ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1

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Todo iba a ser distinto. En esa segunda mitad del año, todo cambiaría. Lo sabía, estaba segura.

Me dije a mi misma mientras me observaba en el espejo de mi casillero, alcancé con mi mano el libro de la primera materia que teníamos: Historia.

Cerré el casillero y cuando lo hice, una figura que conocía muy bien estaba apoyado al lado mío mirándome.

-Pensé que no ibas a despertar -admití.

-Te agradezco porque fue tu mensaje quien lo hizo-me dijo Cooper, mi mejor amigo. Y comenzamos camino hacia nuestra aula.

-¿Cómo has estado Coop? Siento que no te veo desde hace una eternidad.

-Nos vimos el sábado, hoy es lunes, soy un chico muy entrañable-bromeó colocando una mano en la frente-¿Cuál era tu pregunta cariño?

Entramos al aula y como siempre nos sentamos primeros, él a mi izquierda. Me acomodé en el banco. Debería ser ilegal que los estudiantes tengamos que estar a diario en esas sillas durísimas.

-Te pregunté cómo has estado.

Se hizo el que estaba pensando- He estado soltero, creo que virgen, aunque dudable, y con muchas ganas de hacer algo hoy a la noche.

-Recién es lunes.

-¿Y? El tiempo y los días son alusivos.

-¿Qué pasó con Evan?

-Evan, el pobre no besaba tan bien.

-¿Y...-me quedé un segundo pensando-...que tal Christian?

-¿Sabes cuál fue nuestra cita? -negó horrorizado-. Me sacó a caminar. A ca-mi-nar. - pronunció lentamente cada sílaba- Quiero que sepas el gran énfasis que hago en esta palabra.

Me eché para atrás de la silla, riendo.

- Si hay alguien que no le gusta el ejercicio...

-Eres tú -completé su frase tratando de controlar mi risa- Estoy segura que eso no te deja dormir por las noches.

Resonó el timbre que marcaba el comienzo de la hora.

-No es un asunto que me quite el sueño, en cambio a todos los chicos de allí afuera deberían, porque no tienen idea de quién se están perdiendo, querida-chasqueó su dedo.

Mi vista fue hacia la puerta donde comenzaron a entrar ELLOS, los más populares, muchos dicen que, del curso, yo digo que de toda la secundaria. Entraron y el tiempo pareció detenerse; solo quedaron ellos, moviéndose en cámara lenta, como si el mundo se hubiera ralentizado a su alrededor. Encabezando el grupo estaba Tyler, su presencia dominante seguida de cerca por Leah, una rubia alta con una remera negra y una pollera cuadrille. A su lado, Ryan, el apuesto capitán del equipo de fútbol, destacaba con su pelo marrón y estatura superior a la de Tyler. Aunque todos estaban enamorados de ellos, Tyler, a diferencia de Ryan, no era ningún capitán deportivo. Sin embargo, su reputación de fiestas y alcohol se confirmaba cada sábado por la noche, cuando las fiestas frenéticas frente a mi casa impedían que conciliara el sueño.

Pasaron al lado de nuestro banco y se dirigieron hacia atrás, por supuesto. Los más revoltosos, los que siempre se quieren copiar en los exámenes y se la pasan hablando, siempre se sientan allí.

Cooper y yo éramos la pareja estelar, los estudiantes modelo con un estatus de 10 que todos conocían. No es por ser arrogante, pero así parecía; siempre éramos los favoritos de los profesores. Cada vez que la tarea implicaba trabajos individuales o más de dos personas, ¿adivinen quiénes éramos la excepción? Siempre lo fuimos.

Las Ganas De Serlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora