INGLÉS - ESPAÑOL
Todo era bastante confuso para Missa, para donde sea que mirara se encontraban con aquellos espejos enormes que mostraban su reflejo de forma repetitiva o casi infinita, el espacio en el que se encontraban era bastante reducido siendo de 2 por 2, se acercó a una de las paredes tocando el espejo que lo componía con la ilusión de que al tocarlo un camino se revelaría para el pero no, suspiro con fastidio y prefirió sentarse en suelo.
A pesar de ser una habitación bastante pequeña no le causaba algún tipo de ansiedad o claustrofobia, al contrario le daba un sentimiento de relajación y tranquilidad, cerro sus ojos por unos momentos para disfrutar la rara sensación de tranquilidad que emanaba aquel lugar, el momento no duro mucho debido al peso que empezó a sentir en su abdomen, abrió nuevamente los ojos pero ahora con la desesperación de quitar el peso que lo agobiaba.—¡Auch!-
Fue lo primero que escuchó, o bueno lo primero antes del sonido que provocó el golpe que se dió en la cabeza con algo o alguien que desconocía.
Al abrí al 100% sus ojos y acostumbrarse a la luz del lugar pudo ver a su pequeño niño que se encontraban ahora en sus piernas sobando su cabeza por el golpe que le había provocado al despertarse de aquella forma tan brusca.
—¡Chayanne, lo siento!- Se disculpo tratando sobar las cabezas del pequeño rubio.
—Papá Philza me dijo que te despertara pero como no despertabas cuando te hablaba trate de hablarte de más cerca- Dijo el pequeño dejando que su padre sobara su cabeza tratando de aliviar su dolor.— Tienes el sueño muy pesado-
Missa sonrió por el comentario de su niño que parecía querer hacer un puchero.
—Que tal si vamos a desayunar, ¿O no fue para eso que te mando tu padre a despertarme?-
Chayanne al recordar nuevamente cual era su misión asintió con la cabeza sacándole una pequeña risa a su padre quien a sus ojos se veía adorable teniendo en cuenta que muy pocas veces dejaba ver aquel lado infantil y distraído para tratar de verse más maduro y valiente, aunque a los ojos de su papá Missa siempre sería su bebé.
Al llegar a la cocina el agradable olor del desayuno abrió el apetito de Missa quien llevaba en brazos a su hijo sin importar le que este le haya dicho que ya era muy grande como para que lo llevarán cargado. Poco después de llegar a la cocina bajo al niño para que pudiera ir a su lugar en la mesa junto a su hermanita que ya se encontraban comiendo algo de fruta picada.
Missa inspeccionó con la vista toda la cocina hasta que se detuvo al encontrar a cierto rubio que al notar su presencia le sonrió.
—Buenos días Missa- Lo recibió su esposo acercándose a él para besarlo mientras lo tomaba de la cintura ocasionando que este se sonrojara levemente.