𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟕: 𝐄𝐥 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐞í𝐚 𝐝𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝𝐨𝐬
"Ven, y cuéntame la verdad.
Ten piedad.
Y dime, ¿por qué? ¡No, no, no!
¿Cómo fue que me dejaste de amar?
Si yo aún podía soportar
tu tanta falta de querer."Mon Laferte; Tu tanta falta de querer
La lluvia continuaba cayendo, mezclándose con las lágrimas en mi rostro. Kakucho permanecía en silencio a mi lado, como si de repente hubiera cambiado de opinión sobre lo que estaba haciendo. Me limpié la cara con las mangas de mi chaqueta y traté de recobrar la compostura.
Después de un rato en silencio, se puso de pie y extendió la mano para ayudarme a levantar.
—Vamos, te llevaré de vuelta a Shibuya.
Me quedé mirándolo con desconfianza, pero decidí seguirlo. La persecución había terminado, al menos por ahora. Caminamos juntos por las calles mojadas, en silencio. No sabía si podía confiar en él, pero estaba agotada, no solo físicamente.
¿Por qué te buscan, Mako?
Tardamos bastante en llegar, pero al hacerlo Kakucho se detuvo y se volvió hacia mí.
—Supongo que conocerás Shibuya mejor de lo que conoces Shinjuku.
Asentí con la cabeza, sin decir una palabra. Me alejé de él y caminé rápidamente hacia mi piso sin mirar hacia atrás. Mi corazón aún latía con fuerza, pero al menos estaba a en casa.
Al entrar en mi apartamento me dejé caer en el sofá. La adrenalina comenzaba a disiparse y no lograba mantener los ojos abiertos del todo. No sabía qué hacer ni a quién acudir, sobre todo porque Makoto siempre era quien hablaba con los de la pandilla. Mi hermano seguía desaparecido, y ahora estaba en el radar de personas peligrosas.
Me obligué a levantarme, porque, como mínimo, tenía que ver qué me faltaba en la habitación. Realmente era todo. No quedaba más ropa que el uniforme que usaba cuando iba al instituto y un par de cosas que no entraban en la maleta esparcidas por la cama. Estaban los cuadros, mi guitarra, las estanterías y los muebles. Pero se sentía vacío. Abandonado. Me derrumbé en el suelo y comencé a llorar de nuevo. Por mí, por Mako, por las maletas, por la estúpida pandilla, por el bar. Por todo.
...🥀...
Kakucho no se molestó en seguirla hasta su casa. Con el simple dato de que vivía en Shibuya podrían descubrir su edificio en menos de dos horas. Volvió al bar en el que se había encontrado con la chica de pelo rubio y ojos avellana, Baudelaire. Todo estaba en su sitio, incluyendo la maleta y la libreta de la chica. Se sentó en la misma mesa de antes y pidió un café cargado antes de abrir el cuadernito.
Hojeó la libreta con curiosidad, leyendo algunas de las palabras que había escrito la chica. Había dibujos, poemas, pensamientos dispersos. Conversaciones. ¿Por qué una alguien escribiría todo en un cuaderno en vez de decirlo? ¿Acaso no lo había hecho solo con él? ¿Realmente ella no podía hablar? Algo llamó la atención del chico, lo mismo por lo que se había acercado a Lissette: un dibujo de Izana. Podría haberse dicho a sí mismo que, tal vez, era otra persona y que solo era una coincidencia, pero estaba demasiado bien hecho. Además, había dibujado los pendientes que siempre usaba.
Kakucho frunció el ceño mientras observaba el dibujo detenidamente. ¿Por qué la chica tenía un dibujo tan detallado de Izana? ¿Y por qué lo guardaba en su libreta? Las sospechas comenzaron a formarse en su mente, pero antes de sacar conclusiones apresuradas decidió analizar la situación con más cautela.
Levantó la vista de la libreta y miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera prestando atención a lo que hacía. Después, volvió a centrarse en el dibujo. Parecía demasiado realista para ser simplemente un trazo casual. ¿Acaso la chica conocía a Izana más allá de un encontronazo fortuito? ¿O tal vez solo era una admiradora?
Terminó su café de un trago y pagó la cuenta antes de salir a la calle con la maleta en una mano y la libreta en otra. La soltó unos segundos y se puso la capucha para resguardarse un poco de la lluvia. Siguió caminando con los sonidos de sus pasos y los coches perforando sus tímpanos. Repasaba mentalmente todos los detalles que había descubierto hasta ahora. La chica no podía hablar, o al menos no lo había hecho con él, y parecía comunicarse principalmente a través de su libreta. Pero ¿por qué guardar un dibujo tan detallado de Izana? ¿Qué conexión tenía con él?
Sus pensamientos se detuvieron cuando divisó a lo lejos la entrada de su edificio. Con pasos decididos, se dirigió hacia allí, manteniendo la libreta cuidadosamente guardada bajo su chaqueta para protegerla de la lluvia.
Una vez dentro de su apartamento, dejó la maleta en el suelo y se sentó en el sofá, con la libreta en sus manos. La abrió de nuevo, esta vez con más determinación, dispuesto a escudriñar cada página en busca de pistas que pudieran revelar la verdad detrás de la misteriosa conexión entre la chica e Izana.
El cuaderno estaba casi acabado. Pocas páginas antes del dibujo de Izana había una posible discursión que él leyó casi con tristeza, aunque no pudo saber qué dijo ese tal Mako (quien supuso que sería su hermano, Makoto Saito, con quien, a menos que le hubiera mentido respecto a su apellido, no compartía el mismo).
"Algo más está pasando. Esto va más allá de una pelea de pandillas. ¿Qué es lo que no me estás contando, Mako? Sabes que puedes confiar en mí. Todos allí lo saben."
¿De qué habla?, se preguntó. ¿Lo dijo por la pelea?
Y, aunque no tenía claro qué pasaba, supo que debía hablar con Izana. Y, después, si la ocasión se daba, tal vez hasta hablaría con ella.
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Más allá de palabras// Izana x Oc
FanfictionEn medio del caos de la pelea, llegó hasta ella el rumor de destellos blanquecinos. Solo fue un segundo, pero sus ojos entrechocaron. Estaba recubierto de sangre y suciedad. Tenía un labio roto y parecía agotado, sediento. De nuevo, la culpa pesaba...