JUNGKOOKDoy una señal a todos mis hombres y observo como uno por uno van entrando al túnel, usando las linternas de sus armas como único medio para iluminar el estrecho camino. NamJoon y yo nos quedamos atrás del grupo, acompañados por otros tres esbirros.
El largo pasaje es frío y nuestros pasos se escuchan con fuerza, resonando a través del eco. Mi pulso se acelera y mi respiración se agita a medida que avanzamos, forzo mis sentidos a permanecer activos y agudos, mi lobo va tomando cada vez más el control sobre mi cuerpo.
Para cuando llegamos a la entrada, todos se detienen mientras que HoSeok saca la llave especial de su bolsillo, que días atrás nos facilitó Angelo. Me echa una última mirada para pedir permiso de seguir y con un simple asentimiento de mi cabeza y un giro de su muñeca, se desata nuestro ataque.
El pasadizo se abre lentamente y el agarre en mi pistola se aprieta, viendo la pared deslizarse a un costado. Una tenue luz nos recibe a medida que avanzamos, teniendo cuidado con nuestros pasos.
Mientras más tiempo tarden en detectarnos, mejor.
Reconozco los estantes llenos de uniformes y demás utensilios de limpieza que se mostraban en el video que SeokJin pudo capturar.
Taehyung abre la puerta lentamente y puedo notar que sus ojos están ahora amarillos, indicando que su puma ha tomado el control.
Da un rápido vistazo al pasillo para ver si hay algún enemigo a la vista.
Alza su mano con el pulgar arriba dando luz verde para seguir. NamJoon y yo le damos silenciosas indicaciones a los hombres para que sigan y se distribuyan, puedo ver como varios ajustan las armas a la altura de sus hombros y se esfuerzan por mantener sus pasos sigilosos.
Me muevo con mi primo al lado mío una vez todos los esbirros han salido. A pocos pasos escucho un golpe sordo detrás de mí y cuando me giro es para comprobar que Derek ha degollado a un hombre y deja su cuerpo laxo en el piso con cuidado.
NamJoon me da un codazo para que me enfoque nuevamente, así que mis pies retoman su andar. Sostengo la pistola con ambas manos y mi chaleco antibalas está un poco ajustado, pero le resto importancia.
Solo tengo un objetivo entre ceja y ceja y planeo encontrarlo antes de que termine la noche.
Más adelante está HoSeok arrodillado y señalando un pasillo frente a él, indicando el camino que debo tomar. Asiento y me dirijo en esa dirección, pero justo en ese instante se escucha un fuerte grito proveniente del jardín... Y ahí es cuando el infierno se desata.
Sin darme tiempo a reaccionar, escombros caen sobre mi cabeza a medida que las balas impactan en las paredes y destrozan valiosos objetos distribuidos a lo largo de la enorme propiedad.
Mis hombres luchan por defenderse lo mejor que pueden y poco después, una potente alarma suena, originando un molesto pitido en mis oídos y la luz, antes tenue y blanca, ahora es de un intenso rojo, haciendo difícil poder diferenciar quién es quién entre la multitud de hombres armados.
—¡Jeon , debemos apurarnos! — el grito de NamJoon resalta entre todos los demás sonidos y los dos corremos a través del pasillo que nos había sido antes indicado.
Varios enemigos tratan de impedir nuestro camino, pero NamJoon y yo rápidamente nos deshacemos de ellos con nuestra ágil puntería.
Mi lobo ahora está a cargo, siento el cambio en mis ojos al igual que ahora mis colmillos raspan la piel de mi labio inferior y mis garras están completamente extendidas, haciendo un poco difícil maniobrar el control de mi arma, pero rápidamente la ajusto para mi comodidad.
Seguimos corriendo, pero al llegar al final del pasillo, se abre en dos direcciones, dejando dos posibilidades a las cuales acudir.
—¡Maldita sea! — mascullo entre dientes, justo antes de que una de mis balas impactara el cráneo de un bastardo que se precipitaba hacia nosotros.
—Podríamos separarnos, pero no sé si esa es una buena opción ahora — ambos nos agachamos y nos refugiamos tras una pared al escuchar los pasos de más hombres acercándose a nuestra dirección.
—No seas imprudente, NamJoon — lo reprendo y disparamos para defendernos del grupo que nos alcanzó —. Debemos permanecer juntos, no sabemos cuánto tiempo les tomará a los demás librarse de...— disparo a uno en la pierna, rematando su cabeza una vez cae al suelo chillando de dolor —. Librarse de los otros hijos de puta.
—¡Ya lo sé, joder! — gruñe —. Pero si logras llegar hasta el jodido Dimitri y lo terminas, eso será suficiente para detenerlos a todos — mantenemos nuestra posición y tuve que usar dos de mis cartuchos para contraatacar. Mi cuerpo está cubierto por una capa de sudor y el olor a pólvora y sangre en el aire es denso y molesto para mi sensible olfato.
—¡Debemos avanzar, NamJoon ! — le indico, continuando con las ráfagas de fuego —. ¡No podemos quedarnos aquí para siempre! — mis músculos palpitan por la tensión y el exceso de adrenalina.
Más pasos se escuchan por el camino por donde vinimos y ambos nos preparamos para seguir matando, cuando percibo de quien se trata, no puedo evitar que un suspiro de alivio escape de mis labios.
—¡¿Pero qué demonios hacen todavía aquí?! — Derek gruñe, agachado a nuestro lado.
—Vaya, Capitán Obviedad. Por si no te has dado cuenta, estamos acorralados — entonces, otra lluvia de balas cae sobre nuestras cabezas. Los tres hacemos nuestro mejor esfuerzo para protegernos.
Apuntando con agilidad a nuestros objetivos y logrando eliminar a gran parte de ellos.
Recibo un disparo en mi hombro, pero por fortuna atina a mi chaleco antibalas. Saco la pieza metálica aún caliente del agujero y la arrojo a un lado. La piel de mi hombro empieza a arder.
—¡Joder, debes irte, Jeon ! — NamJoon gruñe, luego se levanta, dispara dos veces y se vuelve a agachar —. ¡Nosotros nos encargamos aquí, te cubriremos!
—Bueno, Capitán Inteligencia — concentro mi atención en mi primo —. Te recuerdo que hay dos caminos para tomar y no tengo idea de cual de los dos me llevará hacia él.
—¡Mierda! — los tres disparamos al mismo tiempo y cuando creímos lograr controlar la situación, más hombres aparecen en la escena —.¿No puedes olerlo? — cambio el cartucho por uno totalmente cargado y disparo.
—No hay tiempo para esta mierda — Derek procede a quitarse el chaleco y la camisa, yo lo observo confundido hasta que caigo en cuenta de lo que va a hacer —. Tendrás que improvisar, Jeon . Te cubriremos el tiempo necesario para que te vayas, dependerá de ti encontrar a ese maldito.
—¡Asegúrate de que sufra, compañero! — mi primo grita para entonces disparar otra vez, dándole la oportunidad a Derek de invocar el cambio.
En donde antes estaba de pie un hombre, ahora lo está un grande y corpulento tigre de bengala. Sin perder el tiempo, se precipita hacia nuestros enemigos, utilizando su potente fuerza y fluidos movimientos.
—¡Ahora, Jeon ! — NamJoon se levanta y presiona el gatillo, otorgando la distracción que necesitaba para abrir mi camino hacia uno de los pasillos, esperando que mi decisión haya sido la correcta.
Corro con toda la fuerza y velocidad que mis piernas me permiten y escucho los gritos de dolor y los gruñidos animales a mi espalda. Echo un vistazo para notar que NamJoon se ha unido también a Derek, ahora luciendo el cuerpo de un poderoso y rojizo lobo.
Trago grueso ante la sangrienta escena y sigo corriendo. El pasillo es bastante largo aunque sin muchas puertas a su alrededor, pero aún así me mantengo en alerta por cualquier ataque. Después de unos minutos, me aprovecho de mi soledad y me detengo.
Cierro los ojos, inclinando la cabeza hacia atrás, las aletas de mi nariz se mueven al tiempo que olfateo el aire, tratando de detectar su rastro.
Después de unos pocos segundos, lo consigo.
Allí está. Bastante débil y sutil, pero sin duda le pertenece a él. Abro los ojos y mis pies avanzan automáticamente, persiguiendo el delgado hilo de su desagradable existencia. Mis pulmones queman por el esfuerzo de respirar, lo ignoro, demasiado concentrado en encontrar mi objetivo.
Finalmente, al final del corredor, encuentro una gran puerta de madera oscura con una redonda perilla de oro. El olor se va haciendo cada vez más intenso a medida que me acerco, así que corro aún más rápido hasta que estoy frente a ella y sin perder tiempo en cordialidades, me impulso y la abro de par en par con una poderosa patada.
Es ahí cuando lo veo. Sentado detrás de su escritorio, con una arrogante sonrisa en el rostro y una pose relajada como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
—Hasta que por fin llegas, Jeon — lentamente se levanta y rodea la mesa —. Te estaba esperando.
—Pronto desearás no haberlo hecho — doy dos pasos hacia adelante, entrando sin apartar la mirada de él —. Tú y yo tenemos asuntos que solucionar, pedazo de mierda.
—Oh, vamos — procede a quitarse el saco de su traje —. ¿En serio quieres avanzar tan rápido a la parte divertida? — suelta su corbata y desabrocha su camisa —. ¿Qué dices si arreglamos esto con nuestros animales?
Honestamente la mano me tiembla por apretar el gatillo, atravesar una bala justo entre sus cejas y observar el pequeño hueco sangrante por largo tiempo, pero debo admitir que las ganas por sentir su piel desgarrarse bajo mis garras, parece la opción más atractiva en este momento.
Coloco mi arma encima de una pequeña mesa frente a mi y suelto los broches y los cierres que atan el chaleco antibalas a mi cuerpo. Él sonríe al ver que he aceptado su propuesta, quitándose el pantalón y los zapatos.
Nuestras miradas no se desvían del otro en ningún momento y sin ánimos para preocuparme por pequeñeces, arranco mi camisa de un tirón. Los botones salen volando en el aire, cayendo con tintineos en el suelo.
—Que comience el show — tararea, con una arrogante sonrisa.
En un parpadeo, un enorme león está de pie desafiante frente a mí. Su oscura y enorme melena rodeando la piel de su cuello, exponiendo sus largos y grandes colmillos en señal de amenaza. Con un poderoso gruñido se abalanza hacia mí, tratando de lastimarme con sus garras, aunque no lo logra ya que rápidamente lo esquivo.
El muy maldito juega sucio, no me ha dado oportunidad de cambiar cuando ya está de nuevo tratando de enterrar los colmillos en mi garganta. Retrocedo y mi cadera choca contra el escritorio, así que me subo y rodando sobre mi espalda, logro caer del otro lado. Aunque esta vez sí logra lastimarme.
Cuatro largos pero delgados rasguños se entienden por mi brazo, gotas perladas de sangre brotan y se escurren por mi piel. El dolor no es tan intenso ya que enseguida mi habilidad de curación comienza a actuar, pero es la furia la que se expande en mi interior de manera explosiva.
Rápidamente me quito los zapatos y aunque lucho un poco con mi cinturón, el pantalón y la ropa interior se deslizan por mis piernas, hasta que estoy completamente desnudo. Invoco al cambio.
La piel se contrae, los huesos se rompen y se reajustan, una pesada capa de pelaje pasa a cubrir todo mi cuerpo. Ahora es mi lobo quien se eleva desafiante en sus patas, devolviéndole la provocación al león con ferocidad y determinación.
Los dos nos miramos, con colmillos expuestos en amenaza, gruñidos fluyendo de las gargantas y garras extendidas, preparadas para perforar todo a su alcance. Es él quien ataca primero. Soy más grande que él, tanto así que el espacio de la oficina se ha reducido significativamente, así que además de vigilarnos entre nosotros, también tenemos que procurar no chocar contra algún objeto y perder torpemente el equilibrio, dejando flancos expuestos y vulnerables.
Para él es una ventaja ya que debe conocer cada rincón en el lugar, es por eso que se lanza confiado con un ágil movimiento, tratando de cerrar la mandíbula en mi garganta, aunque puedo esquivarlo dando un salto a un lado, mi cola derrumbando adornos alineados encima de un estante. Eso lo toma por sorpresa y aprovecho ese espacio para brincar sobre mis patas traseras y enterrar mis colmillos en su costado.
El león chilla y gruñe de dolor, su cabeza impacta en mi cuerpo, logrando apartarme. Gruño en satisfacción cuando veo la gran mancha de líquido rojo que se forma en su pelaje y gotea en la alfombra. Pero antes de que pueda saborear mi victoria, sus garras perforan la carne de mi lomo, desgarrando y llevándose un gran trozo a su paso.
Mis patas se desestabilizan un poco y me tambaleo para alejarme de él.
Jadeo con pesar, un dolor explosivo se expande rápidamente a través de mi flujo sanguíneo. Siento mi pelo humedecerse por los montones de sangre que pierdo sin control.
Joder, esto va mal, lo cual en sí es una sorpresa.
Se las arregló para que la herida fuera profunda, de esas que son realizadas con el especial objetivo de debilitar a su oponente. A duras penas puedo esquivar un nuevo ataque dirigido a una de mis patas traseras y él parece notar mi débil estado, ya que vuelve a lanzarse sin darme coyuntura a reaccionar.
Ahora rasguña mi costado izquierdo al nivel de las costillas, sacándome un aullido de dolor, me tambaleo para poder alejarme de él. Me siento mareado, la rápida pérdida de sangre me está empezando a afectar. La energía me abandona y estoy teniendo problemas para respirar. En este punto ya no sé qué hacer... Y temo que una vez más logrará salirse con la suya.
«Regresa a mí, Jeon ». Sus palabras hacen eco en mi mente e imágenes de su hermoso rostro hacen flash a través de mis ojos cerrados. SeokJin ... Mi dulce SeokJin .
Siento como si fuego fluyera a través de mis venas, mi corazón retumba con bombeos frenéticos dentro de mi pecho, el repentino flujo de energía poco a poco me fortalece. «Prométeme que volverás».
«Lo haré, amor mío. Siempre cumplo mi palabra». Abro los ojos y la determinación me atraviesa con una fuerza que no había sentido antes. Me siento listo, mi pecho vibra por el profundo gruñido que surge en mi garganta, mis ojos se fijan en mi objetivo.
Y ataco.
Obviamente no se esperaba mi súbito movimiento ya que le toma unos segundos reaccionar, pero fueron más que suficiente para mí. Mis garras se entierran en la piel de su costado y su cabeza se inclina hacia atrás, aullando de dolor y esa es justamente la oportunidad que estaba esperando.
Mi mandíbula se bloquea en su cuello, mis colmillos perforan la carne y chorros de sangre inundan mi boca. Él se retuerce y se agita, tratando de hacer que lo libere, pero en vez de eso presiono aún más fuerte si es posible.
Se mueve y choca con los muebles y su escritorio. No sé cuánto tiempo duramos así, hasta que finalmente cae desplomado en el piso, tiñendo de rojo la alfombra blanca que adorna el centro de la estancia. Ambos estamos jadeantes y heridos, pero es él quien se encuentra en peor estado, sus miembros laxos y sin energía para seguir moviéndose.
Planeaba terminar y desgarrar su garganta, pero entonces tiembla y se retuerce, hasta que es ahora el cuello de un hombre el que sostengo en mi agarre.
—S-suéltame, maldito... — farfulla, sus dedos tiran de mi pelaje, tratando de apartarme —. B-basta...
Lucha una buena cantidad de tiempo debajo de mí, pero no lo suelto hasta que sus brazos caen rendidos otra vez y mi mandíbula ya comienza a doler. Renuente a tragarme su sangre, dejo que se escurra entre mis dientes. Cierro los ojos, tomo una profunda respiración y convoco al cambio.
Ahora estoy sobre mis pies y me apresuro en recuperar mis pantalones detrás del escritorio, deslizándolo por mis piernas y cerrando el botón una vez la tela abraza mi cintura. Él no se mueve, se queda allí tendido en el piso, jadeando y quedándose de dolor.
Sus heridas aún sangran profusamente y dudo que se curen debido a su débil condición. La satisfacción me causa una indescriptible euforia, me acerco y me quedo de pie, observándolo con todo el desprecio y el asco acumulado en mi alma.
—M-mátame de una puta v-vez, jodido b-bastardo — una mano cubre su cuello y aprieta, intentando menguar un poco el dolor o la hemorragia, no estoy seguro —. Si n-no lo haces, no d-descansaré hasta tenerlo d-de nuevo en mi p-poder — la furia quema por mis venas, pero permanezco inmóvil — ¿La pequeña p-puta te contó l-lo mucho que g-gozó cuando lo tomé? ¿Cuánto lo hice g-gritar? — inclino una pierna hacia atrás y la impulso hacia adelante, dándole una poderosa patada en las costillas. Él se retuerce, adoptando una posición fetal, luchando por volver a respirar.
—Jamás volverás a poner tus sucias manos sobre él, maldito canalla — mascullo entre dientes y escupo su cuerpo ensangrentado —. Hoy será tu último día con vida, ya no causarás más daño Dimitri. Ni a él, ni a nadie — se ríe... Una risa ahogada, que suena más bien a gárgaras debido a la sangre en su boca. No puedo evitar que el vello de mi piel se erice.
—¿Alguna v-vez te di-jo que fui yo el q-que lo dejó sordo? — mis ojos se abren en sorpresa y debe haber notado la incredulidad en mi rostro ya que se ríe de nuevo —. M-me descubrió teniendo u-una conversación con m-mi padre por teléfono. Me insis-tio en que no escuchó nada. Pero aún así... — sus ojos se conectan a los míos y su sonrisa se ensancha, sus dientes rojos por la sangre —. Me aseguré d-de que no lo v-volviera a hacer.
—¡Eres un maldito hijo de perra! — me arrodillo encima de él y empiezo a golpear su jodida cara.
Golpe, tras golpe, tras golpe.
Mis nudillos se entumecen a medida que siguen impactando sus huesos. Después de un rato, la sangre desfigura sus facciones y continúa escurriéndose en la alfombra. Sus quejidos y sus lamentos ya no se escuchan, pero aún así mi furia no es aplacada.
No sé cuánto tiempo duro así, cubriendo su cuerpo inerte y golpeando sin compasión. Hasta que unos brazos me rodean desde atrás y me forzan sobre mis pies.
—¡Ya basta, joder! — NamJoon grita en mi oído, intentando que la cordura llegue a mi cerebro nublado de cólera —. ¡Ya lo mataste, Jeon ! — me suelta y antes de que me abalance otra vez, me gira y me da una fuerte bofetada —. ¡Suficiente!
Era exactamente lo que necesitaba. Observo aturdido los ojos de mi primo y agradezco en silencio su intervención, de lo contrario no sé qué más hubiera pasado. Me alcanza mi pistola, paso el seguro y la guardo en la cinturilla de mi pantalón.
—¿Estás seguro que está muerto? — mi voz rasposa, mi garganta quema por el esfuerzo. Se queda en silencio y por un momento desaparece de mi vista.
—Seguro — rodea su brazo por mis hombros y me empuja hacia la puerta, mis pies se mueven con dificultad pero aún así, avanzo —. La situación está controlada, compañero. Por suerte no sufrimos bajas, pero si muchos están heridos — el alivio le quita peso a mi espalda y mi primo resopla, sonriendo de lado —. JiMin tendrá mucho trabajo cuando lleguemos.
—Nam — me detengo y lo observo directamente a los ojos —. ¿Estás seguro que está muerto? — necesito confirmarlo y no puedo ir yo a hacerlo, ya que no confío en mí mismo para mantener el control si regreso a esa habitación.
—Lo prometo, JungKook .
La honestidad reflegada en su mirada me tranquiliza, después de un largo tiempo de estar sumergido en tensión y temor de que algo más pudiese pasarle a SeokJin , finalmente puedo respirar en paz.
—Vamos a casa.