Razón 4

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Tamara, con su risa cristalina, su mirada llena de vida, se desvaneció como una estrella fugaz. La noticia resonó en los pasillos, un eco sordo que inundó el aire con un dolor incomprensible.

Liam, con el peso del remordimiento en sus hombros, contempló el vacío que dejaba la ausencia de Tamara. Las razones se desdibujaron en la penumbra, y solo quedó el eco de un amor truncado en su plenitud.

Pero detrás de aquel brillo efímero y esa risa contagiosa, Tamara guardaba un secreto oscuro, un enemigo invisible que corroía su piel y su alma.

Fue un día como cualquier otro cuando Tamara recibió el diagnóstico implacable: cáncer de piel. La noticia cayó como un manto de plomo sobre sus hombros, eclipsando la luz de sus días y tejiendo sombras en su camino.

Al principio, Tamara luchó en silencio, ocultando su dolor tras una máscara de valentía. Pero el cáncer no conoce de tregua ni de piedad, y poco a poco fue robándole la vida, como un ladrón furtivo en la noche.

Los días se convirtieron en una sucesión de tratamientos agotadores, de visitas interminables al hospital, de dolores que desgarraban su cuerpo y su espíritu.

Liam, testigo impotente de su sufrimiento, se aferró a cada momento compartido, a cada sonrisa que aún iluminaba el rostro marchito de Tamara. Pero en el abrazo efímero de un momento, en la belleza frágil de un amor, encontró la esencia misma de la vida, la verdad que se oculta tras las sombras de la pérdida.

Y así, entre los susurros de la enfermedad y el murmullo de las lágrimas, Tamara se deslizó hacia la oscuridad, como una estrella que se apaga lentamente en el firmamento.

Cada amanecer era un tributo silencioso al amor perdido, cada puesta de sol una promesa de eternidad en el corazón de Liam. Y mientras el eco de un adiós resonaba en su alma, él se aferraba a la memoria de Tamara, al destello fugaz que iluminó su existencia con la intensidad de mil soles.

Mis razones para morir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora