Capítulo 1

127 6 1
                                    

La mañana del sábado era tranquila, refrescante y poco transitada. A esa hora el sonido de los pájaros eran lo más fuerte que se podría escuchar.

Aunque esa mañana lo más llamativo no fueron los cantos. Ese día para todos los que transitaban por ahí fué una mancha roja pasando a toda velocidad en bajada y dos niños corriendo detrás.

—¡¡Detente!!

—¡¡Detenganlo!! ¡Tío, el freno! ¡El freno, presiona el freno!

—Espera, ¡no! ¡A la derecha!, ¡Esa no es la derecha! cuidado con-

Sonó un golpe seco, todos se detuvieron para girar la cabeza. Se escuchó un quejido y algunos se acercaron al accidente.
Se trataba de un muchacho de cabello rojo, estaba tirado; extendido como una estrella al costado de una bicicleta para niños.

La rueda de adelante doblada en forma de C y el manubrio hacia la izquierda a más no poder.

—Te dije que esa no era la derecha.

Justo en frente de la bicicleta había una moto también tirada pero sin rayones. El conductor también se había caído pero se levantó lo más rápido posible sacudiéndose.

El motociclista se dirigía a su casa cuando en el camino se le atravesó un loco a toda velocidad. El chico iba montado a una bicicleta super pequeña, con los ojos abiertos de par en par al igual que su boca. No tuvo tiempo de cambiar de dirección, cuando se dió cuenta ya lo habían chocado.

Hubo un pequeño silencio en donde la gente al rededor de ellos esperó impaciente algún movimiento por parte del extraño pelirrojo. Solo habían murmullos y personas cubriéndose la boca.

—El tío sigue vivo, ¿Verdad?

El motociclista aún con el casco puesto dejando de sacudirse se acercó en silencio y se arrodilló al lado del otro chico. Los niños que venían junto con el tipo tirado miraban expectantes.

Nadie esperaba lo siguiente, el motociclista en completo silencio le empezó a tocar repetidas veces la cara con su dedo índice.

Después de 20 toques el chico apretó y cerró más fuerte sus ojos.

—Uuuugh, ¿Podría dejar de hacer eso, por favor?— murmuró entre quejidos.

—Está vivo.— el tipo con casco contestó a la pregunta que había hecho la niña hace unos instantes mientras se alejaba.

Después de un largo tiempo, el chico de cabellos rojos y todo despeinado se levantó despacio abriendo los ojos con miedo. Su mandíbula casi se cae al ver la moto tirada, más allá el tipo de casco estaba sentado en el cordón de la vereda totalmente quieto y mirándolo en silencio.

No podía ver su cara y no se quería imaginar su expresión así que giró la cabeza hacia otro lado. La gente se dispersó después de ayudarlo a pararse y de hacer muchas preguntas. Algunas señoras que pasaban por ahí incluso lo regañaron un poco.

Había tenido suerte, el chofer de la moto se había detenido justo a tiempo y la bicicleta doblada había amortiguado su caída.
Solo tenía unos cuantos rasguños y moretones pero nada grave, lo grave era como había quedado la bicicleta de su sobrino.

La niña se mantenía al lado de su tío mientras que el niño se había ido a sentar junto al desconocido.

Después de un largo tiempo por fin se acercaron todos los implicados hacia la moto, el pelirrojo con un sentimiento de culpa. Estaba por hablar cuando de repente al de casco le empezaron a temblar los hombros mientras se subía a su motocicleta.

Tío y sobrinos se miraron asustados por un momento, el despeinado pelirrojo tragó saliva ruidosamente.
Creyó que estaba llorando e incluso extendió su mano para tocarle el hombro con un expresión arrepentida. Pero antes de lograrlo escucharon estallar una carcajada que no cesó para nada en un buen rato.

En el asiento y entre risas se escuchó una voz amortiguada por el casco.

—Pero que estupidez fué eso, creo que un payaso me chocó.

—....

—Como te llamás?

—Yo no creo que eso sea-

—Se llama Taehyung.— interrumpió el niño tranquilamente.

—Deberian enseñarle a frenar con los pies— dijo atascado de la risa dirigiéndose hacia los niños.

—Cuál es tu nombre?— esta vez interrumpió Taehyung un poco ofendido

—Que te importa.— contestó y luego soltó otra carcajada mirando hacia el frente y encendiendo el motor.

Lo siguiente fué la tierra levantada y la moto alejándose rápidamente. La espalda de una chequeta negra ondeando con iniciales SG perdiéndose al final de la calle hasta que desapareció por completo.

—¿Ya nos vamos a casa? Tengo hambre.

—¿Por qué le dijiste mi nombre?— Taehyung lloriqueó un poco.

—El preguntó y también dejó esto para tí. — extendió la mano con un folleto de un taller mecánico, al lado opuesto de la hoja estaba garabateado con lapicera.

—¿Qué es esto?— preguntó viendo el papel en su mano

—"Mi número de cuenta, que me deposite ahí por los daños psicológicos y el de mi ropa sucia." — imitó el niño, Taehyung solo suspiró guardando la hoja en su bolsillo.

—Espero que tu madre no me mate por lo de tu bicicleta. Perdón por eso, intentaré conseguirte otra rueda.

—Esta bien, pensé que te habías muerto cuando te ví tirado.

—Yo igual, pensé que me había muerto. No volveré a subirme a una bicicleta, nunca jamás.— murmuró agarrando las manos de sus sobrinos. —¿Saben si su papá necesita un ayudante de cocina? Estoy sin dinero.

—Le preguntaré, pero si Jiwoo le ruega seguro lo convence de que te contrate. — dijo el niño mirando a su hermana. Taehyung sonrió espléndido y pestañeó reiteradas veces mirando a su sobrina.

—Lo haré, pero a cambio harás mis tareas de artes por un mes.

—Trato. Tengo que pagarle de algún modo a ese sujeto.

—Y mi rueda. — añadió el niño

—...Gracias por recordármelo.





Lograron llegar a casa más tarde de lo normal, el camino se sentía muy largo. Taehyung adolorido y arrastrando una bicicleta con niños alentándolo.

Cuando llegaron lo primero que hicieron fue esconder la bicicleta doblada en un arbusto del patio trasero de la casa. Pusieron la rueda atrás de una caja y cubriéndola una vieja tela blanca.
Los niños sacudieron sus manos cansados y el pelirrojo se limpió el sudor de la frente.

Nervioso de que su hermana lo vea tiró de su pelo hacia atrás y susurró una despedida rápida.

—Me voy antes de que me asesinen, no te olvides de decirle a tu padre que soy más trabajador de lo que aparento.

—¿Eso es verdad?— preguntó dudosa y sonriendo Jiwoo.

—No, pero en un futuro quizá lo sea. — guiñó el ojo despreocupado y se retiró rápido después de escuchar las voces de su hermana y de su cuñado.




Ese no fué un chiste [YoonTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora