-parte 8- leviatán I

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                                                                              -lucerys, segundo diablo-





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La lluvia cayo sobre su cabeza, roso suavemente su piel, las mejillas se mojaron y sus botas se empaparon del olor húmedo de la tierra.

Lucerys había sido un buen chico, en su niñez, en algún momento de su niñez. Daemond sabe eso.

sin embargo también sabe lo que hay en la cabeza del, ahora, hombre alfa delante de él.

lucerys había sido un buen chico, sonriente. miraba a su madre con esos ojos brillantes y proclamaba que era perfecta, que algún día le habría gustado ser como la futura reina de los siete reinos.

lucerys, en algún momento de su niñez había decido ser feliz y al otro, dejarlo todo.

lamentablemente después de la marca "forzosa" del omega Targaryen, las cosa habían cambiado. Daemond nunca le dirá su esposa que las cosas comenzaron  cambiar en cuanto su  medio hermano se había presentado. se llevaría eso al infierno si es posible.

la batalla que ahora se libraba no es una causa de la mordedura, sino que como la mayoría de las cosas: era por la apariencia de una.

pudo ver como la lluvia empapaba las ondas en el cabello del príncipe velaryon. como el agua empapaba la ropa y como los ojos del alfa brillaban anticipando los rayos y trueno que caerían del cielo mas tarde ese día.


—¿es un buen día para la lucha?— decidió preguntar, en cuanto las manos expertas del alfa menor comenzaron a juguetear con las dagas que escondía entre sus ropas insulsamente holgadas para la posible lucha que se crearía  en un par horas.

—¿para ti o para mi ?— susurro Lucerys, mirando el cielo, dejando que las gotas gruesas y pesadas que caían del cielo impactaran en cualquiera zona de su rostro.

—en general, ¿no te parece?. el agua nos renovara en la batalla, los dioses nos han bendecido este día. podremos lavar la sangre del enemigo fácilmente de nuestros cuerpos.

lucerys no respondió, no hizo mas que guardar sus dagas, ladear la cabeza para que sus ojos se fijaran en Daemond con la misma suavidad con la que los ojos de su preciosa madre lo hace cada vez que el sol se esconde para dar a luz un nuevo día.

Daemond sonrió sutilmente, característicamente como suele hacerlo en la corte.

—¿prefieres en su lugar mantener la sangre, lucerys?— Lucerys a diferencia de su hermano no alguien a quien puedas perturbar fácilmente. 

jacaerys era mucho mas temperamental cuando dabas en su punto débil. todos en el reino, incluso el enemigo mortal que yacía ocupando un puesto que no le pertenece sabia que jacaerys era quien merecía ese puesto en la cima, con la corona puesta en su cabeza. jacaerys siempre será políticamente correcto.

—¿daemond?— pregunta lucerys, aun mirándolo a los ojos, con esa expresión suave suya—, ¿crees que nuestro enemigo sangra?

—todo hombre sangra.

lucerys se ríe, casi sin ganas. casi como si su pecho temblara por llorar desconsoladamente.

—lo que quiero decir..., lo que..., — lucerys suspira, quitando de su vista a Daemond para ponerla en el resto de los hombres que caminan atentos a la próxima batalla—.¿Podemos hacer que sangre?

Me and the devil (lucemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora