Capítulo 1

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Edward Mark

La noche era oscura, algo neblinosa y llena de humo; parte de él venía de la fábrica más cercana, mientras que otra gran parte provenía de los fumadores y vagabundos de la zona.

La medianoche comenzaba a acercarse y yo empezaba a sentir frío.

Mi mente era un caos, y a pesar de que la sangre seguía corriendo por mis venas, mis pulmones se contraían y se relajaban al respirar este aire helado, yo seguía sintiéndome muerto por dentro, o tal vez, en términos más reales, me sentía vacío.

Una presión en el pecho y un mar de pensamientos me atormentaban mientras fumaba un cigarrillo lentamente, consumiendo mi vida como el cigarro y el humo brotando de mi boca, como los sueños que se me iban, uno a uno, calada a calada.

Con una voz algo débil y llena de duda, mi hermano me sacó de mis pensamientos:

—¿Edward, estás seguro de hacer esto?—

—¡Claro que estoy seguro!— le respondí de manera cortante.

Y despues de eso continuamos en silencio por varios minutos más.

Ya llevábamos mucho tiempo esperándolo en el auto y el todavía no llegaba.

—Espero que ese hijo de puta tenga una buena excusa para llegar tarde — protesté en voz alta.

Ya había pasado al menos una hora desde que estábamos esperándolo; miré la hora del celular y ya eran las 10:00 p.m.

La paciencia no es mi fuerte y ya se me estaba agotando. Odio tener que esperar, pero así es Mike, siempre llegando tarde.

Cuando lo conoci, ambos teniamos 5 años. Él acababa de mudarse a este pueblo debido a ciertos problemas familiares y desde entonces, hemos sido mejores amigos.

—Puedes parar de fumar— protestó mi hermano desde el asiento de atrás mientras que yo le daba otra calada a un cigarrillo.

—Sabes que no—le dije.

Entonces otra ráfaga de aire frío entró por la ventanilla del conductor, congelando mi cuerpo y provocando que me arrepintiera de no haber traído chaqueta.

Yo arrojé otra colilla de cigarro por la ventanilla cuando vi una sombra que pasaba cerca del auto y se lanzó  contra la puerta a mi lado:

—¡¡¡¡BOOOH!!!!—chilló la sombra.

El corazón se me quería salir de la boca por el susto. Y cuando miré hacia la puerta vi la cara del estúpido de mi mejor amigo con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Hijo de la grandísima!— le grité aun agitado del susto.

—Joder Mike, ¡quieres matarme !—exclamó mi hermano— Casi me meo encima—protestó.

—Lo siento, pero es que no pude evitarlo —dijo entre risas.

—Tus chistes son un asco— le dije molesto.

—Oye, al menos yo intento animarte, cara de lechuga—protestó mientras abría la puerta y se sentaba en el asiento del copiloto.

Y en ese momento, un silencio de ultratumba cayó sobre nosotros como si las risas de hace un momento no hubieran pasado.

—¿Entonces vamos a buscarla?— preguntó Mike rompiendo el silencio y hablando en un tono más serio.

—¡Claro!—le respondí—Para empezar, él de la idea fuiste tú . Ella ya lleva tres días desaparecida. La policía ya dejó su búsqueda y sabemos que se van a centraron en encontrar al culpable del asesinato del alcalde— hablaba mientras arrancaba el auto.

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