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[Cero en todo]

Pedro recuerda cuando su madre lo llevó al médico por su extraña insistencia en oler cada tanto las cosas cuando solo tenía 6 años.

Para sorpresa de todos, tenía Hiposmia en ese entonce, su olfato estaba reducido, pero podía percibir los olores fuertes, como cuando su madre preparaba croquetas y toda la casa se inundaba del aroma de ellas, o cuando la gente a su alrededor liberaba sus olores con fuerza.

Le habían dicho que podía ser temporal y que quizás en un par de años su olfato volvería al cien por ciento. Pero luego como por arte de magia, cuando tenía unos 10 y fue a la cocina para desayunar como costumbre, no sintió nada, ni el olor de su madre ni el de su desayuno. Ni un olor dentro de aquella casa que pudiera hacerlo sentir como en casa.

Anosmia fue lo que dijeron los medicos. Una perdida total del olfato posiblemente, sin manera de revertirlo o ayudarle. Su madre lo consoló, aunque a él no le molestaba mucho la situación. No la entendía en ese momento.

En la escuela habitualmente no era necesario oler las cosas para pasar de curso. Solo extrañaría el olor a las croquetas de su mamá.

Sus problemas aumentaron cuando su segundo género se presentó y nadie se había enterado. Habitualmente a los doce o trece tu olor empieza a salir de manera ocasional, te llevan a hacer exámenes y te dan los resultados con tu género nuevo. A él no le sucedió eso.

A los quince años por fin se preocuparon por su inexistencia de aroma y su padre estaba convencido de que su hijo menor era un Beta y lo llevó para hacer los exámenes.

Nuevamente lo consolaron porque al parecer, no tenía un aroma que desprender. Sus glándulas, las que se encargaban de ello, simplemente decidieron que no se encargarian y se desactivaron, como si de una máquina se tratarán. Eso lo desconcertó, pues como una podía ser posible que algo que su cuerpo debía hacer por naturaleza, simplemente no lo hiciera.

Por un momento no creyó ser un Omega, pues era imposible que no pudiera desprender ni un olor de su cuerpo. Hasta que tuvo su primer celo, donde aún en ese estado, ningún olor salía de él.

Su madre le había dicho a pesar de eso, sintió una pequeña y fragancia en esa etapa, pero era su madre, ella le diría cualquier cosa con tal de verlo bien y darle una pizca de esperanza.

Su vida en la escuela se baso en fútbol y entrenar, sus notas no eran malas, eran la media, lo bueno para pasar de curso y eso era suficiente para él. En su clase y en otras había gente que a su lobo y a él, le parecían atractivas nunca llegó a nada con nadie, pues siempre -al parecer- le coqueteaban o insinuaban mediante feromonas, no mentiría que si sentía un pequeño revoltijo en el estómago y escalofríos al estar en esas situaciones con gente. Pero nunca le había contado a nadie de sus condiciones y al no responder de la misma forma con su aroma, adiós a cualquier posible interacción romántico o sexual con alguien.

Hasta el día de hoy le pasaba, y eso que nisiquiera buscaba a gente con quien estar ni por un rato.

Para jugar fútbol no se necesitaba de un olfato o aroma, literalmente solo era correr una pelota si lo miramos de una forma normal y al no tener aroma, era más fácil mezclarse con las casta contrarias.

Se evitaba los problemas como tener que usar inhibidores de aromas y supresores lo suficientemente fuertes como para evitar sentir el olor de otros. Además de que siempre que tenia su periodo de celo, se iba antes a su hogar luego de los entrenamientos para pasársela en su casa todo lo que durará este.

Aún así, aunque veía el vaso medio lleno y se ponía contento por no tener que pasar la mitad de las cosas que le pasan a la población de su misma casta, su Omega era un triste lobo que sólo le pedía algo de amor en su vida, y no cualquier tipo de amor. Sentía muy dentro como su lobo se sentía solo y eso lo hacía sentirse solo, más en la época donde necesitaba de un Alfa.

No deseaba ser dependiente de uno, pero siempre que veía parejas, algo se movía en su pecho. Envidia quizás, pero estaba seguro de que nadie en la tierra, le gustaría estar con un Omega de su estilo. No uno como él.

–¿Quieres ir a cenar luego?– escucho a Gavi sentándose junto a él en el vestuario.

El murmullo y suspiros de sus compañeros allí por el cansancio del entrenamiento era audible, todos hablando con todos, aunque estuvieran con más ganas de irse a sus hogares que nunca.

–Quizás, tendría que ver mi agenda– bromeo sonriendo mientras guardaba algunas cosas en su mochila

–¿Tienes una cita con un alfa o algo Pedri?– le siguió el menor y la mitad del vestuario volteo hacia ellos

–¿Tienes Alfa bro?– soltó Balde al escuchar nueva información

–Nunca creí que te gustaran– dijo Lewandowski dejando la botella de agua en el banco

—Soy Omega, obvio me gustan– aclaro con obviedad casi ofendido, dejando a más de uno sorprendido –yo no a ellos, eso, eso e' otra cosa

Se levantó acomodando su sudadera y tomó su bolso para dirigirse a la salida del lugar, dejando a más de uno con dudas en la mente.

–No tengo Alfa y Gavi, mi agenda esta llena, la siesta ocupa toda

Gavi se quejo y Pedri se fue escuchándolo de fondo mientras soltaba un suspiro cansado sin ganas de pensar en nada. Bueno pensar en la siesta que se iba a hechar lo hacía sonreír como un tonto. Además, no tenía ganas de que su amigo hablara de cosas que quizás no entienda. Como en los ligues o cosas de clase que no compartían.

Llego a su auto en el estacionamiento y al entrar a este tiro todo su peso sobre el asiento relajándose un poco, sintiéndose seguro en su pequeño espacio propio. Hacia eso amenudo, luego de entrenamientos o partidos de práctica, su mini era su lugar para él y su lobo.

Prendió la radio y tarareando la canción de la estación, se preparo para salir del sitio, pensando en que cenaria esa noche y que película podría ver junto a Fer.

Al voltear su cabeza para ver por la ventana que no viniera nadie, se asusto cuando vio la cara de alguien frente a su ventana, quien le saludaba pidiendo que baje el vidrio. Algo que hizo al instante.

–Ferran joder macho no te aparezcas así, un infarto casi me da

–Lo siento, era para darte esto –una botella azul le fue entregada por la ventana –Ansu dijo que era tuya, lo es?

–Debí olvidarla al irme tan rápido, gracias –no había revisado si guardo todo, lo único que quería era irse y más cuando empezaron a hablar sobre si tenia un Alfa

–Bueno, me voy, buena suerte en tu cita

–¿Qué cita?

–La de tu Alfa –aclaro con algo de confusión en su voz

–Yo no tengo Alfa

–Y yo no tengo Omega

Pedri levantó un ceja confundido por el extraño encuentro de palabras y aclaraciones con su compañero, solo se digno a cerrar la ventanilla y irse lentamente, dando marcha a atrás, saliendo del aparcamiento.

Raro. Pensó para si mismo

Ferran era un poco raro, y eso sí lo mirabas con un solo ojo. Era un Alfa raro, pero con quien te podías hechar algunas risas de vez en cuando.

Eso no le quitaba lo raro de la situación anterior. Aunque su Omega ya estaba especulando el porque es aclaración de que, no tenía un Omega.

Defectuoso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora