III.

2K 144 11
                                    

Luna Páez

Tenía la cabeza hecha un lío, había pasado más de un día desde que Pablo y yo nos confesamos que nos gustabamos, pero, ¿era realmente así?. Pablo me atraía, era obvio, era una persona maravillosa, se preocupaba hasta de la más mínima cosa, teníamos el mismo  gusto en la mayoría de cosas... sin embargo, algo fallaba y no era culpa suya, era culpa mía. No podía gustarme alguien si todavía estaba enamorada de otra persona, por mucho que quisiera que los sentimientos hacia Pedro desaparecieran, como habían hecho los suyos hacia mí, no podía hacerlo. Sabía que la había liado pero bien, no había vuelta atrás, ahora tenía algo con Pablo, aunque mi corazón seguía siendo de el canario. Necesitaba aclarar la mente, pero tenía claro que cuanto más tiempo lo dejase pasar, mayor iban a ser las consecuencias.

El viaje hasta Arabia Saudí fue eterno, parecía que no se acabaría nunca, no conseguí dormirme ni un solo minuto, me la pase escuchando música, leyendo libros y hablando con Pablo. El hotel donde nos íbamos a quedar era precioso y enorme, me encantaba, quería recorrerlo entero para averiguar todas las cosas que había, pero no tenía fuerzas casi ni para subir mi equipaje a la habitación. Estábamos todos en la recepción cogiendo las tarjetas de las habitación, como siempre, yo iba a estar en una habitación apartada de los chicos y no estaba segura si iba a poder estar con ellos en otro momento, así que aproveché ese rato para hablar un poco con ellos.

- Cualquier cosa mi habitación es la 245- me informo mi hermano cuando los chicos se empezaron a ir

- Vale, ¿Qué vas a hacer ahora?- le pregunté dándole un abrazo antes de cada uno cogiera su camino

- Iremos a la piscina, ¿vienes?- me contestó con una sonrisa mientras nos separamos

- No me apetece mucho, luego estamos en el entrenamiento- le dije por mucho que quisiera ir. Me encantaba pasar rato con los chicos pero estaba cansadísima, quería dormir aunque sea un rato

- Cualquier cosa ya sabes donde estamos- me dijo él antes de empezar a subir las escaleras. Los chicos fueron despidiéndose antes de ir a sus habitaciones, aunque el último se frenó al subir la primera escalera y se giró a mirarme

- ¿Te apetece ver una peli y echar una pequeña siesta?- me preguntó Pablo Torre con una sonrisa enorme

- Ni yo puedo ir a tu habitación, ni tu puedes ir a mi habitación- le dije aunque no me disgustaba la idea, yo quería descansar y igual dormir con él hacía que no tuviera pesadillas

- Nadie tiene porqué enterarse- me contestó mirándome con ojos que parecía que lo estuvieran rogando. Me quede pensando y mirando a la gente que nos rodeaba, entonces volvió a hablar- Vamos anda, que ahora nadie se va a dar cuenta, están entretenido

Finalmente acabé aceptando la propuesta del cántabro. Él subió a la segunda planta por las escaleras, mientras que yo subía en el ascensor, para que no nos vieran subir juntos. Iba unas cuantas puertas más adelante que yo, parecía darle igual que alguien nos pillasen juntos, sin embargo, yo no podía hacia todos los lados. Llegué a la puerta 249, la habitación de Pablo, la cual había dejado medio abierta cuando entró unos segundos antes, para que yo pudiese entrar. Nada más cerrar la puerta, sentí como una mano tiraba de mí y llenaba mi cara de besos.

- Me vas a borrar la cara con tanto beso- le dije riéndome haciendo que sus labios se separaran de mi moflete. Muy pocas veces le había visto así de feliz, una sonrisa que no podía borrar ni un segundo estaba dibujada en su cara y sus ojos brillaban como luciérnagas en una noche oscura. Rodee su cuello con mis manos, como él rodeaba mi cadera con los suyos

- Queda el más importante- respondió antes de que me diera un beso corto y dulce en los labios. Me separe de él con una sonrisa, sus manos soltaron mi cintura, para poder agarrar mi mano y guiarme hacia dentro de la habitación

Destinados [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora