𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖔𝖓𝖊

41 10 0
                                    

Cuatro años después...

La música al otro lado del salón se escuchaba ténue como todo el tiempo. Los acordes que los violines hacían, me ponían la piel de gallina por un momento, era eso o todo el alcohol que había ingerido. 

Me sentía un poco mareada, ya sea por el alcohol o porque sentía que me sofocaba por las personas que se encontraban en el salón y todas ellas solo decían cosas acerca de mí. 

―No puedo creer que sea tan descarada, su marido salió por negocios de la ciudad y ella está pavoneándose por ahí con su amante ―escuché claramente que una de las chicas de la aristocracia decía. Tal vez sus ojos estaban cubiertos por una máscara, pero podía reconocer su voz. Alguna vez fue una compañera del instituto.

―Oye, yo también lo haría, ¿acaso no lo has visto? ―dijo alguien más ―. Si fuera ella, también caería por mi guardaespaldas. ¡Es magnífico! 

―Ya, pero está casada. 

―Sí, pero es solo un marido que se consiguió para poder heredar el complejo hotelero ―cuchicheó ―. He oído que se odian a muerte. 

Oh, claro, con que están hablando de Jungkook, pensé. Incluso, sonreí un poco. 

La verdad es que ellas tenían razón de hablar cosas sobre él. Después de todo, el chaval sí que era guapo y, tal vez he sido un poco indiscreta al tenerlo pegado a mí toda la noche, más luego de haber bebido varias copas de vino. Seguro me tenían envidia porque él siempre estaba pegado como lapa a mí. 

Me tambaleé un poco con intenciones de ir hacia ellas y contarles qué tan magnífico era. Sin embargo, mis intenciones fueron interrumpidas por el brazo de alguien alrededor de mi cintura. No necesité verlo para saber que se trataba de él. Después de todo, Jungkook era la única persona que podía tocarme sin que me cause un repelús. 

―¿A dónde crees que vas? ―preguntó él, mirándome desde arriba. 

Él también tenía una máscara que le cubría la mitad del rostro y por supuesto, esta era de color negro. 

Sonreí al tiempo que pasaba mis brazos por detrás de su cuello ―. ¿Cómo me encontraste? 

―Jaekyung, podría encontrarte en donde sea aún con los ojos cerrados ―murmuró con burla ―. Creo que ya has bebido demasiado, ¿por qué no vamos a la cama? 

―Jeon Jungkook, no dejes que nadie te escuche decir aquellas palabras ―me burlé de él, mirando a nuestro alrededor, aunque las personas fingían que no nos miraban, estaba segura de que tenían la atención con nosotros ―. Después de todo, estoy casada. 

Aún cuando había burla en mis palabras, esa última declaración me supo amarga. Odiaba recordarlo. No estaba segura por qué lo había traído a colasión. No terminaba por acostumbrarme al hecho de que, a mi corta edad, ya tenía un matrimonio que estaba a punto de cumplir cinco años. Cinco años de infierno. 

Hasta que llegó Jungkook a mi vida, claro. 

―Señorita Jaekyung, es mi deber, llevarla a dormir cuando crea que sea necesario ―se corrigió él, cogiéndome de las muñecas para soltar mi agarre. Se veía tenso, aún cuando tenía una sonrisa en los labios de lo más cálida. 

No tuve la oportunidad de objetar ante aquél comentario, por lo que, no me quedó de otra más que seguirle hacia la salida, hasta que llegamos hacia donde se encontraba el valet. Gracias a que Jungkook ya le había avisado a alguien, es que, al salir nos encontrábamos con el coche esperando por nosotros. 

Como siempre, él abrió la puerta para mí, dejando de lado al valet que estaba acostumbrado a hacerlo por nosotros. 

Una vez dentro del auto, ninguno de los dos dijo nada. Nos mantuvimos en silecio todo el trayecto hasta la casa. Probablemente Jungkook estaba molesto conmigo porque había traído a Yoongi a relucir. Siempre terminaba molestándose cuando hablábamos de él, sin embargo, la debería ser yo quien se molestara más. Quiero decir, él no estaba atado a otra persona por contrato. 

Algunas gotas de lluvia comenzaron a golpear la ventana conforme avanzábamos por las calles deciertas de Seúl. Me tensé de inmediato, esperando que solo sea una lluvia ligera. 

Jungkook al ver mi estado de ánimo, no dudó un segundo en coger mi mano y hacer pequeños círculos sobre mi palma. Intentando distraerme, él sabía cuán mal me ponían los días de lluvia. No pude relajarme hasta que llegamos a la entrada de la casa y veía las luces de esta encendidas.  

―Señorita ―saludó el señor Han cuando abrió la puerta, tenía un paraguas ya abierto para evitar que ninguna gota de agua tocara mi cabello perfectamente peinado. 

No esperé a Jungkook, lo único que tenía en mente era ir a mi habitación y seguir bebiendo, tal vez en un baño caliente. 

―Sooah ―llamé a mi ama de llaves, una chica que no era tan mayor que yo, pero que había estado a mi lado desde hace unos cuantos años ―. Prepárame un baño caliente, por favor y lleva una botella de vino. 

―Claro, señorita ―dijo ella solemnemente antes de dirigirse en dirección a mi habitación, mucho más rápido que yo. 

El traqueteo de mis tacones se escuchaban por la casa, al igual que las pisadas de Jungkook detrás de mí. Siempre detrás, nunca a mi lado. 

Cuando llegué a mi habitación, lancé la mascarilla que tenía en el rostro y la lancé lejos. Después procedí a quitarme los pendientes y todas las joyas que colgaban sobre mí. Por el espejo del tocador, pude ver que Jungkook tenía la mirada fija en mí. 

―¿Qué? ―le pregunté, tal vez un poco hostil. 

―No piensas seguir bebiendo, ¿no es así? ―él tampoco tenía su máscara, esta se encontraba en su mano derecha. Una de sus cejas estaba alzada. 

Reí ―. Claro que sí. Ya estoy en casa, si lo que te preocupaba es que fuera a hacer algo imprudente con esas personas que hablaban mierda de mí, ya no tienes por qué hacerlo. 

Jungkook se acercó a mí para ayudarme a bajar el cierre de mi vestido ―. Luces molesta, Jaekyungie ah.  

Solté aire por la nariz antes de darme media vuelta y coger un poco de su cabello. No usé mucha fuerza, o por lo menos no pareciera para él demasiado, después de todo, él era el más fuerte. Sin embargo, no dudó un momento en dejarse caer de rodillas cuando hice el ademán. 

―No seas insolente ―demandé con la mandíbula apretada ―. Y estoy molesta porque intentas decirme qué hacer. 

El puño que había hecho con su cabello, pronto se soltó y en su lugar, solo comencé a acariciarlo. Su cabello no era largo, por lo menos no tan largo. Solo lo suficiente como para tener flequillo. Por lo que no tenía mucho qué peinar. Igualmente, me gustaba pasar mis dedos por su cabello azabache. 

Él no dijo nada cuando lo hice. Me miró desde abajo como siempre lo hacía: con devoción. 

Tiré de su corbata un poco, lo necesario para poder estar la misma altura ―. Por lo que, trae más vino. Ahora. 

Entonces le dejé ir y me metí al baño. Estaba de muy mala hostia desde la mañana. Desde que supe que mañana sería domingo, lo que significaba que él regresaba. Así como, que tendría una de las incomodísima cena con mi marido. 


Red lights | ᵐʸᵍ ʲʲᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora