Capítulo 11

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—Yo sabía que debía traer palomitas—escuche de Nick.

Steve y yo volteamos rápido hacia el asiento trasero del auto donde los mellizos estaban con sus ojos apenas abiertos fijos en mi hermano con su arma apuntando hacia mi, tirada en el suelo…

—¿Palomitas? ¿Es en serio? ¿Acabas de interrumpir tremenda escena para decir eso? Siempre pensando en comer—se quejo Nils pasándose las manos exasperado por su rostro. Se recosto de nuevo en su asiento mirando con odio a su hermano.

—Bueno, pero si la niña me cae bien, no queria ver como su hermano la mata, tú sabes que no me llevo bien con las peleas entre hermanos—confesó tranquilo codeandolo y con intenciones de apoyar su cabeza en el hombro de su hermano pero este lo empujó asqueado.

—Si vas a empezar a dramatizar la historia de la cicatriz en tu labio, iré a buscar a George y suplicarle que me de su sedante de nuevo. Estar inconsciente sin escucharte es uno de mis pasatiempos favoritos, y mi cabeza esta que explota así que calla.

—¿Desde cuando están presenciando esto?—preguntó temeroso Steve, dándome la espalda viendo a Nick y Nils.

—Ja, fue gracioso ¿Sabes? Me desperté cuando me golpeaste imbecil. Y luego vi como la tiraste al suelo a la pobre como si de trapo se tratase—se tapo la boca para ocultar la sonrisa divertida que tenía.—Entonces sacudí a Nils y se despertó también.

—Callate que iras a parar al hospital a hacerle compañía a Victoria—escupió Nils mirando con odio a todos en especial a su hermano.

Un alivio me inundó, no habían escuchado.

Me levante enfurecida, y lo pateé desde atrás, justo en la parte trasera de su rodilla. El cayó al suelo adolorido.

—¡Te odio!—le grite y me fuí. No me iría con ellos ni aunque me pagaran.

Me dirigí al frente del edificio donde había abandonado el otro auto. Me subí, procedí a encenderlo y comencé a conducir hacia la mansión a toda velocidad.

No sabía que me gustaba la velocidad, pero estuve todo el día a las apuradas, no me importaba…

Mierda.

No sabia donde estaba.

No conozco la ciudad y me mande sola.

Mierda. Mierda. Mierda.

¿Que hago? No tengo en manos mi cel.

Conduci por la ciudad dando vueltas en busca de una cabina telefónica. La encontré, llegué a ella y marque el único número que conocía.

Contesto al tercer pitido.

—¿Hola?

Al escuchar su voz mis labios se extendieron en una amplia y verdadera sonrisa como de las que no tenía hace bastante tiempo, la emoción me abrumo, mis ojos no tardaron en cristalizarce.

—Hola, soy June—lo salude efusiva.

—¡June!—dijo mi nombre feliz de escucharme y luego se apago lentamente, sabe que no llamo para saludar nada más.—¿Estas bien? ¿Ha pasado algo?

—No, nada grave, solo hay unas complicaciones…—la emoción había desapareció, dude sin contarle lo que había hecho Steve, o lo que hice yo…

—Dime lo que necesites… si quieres abandonar esto, es decisión tuya, June, recuerdalo siempre.

Mentiras.

—¿Decisión mia? Por supuesto, pero…pero si en algún momento quisiera irme, él me buscaría…

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⏰ Última actualización: Mar 02 ⏰

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