Postludio

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"Cuando dos almas deben conectarse, la ubicación, el tiempo y las circunstancias son irrelevantes. De repente se convierten en un imán y a pesar de sus esfuerzos de luchar contra el, el universo de alguna manera lo manipula todo a su favor. Y en ese momento, cuando finalmente ceden, nace un nuevo amor."

-¡Candie, despierta! La guardia empieza en 5 minutos y si no estamos ahí la doctora Stevenson nos regañará.

La voz de su amiga la sacó de aquel sueño que desde que tenía memoria siempre ha sido parte de su vida. Siempre el mismo sueño, un apuesto hombre de cabello castaño con una armónica entonando una triste melodía frente a una tumba, en su infancia despertaba llorando por la tristeza que la embargaba al escuchar esa melodía.

Amarrando su larga cabellera rubio fresa, fue que llegó justo a tiempo para la revisión de rutina en el hospital. Candie se encontraba de interna de cirugía en el hospital presbiteriano de Nueva York, su sueño era convertirse en una neurocirujana.

-Gracias por su presencia señorita Montgomery-la doctora Stevenson la recibió con una ceja levantada, pues ya era costumbre que la atolondrada Candie siempre llegará tarde- hoy revisaremos la evolución de la señorita Andrey, y revisaremos a un paciente especial, espero su discreción especialmente de las chicas.

Caminaron los largos pasillos del hospital, a su paso los pacientes y personal del hospital, saludaban a la hermosa doctora que siempre tenía una actitud afable a pesar del mal trato que en ocasiones algunos pacientes y superiores le prodigaban. Ese día en particular Candie se encontraba especialmente inquieta y ansiosa.

-¿Doctora Montgomery?-la fría voz de la doctora Stevens la sacó de su ensoñación.

-L..lo siento. Candice Andrey, 85 años. Cirugía de corazón abierto. Signos vitales estables- la dulce mirada de la anciana no dejaba de mirar a Candie mientras esbozaba una gran sonrisa en dirección de todos los presentes.

-Yo me encuentro bien, no hay necesidad de que pierdan el tiempo conmigo, anden, anden a terminar sus deberes- dijo la anciana- señorita Montgomery ¿Me permite un poco de su tiempo?

La doctora Stevens solo dirigió un asentimiento en dirección de Candie.

-¡Hoy es el día!-le dijo la anciana- pero anda mujer arréglate un poco que hoy por fin la cita del destino te ha alcanzado. Hazme el favor de abrir mi cajón y saca aquel diario.

Candie hizo lo que la anciana mujer le dijo, sacando un diario con el cuero deteriorado y unas iniciales doradas desgastadas C.W.A , aquel diario debía de tener casi 100 años, con reverencia y sumo cuidado Candie extendió aquel diario en dirección de la anciana mujer.

-Ese diario pertenecía a la hija adoptiva de mi padre, ahora es tuyo, te estuve esperando por mucho tiempo, tu y ese jovencito fueron muy escurridizos pero por fin se reencontrarán-los penetrantes ojos azul cielo de aquella anciana parecían saber cosas más allá del entendimiento de Candie.

-Gracias señorita Andrey, me retiro.

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Hacia más de un año de aquel fatídico accidente en aquella mañana lluviosa, aún recordaba esa fría mañana, Susannah le había rogado quedarse un poco más en cama, pero no podía llegar tarde a la cita con el nuevo inversionista. La lluvia solo había empeorado el tráfico, y con ello su retraso se haría más que evidente, solo estaba a media cuadra del consorcio familiar, así que sin preámbulos abrió la puerta del automóvil, solo para segundos más tarde ser embestido por una motocicleta, mientras su cuerpo daba vueltas por el aire y poco a poco se sumía en la inconsciencia lo último que vió fue un par de ojos verdes.

Por azares del destino, dicho accidente lo dejó parapléjico ante el desconcierto de los doctores, pues todos los estudios realizados confirmaban que sus nervios no habían sufrido daño alguno. El estado en el que se encontraba solo le ayudó para ver los verdaderos sentimientos de la que hasta en ese instante era su prometida, por alguna extraña razón la hermosa rubia de ojos azules Susannah Marston nunca fue del agrado de sus padres, Richard y Elizabeth Graham-Banner.

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