9. La victoria

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Todo esto ya estaba previsto. Moeg llegó al planeta donde estaba Tins, gracias al localizador, y con su magia, disipó la segunda y última maldición del emperador. También incorporó al orbe que le quitó su previa maldición a su férrea coraza, potenciándola.

Poco tiempo después, fueron al campo de batalla. En medio del supercúmulo de galaxias, se avecinaba una gran batalla. Tins, Moeg y Supmir se habían unido para enfrentarse al emperador del supercúmulo, ya asqueados de su tiranía.

El emperador, ya en el lugar, desató una tormenta de energía (energía mala) que oscurecía el cielo, ocultando todos los astros. Su voz retumbó con malicia, burlándose de su alianza, afirmando que su unión no sería suficiente para desafiar su poder supremo. Sin embargo se mantuvieron serenos sin hacerle caso.

-E: Ha. Te he derrotado dos veces, puedo con tres como tú.
-T: Haz hecho trampa ambas veces, el que hace combate sucio ya perdió.
-E: ¿Y qué?¿Crees que con dos más me vencerás?
-M: No creemos, estamos seguros.
-S: Ya somos tres.
-T: Que empiece la batalla.

Y comenzó con una explosión. Supmir se abrió paso a través de las filas enemigas, derribando a los pocos soldados restantes del emperador facilmente.

El emperador, sin embargo, no era un oponente fácil de vencer. Desató su magia oscura, lanzando rayos de energía destructiva hacia sus enemigos. Mientras tanto, Tins se molía espadazos contra el emperador, el que también tenía que esquivar a los terremotos, volcanes y meteoritos que lanzaba Moeg y a los puñetazos infundidos con magia de Supmir que eran devastadores.

Sin embargo, el emperador jugaba sucio otra vez. Usó un hechizo prohibido de debilitación, el cual literalmente los hacía menos resistentes. A lo largo de las horas, los ataques del emperador hacían daño visible a los tres semidioses. Poco a poco perdían energía, y se volvían exhaustos. El emperador, de pronto, aumentó su poder al máximo y lanzó una habilidad devastadora en el primer chance.

Intentaron resistir, pero no pudieron. Supmir cayó del cielo, sus habilidades empezaron a fallar, y se desmayó. Moeg le pasó algo similar. Las llamas de sus manos fueron decayendo hasta que casi no se veían y por último cayó, quedando moribundo aunque consiente en el suelo. Y por último, Tins cayó, aunque aún con fuerzas para caminar.

El emperador bajó al suelo. Aunque dañado, era el claro vencedor. Tins caminó lentamente al tirano. Intentó darle puñetazos, pero le quedaba tan poca fuerza que no logró ni hacer temblar la tierra, algo muy fácil para los estándares de un semidiós. El emperador decidió esperar antes de dar el golpe final, con el objetivo de humillarlos.

Tins caminó hacia sus amigos. Vió a Supmir, no sabía si desmayado o muerto. Vió a Moeg moribundo, sin fuerzas ni para hablar. Entonces, se derrumbó. Ya no le quedaban fuerzas. Mientras el emperador se acercaba para dar el golpe final, pensó en una promesa de hace mucho. Justo después de hacer que Setabiorpítam cumpliera su propósito original, se prometió si mismo salvar a Moeg. Se refería a quitarle la maldición, pero sentía que con esa promesa también se refería a salvar a todo lo que apreciaba de cualquier cosa.

Sin embargo, no tenía fuerzas para pelear, y su fin estaba cerca. Esto le dió ira. Le dió mucha ira. Su sangre hervía. Pero eso no le salvaría, o eso pensaba. Solo un milagro podría hacer a la victoria del emperador efímera y salvar al supercúmulo.

Tins, moribundo, tuvo una visión. De pronto estaba en una dimensión gris con una mística iluminación que no venía de ningún lugar. Frente a él, tenía una estatua de angel de tres metros. Esta estatua estaba viva y se movía.

-T: ¿Quién eres?
-  : Soy la muerte.
-T:¿Estoy muerto?
-  : No. Eres muy interesante, y poderoso.   Te daré este mensaje: Revisa tu dimensión de bolsillo.

Y Tins volvió en sí. Hizo lo que la muerte le dijo y abrió su dimensión de bolsillo con sus últimas fuerzas. Adentro encontró una joya, dividida en cuatro partes iguales de color verde, azul profundo, azul cian y blanco. Está joya la agarró y la apretó. Mientras el emperador se acercaba, Tins estaba muy, muy enojado. Era como una explosión, su corazón latía a miles de Hz y su sangre literalmente se convirtió en gas.

Esto normalmente lo hubiera matado. Sin embargo, su sangre gaseosa se volvió negra, luego morada, luego blanca. Roja, negra morada, blanca, roja, negra, morada, blanca. Cambiaba en ese orden. Su piel cambiaba con ella. Se volvía como el carbón, luego como sus ojos, luego como la nieve y luego como lava ardiendo. Empezó a cambiar más rápido, y más rápido hasta que hubo una explosión que emitía luz blanca.

La gema de la dimensión de bolsillo era una de las joyas que aprovechaban la ira para el combate. Sin embargo, la joya y el potencial infinito, lo que hacía a Tins tan fuerte tenía una reacción inesperada. Como la bomba de fisión y de fusión dentro de una bomba de hidrógeno, la ira de Tins activaba la joya. La joya volvía más fuerte a Tins y a su potencial infinito. El potencial infinito hacía a Tins más enojado y su enojo potenciaba la gema. El cambio de color de Tins no era más que esto en acción. Y al final de la reacción, justo como la bomba, había una gran explosión.

Tins había entrado en un estado de poder superior, en el que poseía habilidades cósmicas, y que si pudiera mantener permanente, definitivamente sería un dios. Solo su casco permanecía, y su armadura parecía que había desaparecido. Su piel parecía haber sido recubierta por un aura etérea que emitía mucha luz blanca.

Estaba completamente recuperado. El emperador, asustado, intentó atacar. Pero Tins lanzó un hechizo, solo de pensarlo, para que todo ataque del emperador fuera recibido por él y solo por él en su totalidad. El terreno no se movía, puesto que toda la energía de los ataques solo la recibía Tins. Este ni se movía por los ataques, como si no existieran. Lentamente caminó hacia Moeg, y con simplemente apuntarle, se recuperó completamente. Hizo lo mismo con Supmir, y les dejó un claro mensaje:

La pelea es mía.

Se viró al emperador y literalmente más rápido que la luz embestió al tirano, saliendo del sistema solar en pocos segundos. Con esa velocidad, fue estrellándolo contra un planeta, luego contra otro, y otro, y otro. Y por último, absorbió toda la energía de un sistema solar, la combinó con un montón de la suya, y la lanzó toda como un ataque, en dirección a una esfera que rebotaba energía con una efectividad del 100% y en la que había atrapado al emperador.

Está de más decir que está cantidad googológica de energía puso fin al régimen del tirano, destruyéndo a este por siempre. El poder del tirano fue absorbido por Tins gracias a su habilidad de volverse más poderoso tras vencer a alguien, y por eso este se volvió mucho más poderoso. Tins de un gesto desarmó al resto del ejército y a los aliados del tirano y los encarceló, y obligó por todos los medios a anunciar a la caída del tirano.

Poco después, tras Tins volver a su estado normal, se hizo una gran celebración.

El supercúmulo de galaxias tembló con la liberación de su represión. La victoria de los semidioses resonó en todo el espacio, trayendo esperanza y libertad a los planetas antes sometidos y marcando un capítulo en la historia del supercúmulo.

Trás los sucesos, Tins se volvió un líder querido y respetado por todos. Decidió poner orden en la estructura cósmica recién liberada del tirano.

Impuso una votación democrática en la que todos los Quadrillones de habitantes votaron. Fue un proceso transparente y justo en la que todos pudieron expresar y elegir su líder preferido, y la mayoría se la llevó el mismo Tins.

Tins, aceptando su nuevo cargo, gobernó con sabiduría. Impuso leyes y orden. Cada 1000 años, se debería hacer una votación de quien debería ser el emperador del supercúmulo, y un emperador no podía pasar más de 3000 años en el poder.

También dejó la fuente inagotable de energía para el bien común y nombró a su mundo natal como la capital del supercúmulo, su residencia. Supmir también se convirtió en el líder de la galaxia local democráticamente, él ya tenía experiencia de liderazgo.

Tins, mientras estaba en el poder, también promulgó la igualdad, la justeza y reparó el daño hecho por el anterior mandatario tiránico.

Los siguientes milenios se los pasó dirigiendo el supercúmulo, ayudando a todos e imponiendo orden y democracia, esperando al final de su mandato para volver a explorar, quizás hasta abandonar el supercúmulo y destruir otras posibles tiranías.

Así, la historia de Tins continúa, como un faro de esperanza a donde vaya.

La Historia de un Dios SabioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora