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—¡Señor Crowley!—Muriel estaba muy emocionadx y sorprendidx, pero felíz, habían pasado semanas desde que Anthony no iba a la librería.

El demonio se veía más decaído que la última vez, sí, sí podía ser más delgado, bebía tanto que su estado día a día era ebrio, sus ojos estaban hinchados y su voz más rasposa, el escribano aprendió sobre el cariño a otro ser y su puro corazoncito se rompió un poco al ver el estado del demonio, el único ser que lx había validado y visibilizado.

—¡Oh, vamos Muriel!— exclamó tambaleándose desde la entrada de la librería—¿Cuántas veces debo pedirte que no me llames señor? No soy tu jefe, en todo caso soy algo así como tú tío millonario y borracho que te enseña los placeres de la vida—Bebió directamente de la botella—después de todo, solo soy un caído, ¡LA SERPIEEEENTE DE LA TENTACIÓN QUIEN NO MERECE SER AMADO NO IMPORTA LO QUE HAGA NI CUANTO PROTEJA A LA HUMANIDAAAAD!—Muriel soltó una lágrima, en verdad quería mucho a Crowley como eso a quien los humanos llaman "padre", el demonio hizo una pausa y miró de arriba a abajo al angelito—te ves bien, te ha sentado bien estar a cargo de la librería... ¿Qué te pasa?

Muriel también había aprendido a tener carácter, otra cosa que agradecerle a Anthony.
—Crowley, en verdad lamento muchísimo que Aziraphale no haya reaccionado como tú esperabas—su voz comenzaba a entrecortarse—pero ¿Sabes quién sí se quedó? ¡YO, CROWLEY, Y TAMPOCO TE DAS CUANTA DE CUANTO TE QUIERO Y ME LASTIMA VERTE ASÍ PORQUE NO PUEDO AYUDARTE, NO PUEDO HACER QUE EL SEÑOR FELL VUELVA Y ESO ME HACE SENTIR INÚTIL E IMPOTENTE, YO TAMBIÉN TE NECESITO, YO TAMBIÉN TENGO MUCHO QUE APRENDER DE LA TIERRA Y NO PUEDO SI ESTÁS EBRIO TODO EL TIEMPO!—aprendió a forjar carácter, no a poner palabras a sus sentimientos sin que éstos la rebasaran en forma de cascadas que brotan de los ojos.

El caído estaba realmente abrumado por las palabras de su protegidx, apenado y sorprendido—Muriel... Espera—regresó a su estado sobrio—oye, eres muy inteligente y de los seres más perspicaces que he conocido en más de 6000 años—El joven ángel lo interrumpió.

—No puedo hablar ahora, necesito recuperarme de esto, vuelvo en un rato.

Muriel dejó la librería azotando la puerta

Crowley se supo solo de nuevo, se sentó en la silla de su ángel, en su cabeza sabía que Aziraphale debía haberle dejado algún mensaje de lo que estaba haciendo, alguna señal. Pero también estaba cansado, había buscado ya en casi todos los rincones de la librería, pero nada, sus ojos amarillos y reptilianos lagrimeaban de nuevo, el ángel no supo cuán roto estaba su demonio, Anthony abrió otra botella, y la empinó directamente en sus rosados labios, bebió y lloró.

—Aziraphale... Arcangel Supremo Aziraphale... Qué ridículo título para un idiota como tú, ahora sé que también Muriel se siente abandonadx por tí y comparto su sentir, ¿Cómo voy a contenerlx si yo no puedo manejar esto que siento, extraño tus ojos, tu sonrisa y tú extremadamente desesperante manera de ser tan correcto y agradable...—

—Crawley— el demonio se sobresaltó. Una voz en eco resonó en su cabeza, quizá ya imaginaba cosas— Crawley...— Anthony apretó la mandíbula y frunció la frente—Crawley...
Claramente no era su nombre pero lo estaba pronunciando alguien que sabía bien quién había sido.

El demonio se levantó del cómodo sillón de Aziraphale, dió un largo trago al vino—No estoy de humor para jugar a la librería encantada—e invocó una flama al chasquear los dedos, lista para atacar.

Las lágrimas contenidas del hermoso ángel caído comenzaron a brotar, casi nada tenía sentido desde que Aziraphale volvió al cielo. Estaba harto y pensó que quizá lo mejor es que si habría un ataque, podría deslindarse de toda responsabilidad y dejar que lo destruyeran de una vez.
—¿Por qué no vienes de una vez? ¡Da la cara!—La campana de la librería tintineó .

Una hermosa mujer entró tranquilamente en la librería, el cabello era rojo como el de Crowley, pómulos pronunciados y cuerpo que solo de verlo podría hipnotizar a cualquiera.

—Vaya, Crawley no hay necesidad de gritar, sabes que mi especie no puede entrar a voluntad a... ciertos lugares— dijo señalando con un elegante movimiento de su larga mano la libreria. El demonio abría los ojos en sorpresa, dió otro trago al vino directo de la botella, la dejó en la mesita y dió pasos acelerados hacia ella.
—Lilith...— se abrazaron, el ángel caído lloraba a mares, intentaba hablar pero no podía pronunciar nada—

—Sácalo, mi amor, ya estoy aquí—Lilith acariciaba el cabello largo y enredado de su demonio, quien apretaba su cuerpo contra el de ella con fuerza y desesperación mientras dejaba deshidratarse desbordando su tristeza por los ojos, estuvieron así por varios minutos, la madre quería que Crowley se secara del rechazo constante que había sufrido durante siglos.

Crowley aflojó el abrazo y miro a su reina a los ojos, se sorprendió al ver que tambien eran de serpiente, pero rojos, ella le ofreció una sonrisa.

—Llevamos la misma maldición—

—Lilith ¿Fue...?—

—No mi amor, al igual que a ti, dios fue quien me puso está condición, recuerda que ambos decidimos cuestionar las—Lilith hizo ademanes en forma de burla—las inefables leyes del creador—una sonrisa pícara se dibujó en la boca de la pelirroja quien tomó la cara del ángel caído entre sus manos y se acercó a él.
—Crawley...

—Es Crowley ahora, Lilith.

—Oh, disculpa. Crowley, decidí venir porque no tolero saber que estás mal, pero también debo decirte que ha habido rumores en el infierno sobre como se están manejando las cosas en el cielo—soltó al caído, quien no pudo evitar sentir un cosquilleo de angustia en el pecho, no pudo evitar pensar en que Aziraphale estaba en peligro.

—Por favor dime qué Aziraphale está bien—

—No lo sabemos, Lucifer y yo  tuvimos  contacto con algunos celestiales hace unos días y mencionaron una "nueva administración que ya había eliminado estorbos" —Crowley se estremeció del terror—Crowley, solamente hay un ser que puede ayudarte en la tierra y quizá no te guste.

El pelirrojo estaba sudando de la angustia, su respiración era acelerada y temblaba. Era demasiado y la impotencia de no poder llegar al cielo así como así y sacar al amor de su existencia para regresarlo con él, pensar en que quizá lo habían borrado del libro de la vida... Crowley vio fijamente los ojos de Lilith.

—Lo lamento mucho, mi amor, pero tienes que buscar a Caín.

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