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Missa ya podía levantarse y caminar aunque con algo de ayuda había logrado llegar al comedor de la cocina donde ahora se encontraban hablando con Techno.
—Entonces, ¿Tu no eres de aquí y no sabes cómo llegaste?-
—Si...-
—Y eres un especie de angel que trataron de matar-
—Si, algo así-
Missa había logrado ganarse algo de confianza del Techno al contarle una versión un poco (bastante) distorsionada de como llego al bosque helado, a él no le gustaba decir mentiras a desconocidos y sobre todo a alguien que le acababa de salvar la vida pero no se podía arriesgar a qué tuviera algún tipo de relación con XD o que lo tachará de loco y lo sacará a patadas del único lugar que hasta ahora conocía.
—¿Y si eres un ángel por qué no tienes alas?- Techno no sonaba muy convencido de su historia.
—No todos los angeles tienen alas-
—Bueno entonces has algo que haría un ángel-
Missa pensó unos segundos sobre algo que podría hacer para convencerlo de su historia era real (aunque no lo era).
En el sentro de la mesa se encontraban un florero lleno de flores coloridas a excepción de una que ya estaba casi muerta, ¡Eso le podría ayudar!. Tomo con delicadeza la flor cuidando que no se le caiga algún otro pétalo mientras el pelirosa lo veía con desconfianza. Tomo la flor desde el tallo y la vida empezó a volver a la flor, sus colores volvieron a ser brillantes, algunos pétalos nuevos empezaron a crecer en ella y unas pequeñas raíces salieron de la parte inferior de la flor enrollado se en la mano de Missa, todo paso en segundos mientras Techno veía esto incrédulo, había visto ese mismo truco pero a la inversa cuando Sapnap arrancaba alguna flor del prado que al final terminaba en cenizas, Techno sabía que traer algo a la vida era una habilidad que ningún humano podría tener, podía crear o recrear pero nunca traer de vuelta a la vida, incluso si era algo tan insignificante como una flor.
—¿Ahora me crees?-
Techno permaneció en silencio unos segundos.
—Te creo...-
Missa sonrió satisfecho por la respuesta, quitó con cuidado las raíces de la flor de su mano y la devolvió al florero de donde la saco.
—¿Tienes alguna idea de cómo podrías volver al lugar que perteneces?-
