Lucky girl.

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Gwen estaría en la cama litera que compartía con Ben, más específicamente abajo, ya que desde el primer momento en el que comenzaron su verano, el Tennyson menor se había apropiado por completo de la parte de arriba de la cama.

Involuntariamente, Ben ayudó a la pelirroja a inspirarse un poco en su novela de verano, la cual trataba de una chica que llegaba desde el mundo humano al reino de los demonios, y Ben era representado como un diablillo que la acompañaba a donde quiera que fuese la protagonista, siendo un dolor de muelas para ella; sin embargo, poco a poco, se llevaba bien con aquel ser de manera sorpresiva.

Su momento de inspiración sería interrumpido por Ben, el cual dio un gran bostezo en señal de que había dormido placidamente, luego sacó su teléfono con los ojos entrecerrados y entró a Instagram para ver unos cuantos reels graciosos.

- Vaya, parece que el algoritmo no quiere cooperar -el castaño deslizaría la pantalla-. Ja ja, viejo, ¿por qué siempre que hay un Reel con música latina los del video bailan horrible?

- Primero que nada, tú ni siquiera sabes bailar así que no des consejos de cómo hacerlo a gente de internet -dijo Gwen irritada-. Y segundo, ¿podrías largarte de aquí o ponerte tus audífonos? Estoy tratando de inspirarme y poder escribir.

- Oye, yo no tengo la culpa de que tu estúpido libro sea tan malo que ni tú sepas qué hacer con él -expresó Ben.

"Tranquila, Gwendoline, aguantaste a este idiota durante estos días de verano, así que puedes hacerlo unos días más", pensó la pelirroja para después tomar un leve respiro. - Ben, lo diré de nuevo, puedes bajarte de la cama e irte a otro lugar para que pueda inspirarme.

- Oblígame, bruja teñida -dijo sin apartar la mirada de la pantalla-. Espera... ay no... -manifestó Ben, observando debajo de sí y viendo a Gwen cerrando su portátil.

- Más te vale que vayas preparando tu testamento, Ben Tennyson... porque hoy será tu último día con vida.

(Insertar intro aquí)

Max estaría caminando en dirección a la Rust Bucket con un par de boletos en mano. Al acercarse más a su vehículo, escuchó una especie de forcejeo dentro del mismo, levantando una ceja involuntariamente por eso, para después abrir la puerta del camper y ver cómo Gwen tenía sometido a Ben con poderosa llave.

-¡Oye, ya deja de arrugar mi camiseta favorita! -exclamó el castaño tratando de safarse-. ¿¡No lo entiendes?! ¡Es de colección!

-¡Es una maldita camiseta de fútbol, no es un dispositivo alienígena que tengas pegado al cuerpo!

-¡Y-ya, está bien! ¡Me rindo! ¡Me rindo!

-Hmp, perdón por interrumpir -dijo Max aguantando la risa.

Los chicos mirarían con la mente en blanco a Max para, segundos después, separarse y comenzar a pelearse nuevamente, tratando de excusar lo que había pasado antes de que Gwen sometiese a Ben. Ben pidió que dejasen de pelear y que se cambiasen para ir al museo.

Ben, al escuchar la palabra "museo", pensó en un lugar similar a una caverna repleta de cosas aburridas. Gwen, en cambio, para sorpresa del castaño, vitoreaba por lo dicho por Max, haciendo que Ben pensase que era aún más ñoña de lo que ya era.

-Vaya, Gwen, no tenía idea de que te apasionasen tanto los museos -comentó Max.

-No, es en sí el museo, aunque es un bonito lugar y muy tranquilo. En este en específico tiene la exhibición que más he deseado ver toda mi vida -la pelirroja sacaría su celular mostrando la foto de un libro con un aspecto antiguo-. ¡Es el libro de Encantos de Arcameda! ¡Es único en su clase ya que no se ha sacado una copia desde hace cuatrocientos años! -explicó eufórica.

Ben 10: ReduxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora