Capítulo 8

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No fue necesario insistir para que el pelirrojo aceptará su favor de acompañarlo a un mandado. Ahora caminaban hacia una tienda de patinaje cercana por petición del castaño. Al fin de cuentas Dazai quería sus patines cuanto antes.

- Perdón por robar tanto de tu tiempo. - El castaño se sentía vulnerable, odiaba cuando otras personas presenciaban sus ataques de pánico. A los demás principalmente les daba miedo. El solo hecho de pensar que Chūya se fuera asustado hizo que le doliese la cabeza.

Como si fuese un milagro, Chūya formulo la respuesta que no sabía que quería oír.

- Descuida no te voy a dejar solo corriendo el riesgo de que pueda pasarte algo de nuevo. - Al escucharlo, Dazai bajó su mirada para encontrarse con el pelirrojo que intentaba calentar sus manos.

No lo había notado, pero se notaba que Chūya tenía frío a pesar de tener un gran abrigo y una bufanda. También contaba con un sombrero que tapaba sus rizos. Por alguna razón a Dazai no le gustaba ese accesorio.

- ¿Respecto a eso... que estabas haciendo antes de encontrarme? - Durante su pequeño ataque no pudo prestar mucho la atención, y no tenía idea siquiera de quienes estaban a su alrededor.

- Simplemente estaba de salida.

- ¿No tienes a alguien en casa esperándote? Yo estaré bien. - Lo menos que Dazai quería era ser un estorbo.

Chūya se quedo pensando antes de responder.

- Tengo a mi hermana, pero últimamente llega tarde a casa. Creo que llegaré antes que ella. Asi que no te preocupes. - dejó de calentar sus manos para observarlo - Además ya casi llegamos a la tienda.

Dichas sus palabras no tardaron en encontrarse con la tienda de artículos de patinaje.

Era un local mediano con muchas vitrinas, las cuales estaban decoradas con adornos navideños a pesar de que aún faltaba un poco para Diciembre. Al abrir la puerta se escuchó una campana en consecuencia.

Por alguna razón el castaño se sentía familiarizado con el lugar.

En dirección a la entrada se encontraba un adulto mayor sentado frente a un gran escritorio. Posiblemente era el dueño del lugar.

- Buena días en que les puedo servir. - La amable voz del señor los saludó.

- Buenos días a usted también. - Tomando aire el más alto continuó. - Busco unos patines de hielo para mí.

- Vinieron al lugar correcto. - con más energía de la esperada se levantó de su asiento para dirigirse a ellos. - ¿De qué tipo de patines estamos hablando?

Sin saber la respuesta, Dazai volteó a ver a su acompañante en busca de ayuda. Este puso los ojos en blanco y tomó la palabra.

- Artísticos. - Dazai no pudo evitar sentirse aliviado de que Chūya fuese con él. Puesto que no recordaba mucho de lo que le informó su maestro acerca de los patines.

- Patines de hielo artístico... - Murmuró para sí mientras rebuscaba entre unas cajas - Son alumnos de Fukuzawa - No era una pregunta, era más bien una afirmación. Ambos muchachos asintieron. - Era de esperarse. El negocio nunca volverá a sus tiempos de gloria. Saben, este lugar atendió a más de un famoso. Ahora mis clientes son más que todo alumnos de Fukuzawa. Al parecer sigue recomendando esta tienda.


A Dazai nunca le advirtieron cuanto duraría en encontrar sus queridos patines. A pesar de que el sentía que el calzado le quedaba a la perfección oía como Chūya o el señor se mostraban en desacuerdo.

Sueños CongeladosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora