Capítulo VI; Lewis, Lewis, Lewis...

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"He wasn't mine and I wasn't his but he was so good at making me feel like we belonged to each other."

—Sue Zhao



SERGIO

"No quiero escucharlo."

"Lewis..."

El moreno alza una mano, negando con la cabeza. Su figura se sigue moviendo de un lado a otro de su departamento, llevando a cada una de sus macetas a tomar el rico sol que Portugal tenía para ofrecernos. Afuera, la ciudad se enciende entre el ruido de bocinazos y personas jubilosas, y los mismos pájaros parecen cantar con una alegría que, en este momento, no parece permitida dentro de esta conversación.

"No pregunté. No me interesa." Lewis vuelve a sacudir su cabeza de izquierda a derecha, el ceño firmemente fruncido. "No quiero ser parte de lo que sea que estés haciendo con ese niño..."

"¡Tiene veinticuatro años, Lewis!"

Su mirada se alza, dura, hacia mí desde el otro lado de la cocina. Mis palabras no afectan en lo absoluto su sentencia, me lo hace saber. Pero sé que no es solo la diferencia de edades con el neerlandés lo que lo molesta, en lo absoluto, solo lo trae a la mesa para enmascarar su verdadero problema.

"Eres mi amigo." Continuo, suspirando. "Solo quiero que me escuches un minuto. Quiero tu consejo."

Brinco en mi lugar tras el fuerte golpe de una de las macetas golpeando contra el mármol. Sus ojos lucen oscuros cuando los encuentro y no puedo ver nada más que rabia detrás de su expresión.

"Mi consejo lo di hace años. No creí que fuera necesario repetirlo..." Su mandíbula se tensa, abriendo la llave del agua. "Pero aquí estamos."

Paso saliva, dejándome caer sobre uno de los sofás del moreno mientras él continua yendo y viniendo con distintas plantas en sus manos. Tengo la oportunidad de perderme y recolectar mis pensamientos un par de veces hasta que Lewis se sacude las manos contra su camisa y se adentra en la cocina por un vaso de agua. Sus trenzas cuelgan de una coleta y sus brazos tatuados están expuestos al aire fresco por la ligera camiseta que lleva puesta, más abajo, sus piernas se cruzan cuando empuja su cadera contra la isla, tensando los músculos que tanto suele trabajar.

Siendo más jóvenes, solíamos bromear de todo. Lewis solía decirme que, de haber nacido con una sexualidad diferente, ya me hubiera desposado. Ese era mi mejor amigo. El hombre al que nada lo perturba, el hombre seguro de sí mismo, el hombre lleno de tanta fama y poder que era increíble verlo arrodillarse entre la tierra y ensuciarse por completo jugando con su perro y sus sobrinos en el jardín.

Tan paciente... Es más increíble aún que no me haya desechado después de todas las tonterías que hice.

"Me mandó la dirección de su hotel..." Susurro. Observo la manera en la que el moreno pasa de su agua lentamente y me mira. No dice nada, ni siquiera asiente para hacerme saber que me está escuchando. Pero sé que no tiene otra opción. "Mañana es viernes. Son las prácticas. Lo voy a tener que ver y no tengo explicación para darle del porqué no he ido al maldito hotel."

Ambos nos quedamos en silencio, sus ojos bajan y sus dedos golpean el vidrio del vaso, haciéndolo tintinear por el roce contra sus anillos. Puedo escucharlo tomar una gran inspiración cuando asiente, frunciendo sus labios.

SHATTER | A Max Verstappen x Sergio Pérez BookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora