𝖈𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝖙𝖜𝖔

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Al día siguiente, desperté gracias a que alguien sacudía ligeramente mi hombro. Yo me encontraba calientita debajo de las cobijas, quise abrazarme a Jungkook para que él pudiera impedir que me levanten de mi dulce sueño, pero él no estaba. La noche anterior, no había podido dormir, por lo menos no hasta altas horas de la noche. No me apetecía despertar, ni aunque ya fuera pasado el mediodía. 

―Señorita Jaekyung ―me llamó Sooah, de manera dulce ―. Es hora de levantarse. Tiene que desayunar. 

―Déjame tranquila, Soo ―murmuré. Ya que Jungkook no se encontraba en la cama donde estaba antes de quedarme dormida, tuve que abrazar su almohada. Esta aún se encontraba tibia, lo que me decía que no hacía mucho se había levantado. Probablemente cuando Sooah entró para despertarnos ―. ¿Dónde está Jungkook? 

Regularmente, él no me dejaba sola mucho tiempo, sin importar que los dos nos hayamos molestado la noche anterior. Que lo resolvíamos en la cama y listo. 

―El señor Jeon se encuentra duchándose ―no escuchaba el sonido de la ducha hasta que ella lo mencionó ―. Señorita, debe levantase... 

―Comeré después, Soo. 

―Señorita, el señor Yoongi ha llegado anoche y ha pedido que os sirvamos el desayuno juntos. 

Al escuchar las palabras nerviosas de mi ama de llaves, me hizo sentarme como un resorte. Sabía que Yoongi había llegado en alguna hora del día de ayer, lo suficientemente tarde como para asistir a la fiesta de máscaras, pero muy temprano como para hacer el cambio de nuestra comida. Era domingo, sí, pero siempre comíamos a la hora de la cena. 

―¿Qué dices? 

Pobre Sooah, aunque ella sabía que mi odio no iba dirigido hacia ella, sin duda se sentía nerviosa. 

―Él ha pedido anoche que desayenéis juntos hoy ―movió sus manos con nerviosismo frente a sí ―. Dijo que tenía algo importante que hablar con usted. 

―Pero es que, él nunca... ―me quedé callada. ¿Qué diablos quería ese idiota ahora? ¿Por qué cambiar nuestra hora de comida? 

Desde que nos habíamos casado, habíamos pautado que cenaríamos cada domingo. Solo por socilizar, para contarnos lo que habíamos hecho por la semana. Claramente yo no le contaba a lujo de detalles las cosas que hacía lejos de él, ni él lo hacía conmigo. Porque simplemente no nos importaba qué era lo que hiciéramos. 

Hace cuatro años que nos habíamos casado y todo lo que compartíamos era relacionado con la franquicia y para aparecer en eventos sociales, donde teníamos que lucir como una pareja de enamorados normal. 

Debo admitir que eso de enamorados estaba de más, al tío no lo podía ver ni en pintura y siempre que estaba cerca de mí, me daban ganas de vomitar. 

―El desayuno se servirá en cuarenta minutos ―Sooah me trajo a la realidad ―. Le he dejado su ropa en el baño para que se duche. 

Viendo la mirada de pena que tenía Sooah conmigo, me di cuenta que no tenía porqué atrasar lo evidente. Por lo que, resongando, me levanté de la cama y me dirigí a la ducha. Jungkook ya estaba lavándose los dientes cuando entré, ni él se sorprendió cuando lo hice, ni yo al encontrarlo con una toalla envolviendo su cintura. 

―¿No dormiste bien? ―me preguntó, un poco preocupado cuando me escuchó maldecir al tiempo que abría la llave de la regadera. 

Me crucé de brazos ―. No, dormí bien. Es solo que... ¡Joder! 

Al escucharme maldecir, Jungkook se acercó a mí luego de escupir la pasta y peinó mi cabello. Seguro que era un desastre, siempre amaecía de esa manera. 

Red lights | ᵐʸᵍ ʲʲᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora