Tins se encontraba en una batalla, peleaba solo contra un ejército. Hizo gala de su poder, derrotando a sus enemigos con facilidad asombrosa. La tierra tembló bajo sus pies mientras el ejército enemigo mermaba. Era otro día de victoria para Tins, pero su triunfo sería efímero.
Era de día, en una llanura llena de tierra mojada, con mesetas muy a lo lejos, poco visibles. El cielo estaba despejado, pocas nubes y mucho sol.
Tras asentarse el polvo de la batalla, una figura emergió de las sombras. Moeg, con sus ojos rojos brillantes que superaban cualquier resplandor conocido, avanzaba hacia Tins. Moeg había sido un amigo de confianza en el pasado, pero algo había cambiado en él hace mucho. Su rostro reflejaba una voluntad feroz y su mirada parecía atravesar el alma recientemente recuperada de Tins.
El cielo se tiñó de marrón oscuro, la tierra mojada parecía convertirse en carbón, el sol se volvía rojo, las nubes se acumulaban.
Con cautela, Tins le habló a Moeg.
-T: Estás aquí otra vez, ¿vienes a rendirte?
-M: Vengo a matarte.
-T: ¿Otra vez? No te cansas, eh?
-M: No.
-T: Sabes que esto no tiene ningún sentido. Estoy seguro de que puedes controlar tu sed de sangre, de que puedes eliminar tu maldición. ¿En serio matar vale más que nuestra amistad de millones de años?
-M: Jamás verás el sentido en lo que hago, esto no es una maldición es una bendición que vale más que cualquier amistad.
-T: ... Peleaste contra Setabiorpítam?
-M: Lo quería matar, pero se me escapó.
-T: Claro, matar...
-M: ...Moeg rechazó la oferta de redención, otra vez. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad aún mayor, desafiando incluso el fulgor violeta de Tins. "Ya no soy el amigo que una vez fui. Solo quiero matar. Parece que no lo has aprendido en estos crones", respondió Moeg con una voz llena de amargura.
El continente tembló por la presencia de Moeg, quién siempre estuvo al nivel de Tins. Sin necesidad de armas ni armaduras, canalizó su energía hacia sus manos, creando una esfera de fuego carmesí que crecía verticalmente y danzaba, se dividía y aumentaba, muy intimidante.
Tins no estaba dispuesto a abandonar la esperanza de salvar a su amigo. Ahora que tenía su alma de vuelta, era más poderoso e intentó romper la maldición. Lanzó un hechizo, que encima de todos los incontables otros que había hecho en un pasado, debilitó la maldición y proporcionó un chance real de romperla.
Con valentía, Tins empuñó su espada y se preparó para el enfrentamiento. En sus ojos morados se observaba su esperanza y determinación, negándose a ceder ante la oscuridad que envolvía a Moeg. "Aún puedo sentir la bondad en tu interior, aunque haya desaparecido como tú. Estoy seguro de que encontrarás la redención.", instó Tins con su humor de siempre.
Moeg, enojado como siempre, lanzó un golpe hacia Tins con ferocidad desmedida, mientras susurraba: "Tú desapareciste antes...". Tins intentó esquivar el ataque, moviéndose mientras su armadura resistía el calor infernal, pero Moeg logró lanzar a Tins por los aires de todas maneras.
Tins fue lanzado kilómetros hasta chocar contra una montaña en segundos, y Moeg voló hacia él a velocidades similares. Moeg era formidable y se basaba más en la fuerza bruta que en la estrategia, a diferencia de Setabiorpítam. La maldición que tenía Moeg también lo hacía impredecible, dificultando aún más la pelea.
La batalla entre los seres de poder divino se intensificó, cada uno desplegando su poder y habilidades únicas y poderosas. Tins demostró su destreza estratégica, contrarrestando los ataques de Moeg con movimientos precisos. Sin embargo, Moeg era ágil y esquivaba los ataques de Tins.
Tins, mientras tanto, intentaba convencer a Moeg, el que atormentado intentaba evadir a lo expuesto por su 'examigo'.
La batalla se prolongó varios días. La amistad de antaño estaba sepultada bajo capas de resentimiento, sed de poder y de sangre. Pero Tins se negó a rendirse y continuó buscando cualquier rastro del antiguo Moeg, sabía que las palabras podían disolver esas capas (con la ayuda de sus hechizos, claro está...).
Después de un intercambio de movimientos y poderosos ataques sin parar tres semanas, ambos semidioses se encontraron en un breve respiro. Tins bajó su espada y miró a Moeg con una seriedad no tan seria. "Moeg, no puedo obligarte a cambiar, pero quiero que sepas que extraño como eras antes, nuestras peleas amistosas y no a muerte, nuestros descubrimientos, los libros que leíamos juntos, inténtalo por favor", expresó Tins con un atisbo de esperanza en su voz.
Se había guardado esas palabras por millones de años, jamás había tenido un momento oportuno para eso. Sabía que eso lo ayudaría.
Moeg se quedó en silencio, contemplando las palabras de Tins, con la incómoda sensación de quererse reír cuando estás triste y enojado. Sus ojos rojos se suavizaron ligeramente, reflejando una mezcla de confusión y duda. Por un instante, pareció que la oscuridad que lo envolvía desapareció, dejando espacio para una elección.
Moeg contempló a Tins con una mirada profunda, luchando contra la tormenta interna de sus pensamientos corruptos por la maldición. Los recuerdos de su amistad pasada y las palabras de Tins se entrelazaban en su mente, creando grietas en el muro que había construido alrededor de sus emociones. Los hechizos de Tins parecían haber transformado la sed de sangre de Moeg... .
Poco a poco, la esfera ígnea fue decayendo hasta volverse una chispa. Moeg se derrumbó, suspiró y solo dijo un melancólico "Gracias"
Tins extendió su mano, ofreciendo renovar su amistad y apoyo a Moeg. "Lo que hiciste no importa, redimirás tu pasado", dijo Tins con sinceridad sabiendo que en eso era en lo que pensaba su amigo.
Moeg sabía que no sería un camino fácil, pero también sabía que Tins estaba dispuesto a acompañarlo. Lentamente, Moeg extendió su propia mano y estrechó con mucha fuerza la de Tins, aceptando su oferta de amistad, para después abrazarlo.
En ese momento, una oleada de energía vibrante envolvió a ambos semidioses. La luz violeta de Tins y las llamas carmesíes de Moeg se fusionaron en un resplandor brillante, representando la unión de fuerzas y el final de la maldición, de la sed de sangre de Moeg.
La luz emanada de ellos purificaba el entorno, limpiaba los cielos y de alguna manera plantó semillas por todo el lugar.
El brillo hizo que Supmir volara en unos instantes hacia el lugar, donde encontró a Tins y Moeg hablando. Él sabía que Moeg era amargado y odiaba a Tins, y nada de eso correspondía a la realidad, por lo que sabía que había cambiado.
S- Hola, que pasó aquí?
M- Tins me ha salvado.
T- Serugo.
S- ¿Eso qué significa?
T- Que ya no nos quiere mata-
M- La maldición que me perseguía ha sido eliminada y estoy dispuesto a mejorar. Tins me ha dicho que eres un amigo, ¿Tú también quieres ayudarme?
S- Claro, claro.Moeg era un ser rodeado constantemente por la oscuridad. Ahora que estaba libre de ella, se podía ver cómo era de verdad. Su piel era oscura, cubierta por carbón. Medía casi dos metros como Tins y sus ojos eran como los de Tins pero rojos y de pupila negra, que emitía luz carmesí. El cambio era visible.
Tins demostró que sí se puede cambiar y que Moeg no era una causa perdida como muchos pensaban. Ambos habían sido amigos desde la infancia y recuperar esta amistad era bien significativo. Tins estaba feliz ahora que se deshizo de sus principales problemas y finalmente tenía algún amigo.
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La Historia de un Dios Sabio
FantasyEn un antiguo mundo donde la ciencia y la magia eran igual de poderosas, vivía un ser muy poderoso, denominado semidiós por los demás habitantes, al ser superior en combate a los demás. Este ser había vivido por millones de años y poseía una intelig...