❝Si lo prohibido es dulce,
¿qué te impide darme una probada?❞
Cuando dos seres que anhelan lo mismo se encuentran, la catástrofe será imparable, pero el tentador sabor del éxtasis apaciguará cualquier rastro doloroso luego de la demolición.
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Taehyung se había desmayado. Apenas su cuerpo cayó lánguido, Jungkook se aventuró y lo atrapó entre sus fuertes brazos.
Una mueca de pura maldad se apoderó de los labios del Omega, era increíble cómo sus feromonas podían derrotar a una especie superior solo en cuestión de segundos.
Él poseía el control y amaba tenerlo, lo satisfacía a grados inimaginables. Aunque la advertencia martilló su subconsciente insistentemente.
Lo inspeccionó a fondo, un poco curioso y a la vez deseoso de acaparar cada partícula de su ser en su retina. Tan atractivo y agitado, el Alfa se removía débilmente entre sus brazos, soltando pequeños vahos de aliento fresco. Las hebras negras se interponían encima de sus ojos como un velo oscuro, las pestañas reposaban sobre sus mejillas debido a la largura y espesor, tenía una curvatura agraciada en la nariz, como un maldito Alfa de dinastía prestigiosa, las mejillas se notaban suaves y acolchadas a pesar de haber un rastro casi inexistente de vello facial. Su lobo se removió, una sensación desconocida acaparó sus sentidos, como esa necesidad de hacer algo, tomar, tener.
El Omega respiró con algo de dificultad.
Entonces, sus ojos bajaron a los culpables de miles de fantasías.
A Jungkook le fue difícil no cumplir esa insistente demanda de descender hasta el maltrecho labio inferior de Taehyung y encajar nuevamente sus dientes hasta romperlo, tener otra probada de su deliciosa sangre, consumirlo parte por parte.
Sí, sus pensamientos estaban llegando a la cúspide de lo cuestionables pero, ¿cómo no? Si todo en el Alfa lo volvía un desquiciado.
Kim Taehyung era ese elixir del que no tenía suficiente.
Cuando sintió que sus pantalones deportivos comenzaban a apretar y que en cualquier momento montaría un espectáculo para nada inocente en medio pasillo, subió los escalones restantes, pasando de largo a sus vecinos sin siquiera molestarse en mirarlos. Más tarde prestaría atención a los cuchicheos y miles de especulaciones sobre su persona, pero justo ahora sus sentidos estaban enfocados en una sola existencia y era el chico entre sus brazos.
Abrió la puerta de su habitación y no se demoró en depositar al Alfa sobre la cama. Retrocedió un poco, tensando y relajando los músculos, absorbiendo la vista.
Joder, Taehyung no tendría por qué lucir tan bien entre sus sábanas.
Como si hubiera nacido para ocupar ese lugar.
Como si hubiera nacido para él.
Porque, al final de cuentas, el Alfa estaba dentro de su zona, de su guarida, ¿no? Y Jungkook podía disponer de cada cosa allí. Él no sería la excepción.
Por ello, ejecutaría la idea que rondaba su cabeza.
Se montó sobre las caderas del Alfa, sintiendo algo empujar entre sus glúteos. El Omega sonrió. Taehyung estaba excitado. Esa debería ser la postura convencional, la correcta: un Omega sobre su Alfa. Lástima que dichas palabras no estuvieran incluidas en su vocabulario.
