I.

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Luna Páez

No me lo estaba creyendo, estaba de nuevo en Barcelona, después de casi dos meses.  Estaba subida a un cabify, que me estaba llevando a casa, mientras yo observaba por la ventana como si fuese mi primera vez viendo las calles de Barcelona. A pesar de estar reventada, por las pocas horas que había dormido a lo largo de ese último mes, entre ataques de ansiedad, pesadillas, recuerdos, miedos.. Estaba feliz, estaba emocionada, tenía muchas ganas de estar con mis chicos de nuevo, sobre todo a mi hermano. Sabía que Pablo estaba en casa, no salía por las mañanas a ningún lado, así que sabía que nada más abrir la puerta de casa iba a estar allí y eso me dibujaba una sonrisa en la cara.

El viaje del aeropuerto a casa, se me hizo eterno, parecía que había tardado más en ese trayecto que en el vuelo de Madrid a Barcelona. Levante la maleta del suelo para no hacer ruido, ya que si la llevaba a rastras por el suelo mi podría llegar a escucharlo. Saqué con cuidado las llaves de mi bolso, respire hondo y metí la llave en la cerradura. Nada más abrir la puerta me encontré con la mirada de mi hermano clavándose en mi desde el sofá. 

- Buenos dias idiota- le dije son una sonrisa de oreja a oreja, mientras me miraba como si estuviera comprobando si realmente estaba alli o era una imaginacion suya- ¿Ni un abrazo ni nada?- Le reproché, entonces tiró el mando de la play al sofá y vino corriendo a abrazarme. Pablo rodeo cintura como si lo necesitase para vivir, estaba que no se lo creía, no se podía borrar la sonrisa de la cara

- ¿Qué haces aquí?- me pregunto super feliz mientras me levantaba del suelo

- Ya tocaba venir- le respondí mientras rodeaba su cuerpo con mis brazos

- Pensaba que te ibas a quedar mucho más- exclamó dejándome en el suelo

- Yo también pensaba eso, pero cambió de planes- dije mientras despeinaba un poco su pelo con los dedos de mi mano

- ¿Que pasa?- me preguntó

- Luego comiendo te cuento- le conteste yendo a cerrar la puerta de casa y a coger mi maleta, para subir a mi habitación.

- Ya te subo la maleta- dijo quitándome la asa de la maleta de mis manos. Le sonreí en forma de agradecimiento, ya que de lo poco que había dormido no tenía fuerzas apenas para subir las escaleras con esa maleta.

- Voy a beber agua- conteste mientras mi hermano ya iba hacia las escalera. No tarde en llegar a la cocina y beber de mi botella de cristal, pero antes de quitarme la botella de la boca el timbre de casa sonó- Abro yo- avise a Pablo, aunque estando arriba no había conseguido escucharlo. No me había dicho que venía alguien a casa, así que supuse que era un repartidor para entregar un paquete. Abrí la puerta con una sonrisa, pero cuando vi a la persona que había al otro lado, mi cuerpo entero se tensó, borrando mi sonrisa de un segundo a otro. Cuando los ojos marrones de aquel canario se clavaron en los míos, sentí como el corazón se me iba a salir del pecho, sentí como mis piernas se debilitaban

- Luna- murmuró él sin apartar ni un segundo la mirada. Lo conocía, él también tenía el cuerpo tenso, notaba como su pecho se movía más rápido de lo normal, como me estaba pasando a mi. Ninguno se esperaba al otro, no nos habíamos visto, ni habíamos interactuado de ninguna manera, desde el partido contra Marruecos. Empecé a escuchar como mi hermano baja las escaleras a toda velocidad, entonces tragué saliva y desvíe la mirada

- Pasa- dije apartándome para dejarlo entrar a la casa. El mejor amigo de mi hermano entró con una expresión de la cara que gritaba la tristeza que llevaba dentro, intento volver a conectar la mirada con la mía pero no obtuvo respuesta.

- Hola, tío- soltó mi hermano como con un nudo en la garganta, mientras nos miraba a ambos

- Hola- contestó Pedri con una sonrisa falsa, intentando hacer como que no pasaba nada

Destinados [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora