PARTE 06 - TENÍA QUE HACERLO

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— ¿Cómo es posible?

El astro rey, entre el despejado cielo azul, fuerte y deslumbrante iluminaba todo ser trabajador que labraba la tierra con ímpetu y orgullo. Cada uno realizando tareas importantes para la prosperidad del reino de Raja.

Con una oportunidad regalada, sin dudar, el reino debía resurgir entre lo que una vez fue veneno y angustia.

— ¿Cultivan en el Gran Bosque de Jura? — El mercader estaba estupefacto de lo que veía, sin creerlo fue al lago para ver la cristalina agua, ya sanada libre de veneno. — ¡¿El lago se purificó?! ¿Qué pasa? — Se levantó para ver a su alrededor completamente diferente, llevando sus manos a la cabeza se guio por las vías de transporte de carretas. — No lo entiendo.

— Gracias por todos sus esfuerzos. — Se escuchó la dulce voz de la chica.

— Reina Towa la veo muy bien. — Alagó un trabajador haciendo que el mercader volteara a ver si era cierto lo que decía, encontrándose a la Reina Towa y a Hiiro cuidándola. — ¡Qué alivio!

Y no era mentira, ella se encontraba más deslumbrante que antes, su color natural había regresado, su cuerpo podía mantenerse de pie, sonriendo.

— ¡¿La reina se encuentra sana?! — Eso fue lo que más lo dejo perplejo.

— Vaya, si ese Lacua. — Le saludó desde atrás uno de los ministros, asustándolo.

Se volteó a ver al anciano, loco e increíblemente enfermo de ver la situación frente a él. — ¡Maestro Mobji! Cuánto tiempo. — Se quitó su boina para frotarla entre sus manos. Le traigo todo tipo de productos.

— Maravilloso. Vamos, venga y relájese tras su largo viaje. — Invitó.
Pero el mercader más que cansado, parecía inquieto. — Este... El ambiente parece haber cambiado. — Comentó volteando a ver a la reina junto a los trabajadores.

Y el ministro le dio toda la razón, pues él mismo desde el principio pudo ver de primera mano lo ocurrido desde la visita de la Federación de Jura.

— Han pasado muchas osas en estos diez días. Se lo contaré con calma esta tarde. — Sonriente como siempre. — Nos veremos luego. — Se retiró dejado atrás al otro pensando que temblaba de alegría cuando era todo lo contrario.

¡Esto es lo peor! ¿Qué diablos sucedió? Estresado ante su ambiente, se retiró dirigiéndose directo a su carreta de viaje. Cerró la puerta tranquilo, dejó su boina en su mesa y suave se sentó detrás de su escritorio para entonces, golpear fuerte su escritorio.

Entre sus manos agarró la boina y la empezó a estrangular.

— ¿Cómo es posible? ¡¿Un sobreviviente de los Kijin y un slime me arruinaron los planes?! — El retumbar de su pie golpeando la madera del suelo de su carroza se escuchaba ante su violento ser. — ¡Cumplir su deseo era mi pase para ascender? ¡Maldita sea! — Apretó su puño para golpear mucho más fuerte su escritorio haciendo que un estuche se fuera de lado, abriéndose y dejando rodar una esfera brillante morada.

Esta esfera parecía tener vida, su brillo resplandecía ante la oscuridad que brotaba de esta.

— Eso es. Lo que necesitamos es caos y tragedia. — Sonrió con solo pensar lo que causaría.


— ¿Sabes? — La calma en el lugar era inmensa, al menos hasta que habló el pequeño alimento cuando la visita fue inmediata

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— ¿Sabes? — La calma en el lugar era inmensa, al menos hasta que habló el pequeño alimento cuando la visita fue inmediata. — No hace falta que vuelvas a diario. Puedes comunicarte conmigo por Telepatía. — Vociferó un tanto tranquilo, en el regazo de Shion.

Ante los celos y resentimiento de tener al otro secretario, la mujer kijin, se puso seria. — Eso es, segundo secretario.

Pero aun así, tan ensimismado en su apariencia buena, ni siquiera le perturbó lo dicho.

— ¿De qué habla, Rimuru-sama? — Frente a los dos, estaba tranquilo sonriendo como siempre. — No me supone ningún esfuerzo venir a su lado.

Rimuru suspiró, iba a decir otra cosa cuando escuchó la puerta abrirse. En un dos por tres brincó del regazo de la Kijin morada para tomar su forma humana. Diablo sonrió ante el nulo entusiasmo que irradiaba su amo mientras que Shion hizo aparecer su usual mohín cuando Rimuru prefería estar muy al pendiente de la chica de cabellos negros.

— Hola... — La vieron acercarse de manera tímida hasta donde estaban reunidos. — Eh... ¿Están ocupados?

La kijin afirmó, pues Diablo iba a darle su reporte de la situación sobre los grandes planes de Jura Tempest bajo el régimen del slime. — Si...

— ¡No! — Rimuru sacó a relucir su sonrisa. — ¿Necesitas ayuda en algo?

— Oh, no. — Negó. — Vengo a notificar mis avances... — Miró a ambos secretarios. — Mejor después, estás ocupado.

Shion asintió, pero rápidamente fue opacada por Diablo que se paró para acercarse a ambos, sonriente como siempre cuando su amo se encuentra cerca, se acuclilló tomando una mano de la chica pues la con la otra sostenía un libro. — Justamente estamos tomando puntos de vistas y resumiendo todo lo que ha pasado. — Se levantó y empujó de manera suave en su espalda para que no se quedara ahí y pasara a sentarse con ellos. — Vamos, júntese con nosotros.

La pequeña azabache miró a Rumuru, quien sonriente calma asintió de acuerdo por que asintió dudosa en su respuesta.

En un instante ya todos estaban sentados. Rimuru a un lado de la pequeña Sato, muy cerca; Shion al otro lado y Diablo justo enfrente de ambos menores. _____ notificó de su final de lectura del libro info-mágico de Akiko, mientras contó ofreció unas semillas caramelizadas, aunque nadie quiso, ella si las comió gustosa. El slime la escuchaba y miraba atento, todas sus palabras eran de interés y sus ojos se deleitaban ante sus acciones. Cada movimiento de su mano que agarraba el dulce y como sus labios se abrían para recibirlo.

— ¡Vas muy bien! — Felicitó. — En poco tiempo ya no serás solo una aprendiz, serás toda una maestra.

— Gracias. — Sus mejillas se colorearon de rosa ante el cumplido sorpresivo.
El segundo secretario asintió mirando a los dos, desde su primer momento en que los conoció a ambos pudo descifrar todo lo que no se decían por lo que disfrutaba ver su suerte y desgracia desde cerca.

— Realmente te gustaron los dulces. — Shion miró la bolsa ya vacía de la chica.
La menor asintió. — Son muy buenos... Chikuan, a pesar de su apariencia, seguro es un hombre empalagoso con sus alimentos.

— Oh, señora de Jura Tempest.

La pequeña Sato dio un brinco ante la voz que la llamó desde atrás, su vista pasó del campo lleno de vida danzando con flores de diferentes colores tipicos de Raja al señor doctor que antes estaba en la habitación de la reina. — Señor. — Saludó cortes.

— Es un placer tener frente a mi a la amante del dragón de la tormenta Veldora Tempest y el líder de la nación de monstruos, Rimuru Tempest. — Se inclinó leve para luego sonreír cuando ella mostró una mueca de desagrado ante ese título. — A pesar de lo increíbles que suenan, los rumores no le hacen justicia a su apariencia. — Halagó.

_____ lo murió confusa. — Solo soy alguien más, no tiene que halagarme tanto, señor doctor. — Rascó su mejilla incomoda, pues desde que llegó al reino de Raja, muchos no dejan la dejan de halagar y nombrarla de esa manera. — Gusta sentarse a mi lado. — Ofreció, pues la banca era grande como para solo ocuparla una persona.

— Gracias. — Tomó asiento a su lado, a unos centímetros de distancia. — El reino de Raja puede florecer otra vez, gracias a usted, a todos. Estaremos en deuda siempre.

— Es un placer ayudar, Rimuru es una persona que no dudaría en tender la mano a quien lo necesite. — Sonrió. — Esperemos que a partir de esto, todos puedan salir adelante.

El doctor le sonrió. — ¿Gusta? — Sacó de su gabardina una pequeña bolsa café. — Son caramelizados, una delicia aquí en Raja. Es una pequeña forma de agradecerles, una gran especialidad.

Ella asintió gustosa y apenas empezando a masticar una semilla caramelizada, sus mejillas se tiñeron de rosa ante el sabor que se profundizaba. — ¡Son deliciosas!

— Aquí tienes. — Le dio la bolsa completa. — Puedes pedirme más si gustas.

Rimuru la miró confundido. — ¿Chikuan?

— Si, el doctor de Towa. — Sonrió. — Están increíbles.

Un Vínculo Para Mí [Rimuru Tempest x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora