I.

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2009. Enero

El sonido de la puerta al abrirse me despertó, pero lo único que lograba escuchar era el pitido la máquina que monitoreaba los latidos de mi corazón y otras cosas más que no entendía. No quería abrir mis ojos, la habitación era blanca, demasiado blanca para mi gusto, pero una mano cálida se posó sobre la mía, era dulce el tacto de su piel con la mía; ya sabía de quien se trataba con solo sentir su mano. Abrí mis ojos para ver los motivos que aún me mantenían con vida.

De pie a un costado de la cama estaba Mary, la única que ha hecho latir mi corazón de una forma inmensurable, y en sus brazos cargaba a un pequeño de 2 añitos que me miraba expectante, y a un costado de ellos estaba otro niño de 8 años, a punto de cumplir los 9 en febrero.

No tenía tantas fuerzas desde hace ya un tiempo atrás, pero me incorporé y quedé sentada, apoyada al respaldar de la cama. Le extendí mis brazos al pequeño, Asher, y él sonrió contento, al más grande, Alain, le hice señas para que se sentara a mi lado. Y así, tenía mis dos hijos junto a mí y a mi hermosa Mary contándome lo que habían hecho en el día, llenando de vida esta habitación fría.

Te veré en la Estrella junto a la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora