Capitulo 3: Sobrevivientes del Asedio

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Al enterarse los soldados del asedio que se avecinaba, se asustaron y preguntaron:
-"¿Qué haremos, capitán Taruq?"
-"¡Envíen un mensaje al campamento de Ozur, liberen a las palomas mensajeras!" exclamó el viejo capitán.

-"Mis valientes, ¡que no escape ninguna! ¡Disparen!". Gritó el general Germánico a sus soldados al ver el vuelo de las aves.

-"Exigimos un emisario; les daremos una oportunidad de salvar sus miserables vidas", advirtiendo así el yerno del rey de Tamir con una amenazante voz que se escuchó por todo el castillo, a pesar de la distancia.

Al ver la caída de las mensajeras, una gran preocupación se apoderó del castillo.

-"¿Qué haremos, capitán?" preguntaban los auxiliares sureños.

Taruq, visiblemente preocupado, les respondió:
-"Me retiraré a pensar en algo; envíeremos a un emisario para ganar tiempo."

Mientras tanto, Adriano y Claudius realizaban un juramento divino:
-"Por el Dios del fuego y de la guerra, hoy hacemos un juramento: sobreviviremos juntos o caeremos juntos."

-"Adriano, quiero que sepas que para mí eres un hermano, a pesar de los pocos meses que hemos estado en este castillo. Daría la vida por ti", articuló el pelirrojo a su camarada, casi llorando.
-"Yo también, mi amigo. Pero nadie dará la vida. Saldremos de esto y le contaremos a nuestros futuros hijos la historia de cómo sobrevivimos a nuestro primer campo de batalla." Sin saber si sobrevivirían, Adriano buscaba subirle la moral a su amigo.

Cuando Claudius iba a responderle al principe, llegaría Julius, recluta y amigo de Adriano, avisando:

-"Príncipe Adriano, Claudius, convocan inmediatamente a todos los soldados al salón principal," retirándose rápidamente para dar la voz a los demás reclutas.

Al llegar los dos amigos y los demás reclutas, se encontrarían por primera vez en su vida con un consejo de guerra improvisado, donde la primera palabra la daría el capitán:
-"Lo primero en solucionar será. ¿Quién es el guerrero valiente que se ofrecerá para ir de emisario con los Tamirenses?"

-"¡Yo, mi capitán!" sería la respuesta del veterano Amir.
-"¿Tú?, ¿mi fiel amigo?" preguntó Taruq, algo consternado.

-"He servido a usted toda mi vida, hemos luchado en miles de batallas. Vi maravillado cómo sus hazañas restauraban el honor de la casa Ziali y la provincia de Sigismunt. Mi vida ha sido plena, y sé que mi familia será bien cuidada. No le temo a la muerte y no permitiré que algún joven se arriesgue",

Conmovidos por las palabras de Amir, los reclutas, entre ellos Adriano y Claudius, junto a los auxiliares, se miraron entre sí, sintiendo el peso de la decisión. Mientras Taruq, reflexivo, finalmente habló:

-"Amir, gran amigo, tus palabras son valientes y aprecio tu lealtad. Aceptamos tu propuesta. Sin embargo, sé cuidadoso; no arriesgues tu vida en vano. Prepárate para ser nuestro emisario con honor ante los Tamirenses, liderados por el salvaje de Germánico."

Luego de un par de horas, Taruq veía cómo su amigo de mil batallas se dirigía a la boca del lobo. Mientras Adriano y Claudius miraban expectantes, al llegar a las filas enemigas, Amir, ocultando su miedo, comenzaría conversaciones con Nazir, primo y mano derecha de Germánico.

Amir, dirigiéndose hacia Nazir, exclamó: -"Exigimos su retirada; prometemos tratar con la capital y colaborar en la restauración de la honra de la princesa Lucilda. No empeoren las cosas con un ataque absurdo en el cual solo perderán soldados."
-"¿Ataque absurdo? Somos 5500 soldados entrenados al mando del mejor general entre los Tamirenses. ¿Qué te hace creer que les tememos? Son menos de 500, eso lo aseguro. El sur de su imperio los odia por el trato que les dan y no los ayudarian aunque sus palomas mensajeras pudieran escapar. Es un gran castillo, pero sus suministros no serán para siempre. ¿Sabes qué pasa si no toman agua por 3 días?", fueron estas las palabras del primo de Germánico, seguro de que la seguridad del emisario imperial era falsa.

Sombras Del Imperio CapadocioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora