IV.

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Pedri González

Se me estaba haciendo imposible dormirme, eran casi la una de la mañana y seguía tirado en la cama mirando al techo entre la enorme oscuridad, mientras jugaba con la pulsera. Cada segundo que pasaba mi cabeza se llenaba más de pensamientos y de recuerdos, lo cuales solo hacían que el agujero de mi corazón se hiciera cada vez más grande. La maldita entrevista lo había jodido todo, más de lo que ya lo estaba, es que no me podía creer la felicidad que tenía para cagarla. Ese mes había sido terrible, me hacía el duro delante de todos, algunas veces hasta delante de Gavi, pero el sabía perfectamente que solo era una fachada, que realmente estaba ahogándome en un pozo sin fondo. Echaba de menos a Luna cada minuto del día, quería arreglar las cosas, necesitaba hablar las cosas, pero sabía que una conversación no iba a valer para nada, la conocía perfectamente. Mi idea era volver al inicio, empezar de cero, aunque sabía que era extremadamente difícil, iba a hacer todo lo que estuviera en mis manos para hacerlo. Tanto pensar me estaba echando factura, empecé a notar como se me empezaba a formar un nudo en el pecho, cuando de pronto escuche como alguien golpeaba mi puerta. Estaba convencido que era mi mejor amigo sin poder dormir viniendo un poco a molestarme, así que suspire y fui directo a abrir la puerta.

- Ga..- empecé a decir mientras abría la puerta, hasta que vi la persona que realmente estaba en el otro lado de la puerta- Luna- pronuncia su nombre como susurrando. El corazón me iba más rápido de lo normal, era la primera vez en más de un mes que estábamos completamente solos, sin nadie alrededor.

- Lo-lo siento, pensaba que era la habitación de mi hermano- me dijo ella sorprendida mientras le miraba de arriba abajo. No estaba bien, era evidente, tenía los ojos hinchados, la cara húmeda, el pelo despeinado, su pierna temblaba y se estaba arañando la palma de la mano con sus propias uñas. Intentó irse, volver a su habitación,  pero no pude evitar agarrarle el brazo para frenarla. Funcionó, ella se frenó, pero cuando se dio la vuelta vi el miedo en sus ojos, no entendía por qué, ¿acaso me tenía miedo?. No sabia que hacer, quería hablar con ella, pero no me veía capaz, nada capaz y por lo que podía notar, ella tampoco estaba en condiciones de hacerlo. La solté, inmediatamente sus ojos cambiaron, ya no me transmitían miedo, era como si sus ojos querían transmitir el caos que sentía en esos momentos, hasta que a los segundos los ojos le empezaron a humedecerse cada vez más. No podía hacerme el duro, con ella no podía hacerlo, la envolvió con mis brazos dándole un abrazo que había deseado todos los días de ese eterno mes. Ella me abrazó de vuelta hundiendo su cara en mi pecho, era evidente que los dos necesitábamos eso. Seguiamos abrazados en ese enorme pasillo, inundado de un silencio, ya que ninguno de los dos decía nada, pero entonces hable

- ¿Has tenido una pesadilla?- le pregunté. Noté como su cuerpo se tensaba un poco y se soltaba del abrazo. Sabía que tenía pesadillas, claro que lo sabía, mi mejor amigo me lo había contado pero al parecer ella no sabía de ello. Por lo que sabía, en esas pesadillas normalmente se trataban de Liam o de mi. Siempre que me iba a dormir, deseaba que ella durmiera bien, sin pesadillas, sin problemas y todas las mañana deseaba despertarla con mil besos en la cara, pero nada de lo que deseaba se hacía real. Luna parecía tener miedo a responderme y yo no podía dejar de pensar que si volvía a su habitación iba a tener otra pesadilla y acabaría sin dormir otro dia mas, asi que no me lo pensé dos veces- ¿Quieres dormir conmigo?- sus ojos se abrieron de golpe al escuchar mi propuesta

- No se si..- empezó a decir como si algo dentro de ella le impidiera decirme lo que realmente quería, entonces la interrumpi

- Luna, dormimos y a la mañana ya descansados hablamos, ¿vale?- le dije sin apartar mis ojos de sus ojos marrones que empezaban poco a poco a tener un brillo. No puedo engañar a nadie, tenia el corazon a mil, estabamos mal, sabía que a pesar del abrazo dentro de ella había una parte que me odia, le había hecho daño, mucho daño y con lo de ese dia lo había rematado, es que lo sabía y eso se desgarraba, me rompía más los pedazos que me quedan de corazón.

Destinados [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora