.

- Gracias por entenderlo.

- No tengo nada que entender y ahora – me limpió las lágrimas que caían por mi mejilla con sus dedos – a disfrutar de ti misma y de la soltería, que por experiencia te puedo asegurar que es maravillosa – nos reímos de lo que decía – ahora ves al gimnasio y pégale al saco o como sea que lo llaméis y olvídate de todo, les diré a mamá y a papá que estás en casa de Lucia estudiando y que es imposible que vayas hoy al club.

- Eres la mejor – le di un beso en la frente – te quiero.

No tarde en caminar dirección al gimnasio.





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Holaaaa ¿Qué os ha parecido? Poco a poco vais conociendo a más personajes ¿Qué opináis sobre la amistad de Lucia, Ruth y Melian? Os leoooo

Nos vemos la semana que viene.

3.000 Metros ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora