Capítulo 2. Nadando sin dirección

916 62 56
                                    

J E S S I E

Si me preguntaran no sería capaz de responder por qué mi noche había cambiado el rumbo justo hacia este momento. Tampoco era como si fuera a quejarme.

Una brisa de verano, una casa lujosa, una piscina para hacer largos y un chico con eight-pack sin camisa frente a mi.

–¿Qué-Qué estás haciendo?

La lengua se me trababa mientras miraba cosas invisibles. El color del aire, un alien o un hada. Cualquier cosa antes de mirar directamente a lo que parece ser el cuerpo de una estatua griega. Musculado pero no demasiado. Su piel es de un color tostado, cálida y agradable.

Trago saliva tan fuerte que estoy él mismo la ha escuchado bajar por mi garganta.

Eren se saca los zapatos y se desabotona el botón del pantalón. Antes de que pueda volver a mirar unicornios y pegasos, mis ojos escanean su práctica desdunez que demasiada ímpetu.

–Tranquila...– susurra a media carcajada mientras se acomoda el elástico de sus boxers negros de Armani– No te alarmes, sólo vamos a nadar...

—¿A qué?

Antes si quiera de responderme se zambulle al agua. Desde aqui veo su cuerpo en las profundidades. La piscina perfectamente iluminada con focos blancos desde el fondo le iluminan mientras sube hacia la superficie dando una pequeña bocanada de aire y acomodando los mechones rebeldes de su pelo humedo hacia atrás.

Siento las manos y la nuca calientes al mismo tiempo que mi corazón bombea a una velocidad inhumana. Él me pone nerviosa. Su precensia abrasa con todo lo que tengo al rededor. Tan caliente como para evaporar toda el agua de esta piscina y al mismo tiempo mojar mis bragas.

Me siento como un chico. Incapaz de controlar mis hormonas. ¿Qué va mal conmigo hoy?

Le veo nadar hacia la orilla en la que estoy, cada brazada marcando cada músculo de su ancha espalda. Apoya sus brazos sobre el borde y me mira desde abajo.

–¿A qué esperar?

–¿Esta era la cosa divertida que querías hacer?

–¿No es lo suficientemente divertido para ti, Jessie?– enarca una ceja

–Sabía que tu y yo no teníamos el mismo concepto de diversión...

–¿Y qué sería divertido para ti?

Iba a contestar. Lo juro. Pero entonces su cuerpo sale del agua de una manera tan fácil y tan rápida que antes de darme cuenta lo tengo de frente. En ropa interior, mojado y superándome en altura lo suficiente para enviar mi cuello a estirarse hacia arriba.

–Yo...

Y aquí estoy de nuevo...

Titubeando como una adolescente. Ni siquiera en aquel entonces ningún chico había conseguido dejarme en blanco. Aunque ninguno de ellos tampoco era Eren.

–Tengo una pregunta– me atrevo a soltar

Parece divertirse ante mi cambio de tema, pero no presiona.

–Lo que quieras

–¿Por qué te conoce tanta gente? Nunca te había visto por el campus.

Su sonrisa se estira y cruza los brazos sobre su pecho antes de contestar.

–¿Cómo no voy a conocer a la mayoría de mis invitados?– dice como si fuera algo obvio.

–¿Me estás diciendo que es tu fiesta? ¿Esta es tu casa?

Inefable - Cuarta edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora