Puedo oír el agua del caño —no sé si es de la ducha o del lavamanos— correr por varios segundos. Lo espero pacientemente. Me reprendo de haber hablado de más. No soy nadie más que una desconocida hablando de una pareja que no conozco. Tampoco conozco tanto a Nick como para decirle que es un buen chico. Quizás sí, quizás no, no lo sé.
Mi estómago ruge anunciando que no he comido nada en toda la mañana —aparte del desayuno, pero prefiero olvidar esa parte del día—. Busco en mi mochila, allí encuentro el dinero que me queda. Solo el vuelto del dinero de cien soles.
Mi celular vibra dentro de mi bolsillo, lo saco para confirmar un mensaje de un número desconocido.
+51 900000009: Hola, soy Samuel. Tu vecino del edificio.
Ruedo los ojos y guardo el celular, siento como vibra de nuevo.
+51 900000009: ¿Te acuerdas de mí, verdad?
Vibra otra vez. ¿Por qué no puedes escribir todo en un solo mensaje?
+51 900000009: He visto a tu cuñada hace unos minutos. Parecía molesta de algo. Bueno, le pregunté si confirmaba que iba a ir a la fiesta. Al principio dijo que ya no, pero luego parece que recibió un mensaje y cambió de opinión.
+51 900000009: ¿Sí vendrás, no? ¿O desinvito a tu cuñada? De todos modos ella no es nueva en la universidad.
+51 900000009: Tu hermano también está invitado, así que avísale. Te espero, cuídate.
Agrego el numero de Samuel al whatsapp. Yo tampoco sé si ir o no. Pero eso pasa a segundo plano. Escucho como la puerta del baño se abre mostrando a Nick, mi boca se abre con sorpresa. Por cómo está, intuyo que se metió a la ducha con todo y ropa. Su polo —su casaca lo lleva en la mano— está toda mojada, su cabello también. Las gotas de agua se escurren por su rostro hasta perderse dentro de su polo. Y con el agua helada, me imagino que eso lo habrá relajado. Pero ¿relajado de qué?
Miro sus ojos, están rojos, quizás le entró agua sin que se diera cuenta.
—Pensé que te habías ido —confiesa—. Quiero... —duda—, quería estar unos minutos a solas.
—Bueno, no podía irme si estábamos en medio de una conversación. También supuse que querías estar unos minutos a solas, pero no podía ser tan descortés de dejarte solo. Si hubiera sabido que estabas todo este tiempo en la ducha, hubiera entrado. ¿No tienes frío?
—¿Hubieras entrado? —pregunta frunciendo el ceño—. De eso no —rio—, de ninguna manera. Una chica no debe de entrar en los baños de hombres.
—Ese baño no es de sólo para hombres. Ya no —me señalo.
—Quién sabe —susurra, lo alcanzo a oír—. De cualquier forma, si estoy yo adentro se convierte en baño de chicos, no debes entrar.
El baño tiene seguro, pero no lo dije.
—Vale. Pero ¿estás bien? Deberías cambiarte.
Nick saca de su maleta un polo blanco, deja su casaca mojada en el suelo. Procede a quitarse el polo pero se detiene al primer segundo.
—¿Qué?
—¿Vas a seguir mirándome?
—¿Qué...? —Joder, sin darme cuenta lo estaba siguiendo con la mirada todo el tiempo—. ¡No me había dado cuenta, lo siento! —cubro mi rostro con mis manos. Quizás debí darme la vuelta. Estoy tan avergonzada que no quiero moverme más.
Siento mis mejillas calientes y solo cuento los segundos que parecen eternos. Por un minuto pensé que él se quitaría el polo y se cambiaría así como si nada. Eso hacen los hombres. No son como las mujeres. ¡Dios, qué vergüenza!
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Dulce y doloroso es el amor
Teen FictionVerónica enfrenta su vida universitaria con muchos problemas, uno de ellos el tener que compartir habitación con un chico, del cual se enamora, pero él tiene enamorada. ════ ⋆★⋆ ════ ■De la obra: ◇No es comedia. ◇Novela juvenil. ◇Va a tratar de inf...