Capítulo 8

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«Salí de la oficina de mi padre intentando procesar todo.

Mi mente era una total tormenta.

Al entrar a mi habitación me encontré con una sombra en la ventana. Estaba oscuro, me acerqué y lo reconocí.

Era James.

—No tengo ánimos de charlar ahora, Ja…—digo sin entender porque estaba ahí.

Él se dio rápido la vuelta y puso su mano en mi boca tapandola.

—Shhh.

Estaba mirándolo con mis ojos de par en par, noté que me costaba porque estaban demasiado hinchados.

No entendía, ¿porqué no quería que hablará?, estábamos seguros.

Entonces lo vi sacar un papel todo arrugado del bolsillo de su chaqueta. Me miró dudando. Estuvo un rato dando vueltas con el papel.

Comenzó a estirarlo ya que estaba muy arrugado, sus manos temblaban,  me lo mostró, y vi esas letras con tinta negra y las leí.

“Tenemos que hablar fuera de esta casa. Hay otro plan.
Tienes que acompañarme.
Confía en mí.”

Su mirada expresaba nerviosismo.

Otro plan.

Decidí confiar en él.»

—¿Que demonios haces aquí?

Gire sobre saltada,  tenía a Nils frente a mí, arqueé una ceja confundida.

Me pregunté como me había encontrado, hasta que recordé las cámara.

—Tomaba aire pues—le respondí seca. Quería seguir sola, procesar.

Steve  y Nick volvieron a mi mente.

Aunque pensar en ellos juntos preguntándome ¿que pasaba ahí?

¿Se gustaban?

¿Salían a escondidas?

¿Solo sexo casual?

Y vi la probabilidad de que les hubiera pasado lo mismo que a mí con Nancy.

Nos pasamos de copas, al parecer le atraigo, como ella a mi, la vi hermosa y la desee, sexo, y ya.

Tal vez Nils sabía, mientras estaba perdida en mis pensamientos el fue a apoyarse en la barandilla de la terraza.

Y lo vi exhalar humo.

Mi ceño se frunció al ver el cigarrillo encendido entre su dedo corazón y dedo índice.

Ahora a la luz del sol, su cabello castaño era muy claro, noto el corte hacia los lados que creo que le llaman el corte libre, pero lo veo tan sedoso y rebelde a la vez, que por una milésima de segundo deseo despeinarlo más metiendo mi mano ahí.

—¡Puaj!—se me escapó asqueada ante pensar en eso.

Y tome la decisión de preguntarle.

Me levante y apoyé en la barandilla también, a su lado.

Lo mire por un rato pensando en como preguntarle.

—¿Tengo algo en mi rostro que te llame tanto la atención?

—¿Que me llame la atención? Nada, no tienes nada en particular—mentí.

—¿segura?—inquirió mirándome de reojo.

La Pieza del JuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora